El pasado 29 de octubre se realizó la sexta marcha del orgullo LGBTIQ+ en el partido de La Matanza, teniendo como punto de origen el Shopping de San Justo. En esta oportunidad, el foco de la movilización estuvo centrado en los nuevos reclamos y pedidos que apuntan a la construcción de una sociedad a favor de la igualdad.
Para conocer más a detalle los reclamos que surgieron para este año, Nota al Pie dialogó con Luisa Domínguez, una destacada referente de la comunidad travesti-trans en La Matanza.
¿Cuáles son las exigencias para este año?
Los reclamos en esta oportunidad son varios: por un lado, un poder judicial transfeminista, la reparación histórica para las compañeras travesti-trans adultas y ponerle un fin al proxenetismo para las compañeras en estado de prostitución.
Otros puntos de debate son el freno a los discursos de odio, la aplicación de la Ley de VIH y hepatitis, continuar con el reclamo ¿donde está Tehuel?, la implementación del cupo laboral trans en La Matanza y considerar primordial la salud en la vida de una persona travesti-trans. En definitiva, la convocatoria se englobó en un mensaje contundente: basta de travesticidio, transfemicidio y transhomicidio.
¿Cómo describirías hoy en día a la lucha LGBTIQ+?
Con respecto a la lucha, hoy en día hay muchas organizaciones. Pero también hay mucho discurso de odio y yo creo que si nos unimos todo en un mismo fin lograríamos más cosas.
Lamentablemente, cada una tira agua para su molino y lo veo de esa manera. De todas formas, la convocatoria fue hermosa, muy linda, hubo una movilización terrible. Nada que ver con la primera marcha que se hizo, esta fue muy convocante.
¿Crees que, aún en el 2022, se sigue discriminando a la comunidad?
La discriminación nunca va a terminar. La resistencia está siempre y de eso se trata. Nosotras, las travestis adultas gestamos las próximas generaciones con nuestras luchas para que las nuevas niñeces trans puedan tener una vida normal como cualquier persona. Que puedan estudiar, trabajar y que no solamente la expulsen en una esquina en estado de prostitución.
¿Hace cuánto tiempo formas parte de la lucha LGBTIQ+?
Toda la vida luché por los derechos y es importante tener un gobierno representativo y popular que nos apoye en las luchas. Mis inicios fueron en 2003, cuando fuimos cansadas de los atropellos a exigir igualdad en la legislatura.
¿Qué rol cumple el gobierno en la lucha?
En el 2003 cuando asume Néstor (Kirchner), él entra a la vida de las disidencias porque llegó un gobierno popular que nos escuchó. En el 2004 nosotras, junto a los vendedores ambulantes y personas con discapacidad, nos juntamos e hicimos una marcha frente a la legislatura. Solicitamos que se cambie el código de convivencia urbana. Con un gobierno popular las cosas empezaron a cambiar y ganamos derechos.
¿Cómo te autopercibís?
Yo me auto percibo travesti. Me encanta esa palabra y aparte políticamente por todas las compañeras que murieron. Travesti no es una mala palabra, suena divertido en esta sociedad hipócrita en donde te obligan a ser o mujer o varón. Yo soy travesti.
¿Cómo enfrentas los comentarios negativos?
Los comentarios negativos están siempre, desde que yo era niña. Pero no me interesan, voy por la vida como soy travesti y punto. Al que le gusta bien y al que no también.
La palabra travesti, “traba”, o “trabuco” son la orden del día y las preguntas de si tienen bulto o no. La gente no entiende que yo toda la vida me percibí así, yo me hice y autoconstruí en una travesti y no tengo problema con eso.
¿Cuál es el problema si soy un travesti y tengo barba? Eso ya quedó en el pasado. Las travestis calzamos 45, si, y ¿cuál es el problema?. No es que yo quiero competir para ser mejor que una mujer, soy travesti, me autoconstruí así.
¿Tiene un significado para vos la palabra libertad?
Para nosotras ni aun estando en democracia estábamos libres, a nosotras nos seguían persiguiendo. Hicieron un genocidio travesti. No éramos dueñas ni de ir a comprar un pedazo de carne.
Donde íbamos, así estemos vestidas de guacho, nos llevaban a las comisarías. Eso hicieron con nosotras, una persecución por décadas sistemática por el simple hecho de nuestra identidad travesti.
¿Qué espera la sociedad de ustedes?
La sociedad siempre espera que nuestro final siempre sea trágico, que nos paren al costado de la ruta y morir enfermas. Siempre quiso que tengamos un final. Yo salgo con orgullo y dignidad y la palabra travesti no me ofende.
La sexualidad se construye desde que uno nace, mientras que uno avanza en la vida. Yo me di cuenta que yo no era mujer y entendí como quería pararme en esta vida: era ser travesti.