A tan sólo cinco meses de iniciada la última dictadura cívico militar en Argentina, el país registró en el anecdotario uno de los hechos más oscuros de su historia: «la noche de los lápices». La Plata, ciudad capital de la provincia de Buenos Aires y hogar de miles y miles de estudiantes, se había tornado cruel. Pero esa brutalidad no era algo propio, sino que había sido instaurada a la fuerza como todo gobierno de facto.
Entre el 16 de septiembre de 1976 y los días posteriores, un grupo de estudiantes secundaries fueron secuestrades en La Plata. El operativo fue llevado a cabo por miembros de la Policía de la Provincia de Buenos Aires. Estos tenían como objetivo captar a les militantes estudiantiles que, según las Fuerzas Armadas, encarnaban la “subversión en las escuelas”.
Bajo el régimen dictatorial al que los militares denominaron “Proceso de Reorganización Nacional”, las escuelas y la política se sumergieron en una relación segmentada. La idea de “somos derechos y humanos” ya prevalecía incluso antes de convertirse en slogan y de intentar polarizar las consignas honestas.
Pero el tiempo demostró que hay causas que no se tapan y mucho menos se olvidan. Eso entendieron les militantes que arriesgaron sus vidas por causas colectivas, y ese legado dejaron también les 10 jóvenes detenides y desaparecides en septiembre del ‘76. El relato legitimado dice que fue por reclamar el Boleto Estudiantil Secundario. Pero en detalle, esa versión abre otro paradigma: les estudiantes fueron desaparecides por animarse a hacer política. Por involucrarse y organizarse a tan corta edad, con la esperanza de que un país mejor todavía era posible.
El peligro de ser joven y animarse
La mayoría de las víctimas fueron adolescentes menores de 18 años que militaban en la Unión de Estudiantes Secundarios (UES). Se trataba de una agrupación estudiantil vinculada al peronismo de izquierda y a la Juventud Guevarista, rama juvenil del Partido Revolucionario de los Trabajadores. En 1975 esta agrupación, junto a otras estudiantiles, se movilizó al Ministerio de Obras Públicas para exigir el otorgamiento del boleto estudiantil. Sin embargo, en agosto de 1976 esa conquista fue suspendida.
Con este hecho como excusa, la Junta Militar ordenó un despliegue que consistía en el secuestro, la tortura y el asesinato de les jóvenes. De les diez estudiantes sólo Gustavo Calotti; Emilce Moler; Patricia Miranda y Pablo Díaz pudieron sobrevivir. Pero Claudia Falcone (16 años); Francisco López Muntaner (16 años); María Clara Ciocchini (18 años); Horacio Ungaro (17 años); Daniel Racero (18 años) y Claudio de Acha (18 años) aún continúan desaparecides.
La noche de los lápices en primera persona
El nombre que bautizó a la fecha fue tomado de un documento hallado en la Jefatura de Policía bonaerense. El informe tenía como título “La Noche de los Lápices” y estaba firmado por el comisario general Alfredo Fernández. Allí se describía las acciones a realizar contra les estudiantes, a quienes se calificaba como “integrantes de un potencial semillero subversivo”.
De esta manera, se descubrió entonces que la intención en la suspensión del boleto, en realidad, había servido para detectar e ir a buscar a quiénes los militares consideraron que eran “los líderes” de cada escuela.
Emilce Moler -que al momento de su desaparición tenía 17 años- comentó en alguna oportunidad que “lo predominante era atribuir aquel operativo a la lucha por el Boleto Estudiantil Secundario”; pero que no creía que les hayan detenido por eso.
“No secuestraron a los miles de estudiantes que participaron en ella. Detuvieron a un grupo que militaba de una agrupación política”, expresó. Además, resaltó que todes les desaparecides pertenecían a la UES. “Es decir que había un proyecto político, con escasa edad, pero proyecto político al fin”, agregó.
Otro de les cuatro sobrevivientes que relató lo vivido fue Pablo Díaz. Incluso, el caso tomó notoriedad cuando en 1985 Díaz se animó a dar su testimonio en el Juicio a las Juntas.
“La responsabilidad mía, de andar testimoniando, no es agradable pero es justa. Y la responsabilidad -perdónenme- que tienen ustedes, los jueces, no es la impunidad sino el castigo», dijo en ese entonces ante el tribunal.
Un día para reflexionar
Con motivo de la fecha y en memoria de les estudiantes víctimas del terrorismo de Estado, por medio de la Ley N° 10.671, en la provincia de Buenos Aires se estableció el 16 de septiembre como el “Día de los derechos del estudiante secundario”.
La ley fue promulgada en agosto de 1988 y a través del Artículo Nº2 establece que la Dirección General de Cultura y Educación arbitrará los medios necesarios para que:
- En los establecimientos dependientes de su órbita se desarrollen clases alusivas a esta conmemoración, al tema Democracia y Derechos Humanos, brindando información sobre los sucesos acaecidos el 16 de septiembre de 1976, remarcando la importancia de los valores democráticos en contraposición a la arbitrariedad de los regímenes dictatoriales.
- Incorpórase el 16 de septiembre como fecha del calendario escolar.
- Autorizase a los Centros de Estudiantes a realizar toda actividad cultural y/o deportiva tendiente a conmemorar lo especificado en el artículo 1° de la presente Ley.