Ya pasaron tres días desde que inició la Conferencia de las Partes de las Naciones Unidas sobre el Clima (COP) en su edición N°27. Durante la COP 27, les líderes de los gobiernos mundiales hablaron y enfatizaron en dos grandes ejes. Por una parte, cómo se financiará la lucha contra el cambio climático. Por otro lado, la diferencia de responsabilidades entre el norte y el sur global.
Durante el lunes 7 y el martes 8 de noviembre se realizó la Cumbre de Implementación Climática, con la participación de les jefes de Estado presentes. Este miércoles comenzaron los días temáticos, los cuales se extenderán hasta el 17 de noviembre.
Hasta ahora, algo quedó claro. El tema central de esta COP es el financiamiento de la transición energética. La mayoría de les participantes coinciden en que se deben implementar grandes cambios. Pero, ¿quién pagará por ellos?
Al respecto, los países en desarrollo (que suelen ser del hemisferio sur) muestran una postura similar. Necesitan apoyo económico, que deberá surgir sobre todo de las naciones del norte del planeta. Esto se debe a que las mismas son las más ricas y las que producen mayor contaminación.
Sobre esta última cuestión, la presidencia egipcia de la COP 27 publicó un informe. En él, afirma que los países del sur global necesitarán más de 2,4 billones de dólares al año hasta 2030 para financiar su lucha contra el cambio climático. Y completa que cerca de la mitad de ese monto deberá provenir de inversores externos.
La palabra del sur
Las películas de Hollywood lo adelantaron. La mítica “El día después de mañana” mostraba cómo el calentamiento global afectaría al mundo, con el foco (como siempre) en EE.UU. ¿Y quién se fija en los países más vulnerables?
«Las poblaciones de África, el sur de Asia, América Central y del Sur, y los habitantes de los pequeños estados insulares tienen 15 veces más riesgo de morir en una catástrofe climática». Así lo confirmó el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), António Guterres, en la COP 27.
Las naciones en desarrollo piden a los Estados más ricos el pago por las pérdidas y daños que sufren sus países por la contaminación. Su argumento es que los fenómenos meteorológicos extremos, como inundaciones devastadoras y sequías más largas, les afectan más. Pero su emisión de gases de efecto invernadero es mucho menor en comparación con la del norte.
En ese marco, les líderes de los países del sur se pronunciaron en la COP 27. El presidente de Colombia, Gustavo Petro, consideró que «el mercado no es el mecanismo principal para superar la crisis climática». Al ser “la acumulación de capital quien la produjo (…), sólo es la planificación pública y global multilateral la que permite pasar a una economía descarbonizada mundial”. Además, puntualizó que la ONU debe ser el escenario de ese proceso.
El presidente de Kenia, William Ruto, también se manifestó sobre ello. «África contribuye con menos del 3% de la contaminación responsable del cambio climático, pero es la más afectada por la crisis resultante”, denunció. “Por ello, es justo y adecuado que esta conferencia tome las medidas necesarias para reconocer las necesidades y circunstancias especiales de África».
A su vez, Mia Amor Mottley, primera ministra de Barbados, se refirió a la situación del Caribe. En su intervención citó la falta de ayuda del norte para contribuir a una transición hacia energías renovables: «Nuestra capacidad de acceder a coches eléctricos, (…), está limitada por los países que tienen una presencia dominante y pueden producir por sí mismos. Pero el sur sigue estando a merced del norte en estas cuestiones».
La respuesta del norte
Las naciones ricas prometieron 100.000 millones de dólares al año a partir de 2020 a los países en desarrollo. Se utilizarían en la ayuda para aumentar la resiliencia y hacer más ecológicas sus economías. Hasta ahora, sólo se alcanzaron los 83.000 millones de dólares.
Más allá de ese incumplimiento, el sur global considera las reparaciones climáticas como un pilar independiente. Por ello, exigen la creación de un fondo nuevo, distinto de los 100.000 millones destinados a la mitigación y la adaptación.
Sin embargo, la respuesta no es un sí absoluto. La Unión Europea tiene la intención de oponerse a esta propuesta. «No queremos que las discusiones se centren en un nuevo fondo», aseguraron a Euronews fuentes europeas. «Es algo mucho más grande que un fondo concreto», añadieron.
Pero algunos países dentro de ese mercado sí están dispuestos a ayudar. En septiembre, Dinamarca se convirtió en el primer país occidental en ofrecer una compensación por pérdidas y daños: 100 millones de coronas danesas (13,4 millones de euros) a las naciones en desarrollo. El mes pasado, la ministra alemana de Asuntos Exteriores, Annalena Baerbock, dijo que su país se esforzaría por incluir las pérdidas y los daños «en la agenda» de la COP 27.
Mientras tanto, en la cumbre el presidente de España, Pedro Sánchez, pidió el máximo compromiso político en la lucha contra el cambio climático. Llevó a la discusión a la guerra en Ucrania, solicitando que no se utilice como excusa para relegarla ni «faltar a la palabra dada».
Su país aportará 20 millones de euros adicionales al Fondo de Adaptación (el ya existente, no el que reclaman las naciones del sur). También impulsará con 5 millones de euros la puesta en marcha de la Alianza Internacional para la Resiliencia a la Sequía, que promueve junto a Senegal.
Otra palabra que se espera es la de Joe Biden, presidente de Estados Unidos, que arribará a la COP 27 luego de las elecciones de medio término en su país. Hasta que llegue, su enviado especial John Kerry ya adelantó que “incluso si perdemos, el presidente Biden está más resuelto que nunca a continuar lo que estamos haciendo». Esta promesa es esperanzadora si se recuerda que el ex presidente Donald Trump no tenía en cuenta al medio ambiente en su agenda.