El pasado jueves 17 de noviembre se estrenó la obra de teatro “Machinal”. La misma fue presentada en el teatro El Cubo de la Ciudad de Buenos Aires y contará con más fechas para este domingo 20 (19:30 horas); el jueves 24 (20:30 horas) y el 1 de diciembre (20:30 horas).
La obra, dirigida por el director y adaptador Daniel Teveles, se encuentra conformada por una puesta en escena de carácter único. En ella, el mismo se basó en una historia redactada por la dramaturga Sophie Treadwell.
En el marco de su estreno, Nota al Pie dialogó con Daniel Teveles, quien contó cómo llegó la historia de Treadwell a él e incluso por qué decidió hacer esta obra de teatro. También reveló a qué se debe el título “Machinal”.
Acerca de “Machinal”
La obra, inspirada en un asesinato mediático de la época, es contada a partir de nueve episodios. Sin embargo, según su presentación, la historia de Machinal se sitúa en una oficina donde trabaja Hellen, o en su defecto, “mujer joven”.
Así, durante el transcurso de la obra, “se puede escuchar el traqueteo de las máquinas, mientras que los oficinistas avanzan lentamente con sus máquinas de escribir, sumadoras, en forma permanente”.
No obstante, la escritora original, Sophie Treadwell, no nombra a los personajes por su respectivo nombre. De lo contrario, los menciona por sus acciones, como por ejemplo, “chica del teléfono” o “empleado de archivo”.
Asimismo, los nueve episodios de Machinal están conformados por distintos elementos. En ella aparecen los mismos paisajes de la vida cotidiana que vive una mujer trabajadora a inicios del siglo XX.
¿Cuándo llegó la historia de Sophie Treadwell a usted?, ¿por qué decidió hacer esta obra de teatro?
La obra es un clásico del expresionismo norteamericano. Vengo de una familia muy tradicional, machista y estaba buscando un texto no panfletario que pudiera entender los movimientos actuales del feminismo, un texto que me abra la cabeza. Así apareció Machinal, que me movilizó en sobremanera.
Por una parte me atrajo que los personajes sean grises, como la vida misma. Y, por otro lado, nunca había trabajado en el expresionismo y quería abordar ese estilo. Es un teatro fragmentado donde la distorsión de la realidad llega a la emoción que implica la tecnología.
Los temas que toca Machinal son expresionistas, es decir, son temas sociales y fue escrita en el semillero político de los años ‘20. Si bien uno tiene en la mente que los años ‘20 son la gran fiesta de Gatsby por debajo y no tan debajo estaban los movimientos de cambio. Es más, el voto femenino en Estados Unidos fue en 1920.
¿Cómo podría explicar el nombre de la historia “Machinal”?
Machinal viene del término máquina y representa al sistema, algo que termina por oprimir a la protagonista. Es la velocidad, incluso el teatro lo es, y la violencia que se presenta en su día a día y que la mayoría de la sociedad no lo percibe.
No hay espacio para el placer ni para el disfrute, todo es muy rápido, al punto de que ella no puede escuchar su propia voz. Incluso la máquina mueve todo, el deber vence por sobre lo que quiero ser, en especial a Helen y a su madre.
El señor Jones, que sería nuestro Juan Pérez, es un producto más de esta “Machina”. Para él, casarse pasa a ser una cuestión de posesión, de tener una esposa pura, impoluta. Mientras que para ella era una salida y lo que la sociedad esperaba de ella.
Y este es uno de los conflictos de Helen, ella quería amor y pasión, donde sus deseos sean respetados. Asimismo, no se adapta al sistema, es más, lo desafía. Sin embargo, al mismo tiempo, para ello necesitaba que la ciudad y la máquina se calle, para poder escuchar qué es lo que siente y lo que piensa.
Ella decide cortar con esta opresión tras el cumplimento de su “última” obligación, el ser madre. Y es en la escena del bar donde descubre el placer; luego se observa como la máquina la termina juzgando y castigando cual hereje, como en la Edad Media.
¿Cómo fue la elaboración del guion y la selección de sus actores?
El texto fue complejo, son nueve episodios más una obertura. Cada episodio implica un cambio de escenografía y uno de los desafíos fue mantener la atención durante los cambios escenográficos sin que caiga la acción dramática.
Quería hacer una obra de ensamble, entre lo coreográfico, música y actuación. Precisaba una coreógrafa que me ayudara, entonces me contacté con Teresa Duggan, quien hizo un hermoso trabajo, y con Daniel Schnock, que ya había trabajado antes y es un excelente compositor.
La música fue compuesta a partir de la coreografía y el texto también se trabajó a partir de los movimientos, un teatro muy físico. Los actores tenían que tener experiencia en danza, muy buena expresión corporal y, a partir de ahí, se fue seleccionando el casting. La actriz principal, Paola Sanabria, sostenía toda la acción dramática.
¿Qué le expresó el público al finalizar la primera fecha?
La temática es muy actual y generó reacciones en el público muy contrarias. Eso es lo que me gusta del teatro, que el público me diga “me quedé hasta las 2 de la mañana hablando con mi amiga, primo, quién era el villano o si había villano”. Me gustan las obras que dan para la discusión y me encanta saber si estas obras generan eso.
¿Cuáles fueron y son sus expectativas?, ¿qué resaltaría de la historia en sí?
Desafiarme, buscar obras y estilos diferentes. Así como me gusta ver obras y que el público me diga que la obra le abrió muchas preguntas, me gusta encontrar textos que generen lo mismo en mí. Ser audaz está bueno, no tener miedo, para eso me quedo leyendo un buen libro en casa.
Sophie Treadwell se basó en el “Crimen del Siglo Mediático”, en la que Ruth Sneyder asesina a su marido Albert (1927). La autora empatiza con Ruth y escribe esta obra en nueve episodios compactos.
En ese marco, su obra desnaturaliza una parte de la “máquina”, me gustaría que la obra me ayude y ayude al público a revisar nuestra máquina, dónde estamos inmersos y qué no estamos viendo.