El pasado domingo terminó la Conferencia de las Partes de las Naciones Unidas sobre el Clima (COP 27) en Egipto. Después de una larga espera, se conoció el documento con las conclusiones finales que se acordaron en la cumbre. Sin embargo, dejó gusto a poco, ya que puso el foco en los síntomas del cambio climático y no en sus causas.
De todas formas, se puede decir que los países del sur global anotaron un gol. Su gran reclamo en esta COP era la compensación de las naciones del norte por la deuda ecológica. En este sentido, se selló el compromiso de los países desarrollados en reparar a los dañados por el calentamiento global.
Este acuerdo determinó la creación de un fondo de pérdidas y daños, un reclamo histórico desde 1992 (en la “Cumbre de la Tierra” en Río de Janeiro) de las naciones en desarrollo. Sin embargo, no hay muchas más precisiones. No se sabe de cuánto será, ni quién y cuándo lo pagará.
A su vez, a esta COP 27 le llueven las críticas. Desde la sociedad civil y hasta primeros mandatarios (como el vicepresidente de la Unión Europea), dejaron ver su desilusión. Un tema sobre el que se esquivó precisar acciones concretas fue la transición energética de los combustibles fósiles.
Les presentes también lucharon por sostener el objetivo del Acuerdo de París, de mantener el calentamiento global debajo de los 1,5°C para finales de siglo respecto de los valores preindustriales.
Mientras tanto, la realidad egipcia no es menos importante. La realización de la COP 27 sirvió para exponer las violaciones a los derechos humanos que comete el régimen gobernante.
Tras más de un día de demora, culminó la Conferencia de las Partes de las Naciones Unidas sobre el Clima
La COP 27 preveía su final para el viernes 18 de noviembre. En general, cuenta con dos semanas de negociaciones entre les principales líderes del mundo y discusión sobre la realidad medioambiental. El último día, la presidencia (que cambia de país cada año) redacta un documento en el que figuran los acuerdos a los que se llegó en el evento.
A esos compromisos se llega luego de que les representantes de los países participantes y otras personas influyentes en el tema tomen compromisos y cedan pretensiones. Esta vez, las negociaciones duraron más de 24 horas después de lo previsto.
El domingo se conoció el resultado final. El principal avance fue «establecer un fondo para responder por pérdidas y daños», según la resolución de la COP 27. Se tratará de “nuevos acuerdos de financiación” que ayudarán a los países “particularmente vulnerables a los efectos adversos del cambio climático”.
24 países, entre ellos tres de América Latina y el Caribe, componen un comité de transición. Ellos elaborarán durante un año los detalles sobre el funcionamiento y la financiación de este fondo. Su adopción será en la Conferencia de las Partes de las Naciones Unidas sobre el Clima 28 a fines de 2023, en Emiratos Árabes Unidos.
De todas formas, la financiación recaerá sobre las naciones ricas, que contribuyeron en mayor medida al calentamiento global. Allí comienza una de las próximas peleas: ¿cómo determinar las responsabilidades? Las potencias históricas, como las de la Unión Europea, exigen que países como China e India también aporten a este fondo, aunque antes se las consideraba en desarrollo. Habrá que ver si lo hacen.
Las cuestiones pendientes
Si bien se reconoció el pedido histórico de la compensación por las pérdidas y daños, muches acusaron que se hizo foco en los síntomas y no las causas del calentamiento global. En plena crisis energética tras el conflicto Rusia-Ucrania, no se realizaron declaraciones contundentes sobre la transición desde los combustibles fósiles a una opción más ecológica.
Por ejemplo, los países productores de petróleo criticaron una propuesta de la India para estipular la reducción gradual de todos los combustibles fósiles. Se la diluyó a una reducción gradual del carbón, tras furiosas discusiones en la madrugada del domingo.
En esa línea, el presidente de la Conferencia de las Partes de las Naciones Unidas sobre el Clima 26, Alok Sharma, aseguró que tuvo que luchar para defender los compromisos de Glasgow de los ataques sostenidos de otros países. Además, apuntó contra el documento final, al denunciar que no incluye ni el pico de emisiones para 2025 ni el seguimiento de la reducción gradual del carbón ni de los combustibles fósiles.
Además, peligró de forma notable el objetivo del Acuerdo de París de mantener el calentamiento global debajo de los 1,5°C para finales de siglo, respecto de los valores preindustriales. Si bien se mantuvo, será una lucha que se intensificará para el 2023 en la COP 28.
Los derechos humanos en Egipto
Les activistas del clima fueron les grandes ausentes en la COP 27. Como explicó Ariana Krochik, militante argentina, a Nota al Pie, la falta de la sociedad civil hizo que las negociaciones fueran más débiles. Faltaban las presiones que personajes como Greta Thunberg realizan en estos eventos a les líderes mundiales, para que cumplan sus compromisos.
Esta vez, las manifestaciones se realizaron en el interior del centro de convenciones. Es que Egipto, el país sede, prohíbe las movilizaciones en las calles. De hecho, las violaciones a los derechos humanos del régimen egipcio fueron el tema de fondo de la COP 27.
En ese país, el general Abdel Fattah el-Sisi tomó el poder en un golpe militar en 2013 y lo mantuvo mediante elecciones ficticias desde entonces. Su gobierno mantiene en la cárcel a un activista por la democracia, Alaa Abdel Fattah.
Para visibilizar las privaciones de la libertad a militantes politiques en Egipto (más de 60.000), este hombre comenzó una huelga de hambre y de sed al iniciar la COP 27. Pero, tras unos días, el régimen lo sometió a un tratamiento médico y finalizó estas prácticas.
Mientras tanto, la sociedad civil sufrió de un aumento en las revisiones y encarcelaciones aleatorias de la policía. Debido a que les egipcies enfrentan una represión tan extrema, la mayoría de les crítiques del régimen no pudieron ingresar al balneario sede de la COP 27.
Quienes lo lograron sufren la investigación del Gobierno y están en peligro extremo. Los grupos de derechos advierten sobre una severa represalia una vez que la atención internacional retroceda.