Cada 3 de junio, el colectivo Ni Una Menos alza su voz para que mujeres y disidentes luchen y tengan los derechos que deben tener. En este marco, la consigna que se extendió por todo el territorio nacional y regional, este jueves se cumplió el sexto aniversario del reclamo de políticas públicas para el feminismo.
Nota al Pie dialogó con la militante del colectivo “Ni Una Migrante menos”, Jackelyn Gómez, para abordar los temas sobre las mujeres migrantes en Argentina y la situación laboral. “Las mujeres migrantes somos más que una fuerza de trabajo, aportamos a la economía del país, apostamos y elegimos este país para continuar con nuestras vidas”, expresó.
Trabajo y género
La militante de Ni Una Migrante Menos relató que “lamentablemente aún las instituciones estatales en muchos espacios siguen reproduciendo prácticas discriminatorias y xenófobas”. Hoy en día esta práctica es habitual ya que no solo se discrimina por la condición social y de género sino también por nacionalidad.
Jackelyn Gómez se desempeña como docente y en el sistema educativo pueden notarse las diferencias y la precarización laboral que se les ofrece por ser migrantes; además de obligarlas a cumplir funciones que no les corresponde.
“Seguimos exigiendo una educación donde se contemple a la migración, donde se respete a las familias migrantes, donde se respete las trayectorias de nuestros niñes y adolescentes”, comentó; y agregó que deben dejar de estigmatizar y corregir la lengua materna de los niñes.
3J: la lucha por derechos
Hace seis años, el feminismo empezó una pelea contra el Estado para poder garantizar en todo el pueblo argentino el derecho a la libertad y a la garantizacion de políticas públicas. El derecho a un trabajo digno, a la no precarización, discriminación y a la violencia feminista son algunos de los ítems que se tocan en estos días.
En este marco, Jackelyn Gómez evocó el hecho sufrido por parte de su ex pareja, la violencia física y psicológica que recibió y cómo vivió su primera marcha de Ni Una Menos. “Venía de una relación de casi ocho años de vivir violencia por parte de mi ex pareja […] me decía que, por ser extranjera, él tenía el derecho a quedarse con mis hijes”, relató.
“Yo aquí en su país no valía nada, él por ser argentino si quería me mataba y no iba a pasar nada, porque la Justicia le va a creer a él y no a una extranjera”, agregó la docente y militante. Las situaciones de violencia de género son mucho más complejas, muchas veces no se logra salir y en otras, aquellas que logran escapar se convierten en sobrevivientes.
Precarización, crisis económica y ausencia del estado
En diálogo con este medio, otra integrante de Ni una Migrante Menos, Carla Montero, contó acerca de las migrantes en Argentina y su situación laboral. “Hay compañeras que vienen garantizando ni más ni menos que la comida para las familias más afectadas por la crisis económica y social que se profundizó con la pandemia a raíz del Covid-19”, refirió.
“Muchas de esas compañeras que dejan hasta la vida, son mujeres migrantes, son trabajadoras que no son tomadas con la misma importancia que otro oficio o trabajo […] vemos cómo se reproduce la ausencia del Estado para reconocer la labor de las mujeres, trabajadoras migrantes”, contó.
Desigualdades: un amplio camino por recorrer y mejorar
“Molesta claramente que mujeres migrantes ocupen espacios donde las mujeres blancas y nacionales han ocupado; hablar de violencia de género, trabajo y migración está directamente relacionado con el racismo y la xenofobia”, relató Carla Montero.
“Podríamos reflexionar por qué una mujer migrante que vive hace tres décadas o cinco años en el país, debe nacionalizarse para ocupar un cargo jerárquico en el Estado; son esas lógicas y prácticas las que debemos romper, un pedazo de plástico, que es el DNI empezando con 9 o 1, no nos cambia a la hora de ejercer bien nuestro trabajo”, reclamó.