El próximo jueves 18 de agosto llega al histórico Cine Gaumont (Avenida Rivadavia 1635), Marquetalia dirigida por Laura Linares. Se trata de un ensayo documental en torno a la vida de Elida Baldomir, ex presa política y guerrillera tupamara.
Este film, aparte de visualizar lo que fue su vida anteriormente, muestra cómo transcurre sus días en la actualidad en un pequeño departamento de Montevideo (Uruguay) luego de haber sido encarcelada.
El documental podrá verse en dos funciones en el mismo cine Gaumont: una función a las 16 h y otra a las 21 h el mismo día del estreno. Además, se podrán ver en las plataformas Cine.Ar TV (a las 20 h el jueves 18 y sábado 20) y Cine. Ar Play (se disfrutará una semana gratis a partir del viernes 19 de agosto). Como si fuera poco, estará también en Espacios del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) de Unquillo (Córdoba) y Rawson (Chubut).
Nota al Pie dialogó con Laura Linares, directora de la película, para conocer cómo fue dar con el paradero de Baldomir y la experiencia de convivir un tiempo con ella.
En sus años de juventud, Elida Baldomir fue una gran luchadora tupamara y ex presa política de la época de la dictadura uruguaya. Fue incluso conductora de una columna militar integrada por hombres. La directora expresó que la encontró luego de una larga búsqueda para dar con algune guerrillere de aquella época. Al respecto, confesó que, cuando la conoció, la empatía mutua e inmediata “fue la puerta de entrada para poder mirar y registrar esas marcas de frente, sin disimulo”; en referencia a las marcas de la dictadura y el olvido.
¿Qué te llevó a hablar de Elida Baldomir?
Lo que me llevó a hablar de Elida Baldomir fue que durante toda su vida fue una mujer atípica. Algo que lo sigue manteniendo en la vejez; no es una viejita indefensa, ni mucho menos.
A pesar de la vida agitada que tuvo, las secuelas en su cuerpo y las marcas por los años de cautiverio, sigue en pie. No se rinde y, lo más importante, no se arrepiente de nada. Elegirla, y que ella me elija como protagonista de mi película, se trató también de tomar postura como directora.
¿Qué te llamó la atención de la vida de Baldomir?
Cuando la contacté, me dijo: “Si venís buscando el cuentito rosa de la guerrilla y la dictadura, no cuentes conmigo”. Es ahí cuando, definitivamente, supe que era con ella con quien quería encarar el registro de las marcas de una historia dolorosa; de heridas abiertas, de cuentas no saldadas en la sociedad uruguaya.
En su país no hubo juicio ni castigo a los responsables de la dictadura. No había lugar para un relato épico.
¿Cómo fue llevar a cabo «Marquetalia»?
Poder filmar, y convivir con Elida en su pequeño departamento, se volvió para mí una experiencia transformadora. Una de las más enriquecedoras que viví como realizadora. Ambas tuvimos la posibilidad de exponernos, porque claramente, no hay forma de llegar al fondo si no es asumiendo un compromiso de ambas partes.
Por otro lado, sentí siempre una responsabilidad enorme, siendo argentina, de estar contando una historia que remite al pasado reciente de Uruguay. Un país donde aún no se ha revisado, tanto como acá, esas secuelas a través del arte.