El 14 de julio se estrena en las salas argentinas la tan esperada película biopic del Rey del rock, Elvis. Esta nueva creación de Baz Luhrmann cuenta (o más bien trata de contar) la historia y origen del oriundo de Mississippi. Luhrmann es reconocido por ser el hacedor de éxitos como Romeo + Julieta (1996), protagonizada por Leonardo Di Caprio o el film musical Moulin Rouge (2002).
El director se suma a la ola de llevar grandes estrellas musicales a su correspondiente biopic cinematográfica, como ocurrió anteriormente con Freddie Mercury (Bohemian Rhapsody, 2018), Edith Piaf (La Vie en Rose, 2007) o Ray Charles (Ray, 2004), que no siempre obtienen un buen resultado.
Una película “plástica” y comercial
Esta pudo haber sido la oportunidad para crear una gran película de la leyenda Elvis Presley, a quien se le debe un buen homenaje en el cine. Sin embargo, termina por convertirse en una gran producción de ritmo frenético, narrada no fielmente desde el punto de vista del manager de la estrella.
Algo que no solo le quita protagonismo al músico. Sino que además la trama se vuelve superficial, donde hay mínimos momentos personales de gran valor y momentos musicales incompletos en segundo plano.
Resulta en un film que (no se puede negar), es llamativo estéticamente. Y mantiene al espectador de seguro entretenido en sus casi dos horas y cuarenta minutos. No por nada ha contado con un presupuesto de 85 millones de dólares. Tiene un inicio algo desconcertante con mucha información, y muy al estilo sobrecargado de los tecnicismos del director.
La mezcla de tiempos y lugares se encuentran a cargo del Coronel Parker, futuro gestor y manager de Elvis, quien se apodera del lugar central de la película. Pese a ello, la narrativa tiene mucho de la vida del músico, revela y subraya momentos con detalles interesantes y muy bien representados. Pero nunca conecta con la parte más humana del artista.
Hasta la parte sociocultural o política que suma, se queda a mitad de camino. Pero, por otro lado, hay hechos relevantes de la vida de la estrella americana que faltan o pasan casi en un pestañar de ojos.
Y mientras avanza el film, a pura inercia, solo es una demostración repetitiva de la mala relación de Elvis y el coronel. Y en la cual, a manera clásica del cine americano, se busca dar una lección de valores y ética. En definitiva, la película demuestra las idas y vueltas de una estrella de la música, que podría trasladarse a varias figuras universales de este ámbito.
Un buen elenco pero descafeinadas interpretaciones
Austin Butler es el encargado de darle vida a Elvis, un personaje que preparó por más de seis meses. El resultado es convincente a medias, logrando imitar muy bien los movimientos, su tono de voz y gestos. En el film, el joven actor ejecuta hasta tres tonos de voces, dependiendo de la década del artista.
Luhrmann su director, quien además co-escribió el guión, le otorga pocas oportunidades de plasmar su talento dramático en escenas sólidas, más allá de los momentos de muchas espectacularidades con muchas luces y variedad de trajes. Pero las mínimas partes sensibles que muestra la película, el personaje resulta ser frío, de madera balsa.
Su versatilidad se va realmente diluyendo durante la trama, luciendo en las partes musicales del film. Al final, el actor queda al límite justo de un imitador clásico de Las Vegas. Quizá es una idea del director que el actor tenga un sutil parecido al verdadero Elvis. Ya que no luce real en los primeros planos ni físicamente y menos en su rasgos.
Solo es un joven peinado y maquillado similar al Rey del Rock’n’Roll. Pero no transmite su esencia ni alta sensualidad. De igual modo, seguramente obtendrá varias nominaciones a premios. E inclusive hasta en los Oscar, gracias al bajo nivel de las últimas galas.
Tom Hanks como el Coronel Tom Parker está bien preparado, pero poseé varios problemas para salir airoso en este film. En primera medida, interpretar a un villano con una maldad endeble y justificada hacia el final. Que molesta más en pantalla, por no dejar ver a Presley en las escenas musicales. Y , en otro punto, el exceso de maquillaje (y mal aplicado). Esto terminó por transformarlo en un personaje poco creíble y caricaturizado.
Un broche de oro para el final
El film resulta en una montaña rusa de collage cinematográfico, de imágenes desenfrenadas en mínimas transiciones, como un montaje sin límites ni emoción. Si hay algo que el director (entre otras cosas) no logra sacar jugo es a los grandes hits de Elvis.
Quizá en la versión que llegue al video de cuatro horas, se podrá ver mejores momentos musicales que la versión que ha llegado al cine. Son mínimas las canciones que están casi completas. Podría destacarse brevemente un buen trabajo de mixtura de los sonidos clásicos y modernos que forman la banda de sonido.
Lo mejor ha sido el final de la película, en donde se realiza una transición del personaje al verdadero Elvis en su última actuación: allí, se encontraba interpretando un excelente cover de la inolvidable canción “Unchained Melody”.
Poco después, este cantante de apenas 42 años perdería la vida en Graceland, su singular mansión en Memphis, Tennessee. Tras un ataque cardíaco, luego de años de abuso de medicamentos y drogas. Y comenzaría así una de las máximas leyendas musicales, el dios Elvis.