La primera ministra británica, Liz Truss, anunció hoy su renuncia. A través de la lectura de un comunicado en las afueras de Downing Street, expresó: “Llegué a esta oficina en un momento de gran inestabilidad económica e internacional”. Y reconoció que “dada la situación, no puede llevar a cabo el mandato para el cual fue electa por el Partido Conservador”.
Tras tan sólo 45 días en el cargo, la primera ministra británica, Liz Truss, anunció su renuncia. La decisión llegó 24 horas después de haber asegurado que era “una luchadora, no alguien que se rinde”. Se trató del mandato más corto en la historia del Reino Unido.
Por su parte, seguirá en el poder hasta que los conservadores voten de forma interina un nuevo líder, algo que se prevé que ocurra de aquí al final de la próxima semana.
La representante del Partido Conservador
Liz Truss había asumido el cargo luego de la renuncia de Boris Johnson, que ocurrió dentro de la deserción de más de 60 funcionaries del Gobierno británico. Hasta el momento de su asunción se desarrollaba como ministra de Relaciones Exteriores, desde 2021. En 2019 se desempeñaba en el Ministerio de la Mujer e Igualdad.
Una de las características que resaltan de Liz Truss, es su impronta “a lo Margaret Thatcher”. Incluso algunes se atrevieron a llamarla “la nueva Dama de Hierro”. Esto se debía a que defiende un programa thatcheriano de economía de mercado libre con bajos impuestos y achicamiento del Estado. Pero dejó que desear.
“La diferencia entre ella y un Rottweiler es que el perro en algún momento suelta a la presa”, expresó una excolaboradora. También la definió como “la persona más enfocada y obsesiva que he conocido”.
El debilitamiento de Liz Tuss
La premier, además de la delicada situación económica del país, enfrentaba una crisis al interior de su gobierno. Ayer, presentó su renuncia la ministra del Interior británica, Suella Braverman, lo que profundizó el caos en la gestión.
A fines de septiembre, había impulsado un paquete de medidas -dentro de un “mini presupuesto” que contemplaba el congelamiento de las facturas energéticas; una baja de impuestos; y la desregulación en el sector bancario. Sin embargo, el 17 de octubre, el nuevo ministro de Finanzas, Jeremy Hunt, descartó el presupuesto de la ministra. Esto la habría dejado en una posición de gran debilidad.