El uso medio de una bolsa de plástico es de 12 minutos y su degradación tarda desde décadas a siglos, según el caso. Se estima que cada persona gasta alrededor de 230 bolsas de plástico al año, lo que significa más de 500 billones de bolsas de plástico en el mundo.
La contaminación por plásticos es una grave amenaza para la vida humana y marina, por eso, cada 3 de julio se celebra el Día Mundial Libre de Bolsas Plásticas. Esta fecha tiene el objetivo claro de reducir las bolsas de plástico de un solo uso y fomentar su consumo responsable.
En ese marco, en distintos lugares del mundo se llevan adelante diferentes tipos de actividades de concientización. Entre ellas se encuentra la campaña global “Julio sin plásticos” que impulsa durante 31 días evitar el consumo de este tipo de material. En esta nota te contaremos por qué julio es un mes para comenzar el proceso de minimizar el consumo de plásticos.
El lugar del plástico en el cambio climático
El cambio climático, producto del calentamiento global, es la mayor problemática ambiental. El calentamiento global, o sea el aumento de la temperatura promedio anual, es consecuencia de la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera.
Los expertos afirman que desde el siglo XIX las actividades humanas han sido el principal motor del cambio climático y esto se debe, principalmente, a la quema de combustibles fósiles como el carbón, el petróleo y el gas.
Entonces, ¿de qué manera la contaminación por plásticos contribuye al cambio climático? En primer lugar, porque se fabrica predominantemente a partir del petróleo, un combustible fósil. Mientras más plástico se produce más combustible fósil se necesita y más se intensifica la crisis climática.
Por otro lado, los productos plásticos generan además emisiones de gases de efecto invernadero a lo largo de todo su ciclo de vida. Considerando que las bolsas plásticas pueden tardar en degradarse más de 500 años, el impacto que esta produce en el ambiente es un problema serio.
Plástico en el océano y microplásticos en el cuerpo
En febrero de este año, el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), advirtió que los residuos plásticos llegaron a “todos los rincones de los océanos” y amenazan “la biodiversidad marina”. Las cifras de la contaminación por plásticos son alarmantes: se estima que alrededor de 11 millones de toneladas llegan a los océanos cada año.
Entre las maneras en que este tipo de contaminación afecta la fauna marina se puede nombrar la confusión de las tortugas marinas de las bolsas de plástico flotantes con medusas que hace que las consuman sin poderlas digerir; o el picoteo de plástico que huele a comida de aves marinas, o el enredo de ballenas que quedan atrapadas en desechos de este material.
Por otro lado, el plástico en los océanos también afecta la salud de los humanos. Sucede que el plástico se degrada en fragmentos cada vez más pequeños, conocidos como microplásticos, que están presentes en productos que consumimos, en el aire y en el agua.
Se han encontrado microplásticos en nuestros pulmones, hígado, brazos y riñones. Incluso, en un estudio reciente se detectó también en la placenta de recién nacidos.
Desplastificarse en Argentina
“Desplastificar” es un verbo inventado y promovido por la empresa social Unplastify, que lo define como “acción progresiva de minimizar el uso de plásticos descartables”. Según ellos, desplastificar implica tres pasos: explorar nuestra relación con el plástico, educarnos sobre el problema y soluciones para tomar decisiones informadas y accionar cambios reales.
Unplastify impulsa en Argentina, como en otros países de América Latina, el desafío «Julio sin plástico» que está inspirado en la campaña global diseñada por la australiana Rebecca Prince-Ruiz. La propuesta de esta empresa social es evitar durante 21 días el consumo de plástico de un solo uso a partir de un proceso de tres fases, con consignas semanales y encuentros virtuales.
El programa para reducir el consumo de materiales plásticos está abierto a quien desee inscribirse y comenzará el 4 de julio.