Entre septiembre y octubre, la Península Valdés, ubicada en Chubut, fue testigo de un brutal fenómeno natural conocido como “marea roja”, que produjo el deceso de uno de los cetáceos más grandes del mundo: la ballena franca austral.
En aquella oportunidad, fueron 30 las ballenas muertas encontradas en la vera de las playas peninsulares. Este caso reviste vital relevancia, por la identificación de una de estas criaturas marinas: la denominada Ballena 212.
Dicha especie formó parte del programa de investigación dirigido por el Dr. Roger Payne, en donde se registró la fotoidentificación en el año 1972 en blanco y negro. Posteriormente, el doctor y un grupo de colaboradores gestaron el Instituto de Conservación de Ballenas (ICB) donde continuaron con los registros de los mamíferos.
En este caso, la ballena franca austral nombrada 212 era una hembra adulta, que fue censada hace cinco décadas en el Nuevo Golfo, mediante una foto aérea. Lamentablemente, el 2 de octubre se halló su cadáver en tierra firme en las orillas de la Playa Casino, Chubut.
Gracias al trabajo que había iniciado el grupo de investigadores marítimos a inicios del ‘70, se conocerán los procesos que transitó la Ballena 212 en sus más de 50 años de vida. Cabe mencionar que este cetáceo es el primer registro de mortalidad que identifica el ICB.
Por otra parte, se identificaron galerías fotográficas del mismo ejemplar de los años 1987 y 1990. En el segundo encuentro la observaron junto a su primera cría y tres años más tarde, la volvieron a capturar con otra mini ballena, pasaron 32 años hasta la actualidad.
Como dato importante, los estudios registrados por los biólogos de la ICB señalan que los mamíferos muertos presentan toxinas derivadas de la marea roja.
Los aportes del Instituto de Conservación de Ballenas
Los estudios del Dr. Roger Payne sobre las ballenas francas australes en la Península Valdés de los ‘70 contagiaron a un grupo de voluntarios con la misma afinidad hacia los mamíferos más grandes del mundo. Aquella unión se fortaleció y en el ‘90 se creó el Instituto de Conservación de Ballena (ICB) sin fines de lucro.
Sus registros sobre las ballenas durante más de medio siglo permiten el estudio y avance de la especie. Además de los proyectos que proponen para maximizar la información científica, han comprobado, con técnicas benignas, datos biológicos reflejados sin la necesidad de matar a las ballenas.
Alerta en el agua
El fenómeno natural, más conocido como “marea roja”, invade y se visibiliza con un color rojizo, pardo o verdoso en el mar. Este es producto de microalgas acuáticas que se reproducen rápidamente y liberan toxinas, gracias a factores del medio ambiente.
Otro de los factores que potencian este fenómeno, además de la reproducción, es la actividad de los seres humanos, quienes desechan desde residuos al mar abierto a los desechos de las empresas industriales.
Las toxinas que liberan las microalgas pueden generar beneficios a ciertos moluscos. Por el contrario, en otras especies puede derivar en la muerte. También pueden desencadenar efectos colaterales en el ser humano. La salud de un individuo puede ser afectada si consumió un pez o algún marisco que contenga las toxinas que libera la marea roja.
El fenómeno natural se propaga por todo el mundo y, si bien no se puede evitar, se pueden realizar aportes significativos para que no perdure en el tiempo.