El indigenista Bruno Pereira y el periodista Dom Philips fueron vistos por última vez hace nueve días en un trecho de río cercano a la ciudad de Atalaia do Norte, en la frontera entre Brasil, Perú y Colombia. Familiares y colegas de los desaparecidos exigen al Estado realizar una búsqueda más seria y exhaustiva. Por su parte, Jair Bolsonaro expresó públicamente que será “muy difícil” encontrarlos con vida.
“Dos personas en un bote en una región completamente salvaje es una aventura que no se recomienda hacer. Puede pasar cualquier cosa. Puede ser un accidente, puede ser que les ejecuten”. Esas fueron las primeras declaraciones del presidente brasilero Jair Bolsonaro sobre los desaparecidos en su país.
Según el diario británico The Guardian, al que pertenecía Dom Philips, ayer se encontraron dos cadáveres en la zona y la policía estaría investigando sus identidades. Sin embargo, las autoridades niegan el hallazgo.
Por su parte, el presidente Jair Bolsonaro continuó con las declaraciones desafortunadas: “Las búsquedas continúan. Pero los indicios llevan a creer que hicieron alguna maldad con ellos, porque ya fueron encontradas vísceras humanas flotando en el río, que están en Brasilia para identificar su ADN”. En esos términos se expresó el lunes por la mañana.
“Será muy difícil encontrarlos con vida. Ruego a Dios que suceda, pero los indicios señalan en este momento lo contrario”, concluyó.
La desprotección de los pueblos nativos
Dom Phillips es un periodista británico que vive en Brasil y es especialista en temas ambientales. Visitó el Valle de Yavarí con el objetivo de recabar información para un libro sobre cómo salvar la selva tropical.
En el viaje lo acompañó Bruno Pereira, un gran conocedor del territorio. Pereira trabajó durante muchos años para la Fundación Nacional del Indio (Funai). Ese organismo oficial se encarga de proteger a los pueblos nativos.
Pero cuando Jair Bolsonaro alcanzó el puesto de primer mandatario, desplazó a Pereira de su cargo. Su lugar lo tomó un misionero evangélico conocido por sus incursiones ilegales para profesar entre les natives aislades del valle de Yavarí. Lo sucedió un policía militar designado por Bolsonaro.
¿Por qué todas las miradas están en el Valle de Yavarí? La zona tiene el tamaño de Panamá. Se encuentra cercana a la triple frontera entre Colombia, Brasil y Perú, en plena Amazonia.
Pero lo más importante es que en ella habitan como mínimo 115 pueblos indígenas aislados. Estas comunidades viven como lo hacían antes de que les portugueses conquistaran la zona, siglos atrás. No tienen contacto con el resto del país, menos del mundo. Por ley, el Estado brasilero reconoce su derecho a desarrollarse de esta forma.
Pero desde que Jair Bolsonaro asumió el poder, los pueblos nativos tienen menos protección. Antigues empleades de la Funai afirmaron en estos días al diario El País que el organismo no funciona como debería.
“Existe mucha persecución dentro de la Funai contra los que intentan cumplir la misión institucional (de proteger a los indígenas). El presidente de la Funai está súper alineado con Bolsonaro”, denunciaron.
El peligro de buscar la verdad
La trama alrededor de la doble desaparición es compleja y cruza muchos intereses. Algunos nobles, como los de quienes intentan proteger a les indígenas que viven allí hace siglos. Pero otros son más oscuros.
Phillips y Pereira recibieron amenazas antes de ser vistos por última vez. De hecho, el domingo antes de su desaparición, testigues observaron cómo un pescador los perseguía con su lancha. Ese hombre protagonizó anteriormente incursiones ilegales en la reserva indígena Yavarí, y es el único detenido por el caso. Sin embargo, afirma no tener nada que ver con el posible final de los dos hombres.
¿Por qué un pescador estaría molesto por la incursión de Phillips y Pereira? Una hipótesis sería que el valle de Yavarí también es tierra de cazadores y pescadores furtives. Se supone que allí solo pueden pescar les natives, para subsistir de forma sustentable. Pero la realidad es diferente.
Se sospecha que empresaries locales pagan a pescadores para entrar de forma ilegal en el valle y luego entregar las capturas. Uno de sus objetivos sería el pez de agua dulce con escamas más grande del mundo, el arapaima. Pesa hasta 200 kilos (440 libras) y puede alcanzar los 3 metros (10 pies). Se vende en ciudades cercanas como Leticia, en Colombia; Tabatinga, en Brasil, e Iquitos, en Perú.
El Valle de Yavarí: tierra de nadie
Pasaron más de 500 años de la invasión europea en América Latina, pero parece que a les natives aún se les considera como seres inexistentes. Aunque nadie debería irrumpir en el Valle de Yavarí, a la zona la frecuentan narcotraficantes, madereres y mineres ilegales.
La región fronteriza con Colombia y Perú es parte de las rutas por las que el narcotráfico internacional mueve sus cargamentos. Desde allí los embarcan en la costa atlántica hacia Europa. La poca vigilancia policial y militar predispone esas actividades.
Existen grupos de vigilantes indígenas que protegen la región. “No sustituyen al Estado: fiscalizan al Estado. Hacen trabajo de vigilancia, recaban información para documentar ilegalidades y presionar a los poderes públicos para que actúen”, explicó al diario El País una fuente indigenista.
El (in)accionar de Jair Bolsonaro
Si bien estas actividades ilegales llevan mucho tiempo de existencia, les proteccionistas de los derechos indígenas denuncian que se intensificaron en el último tiempo. Sobre todo cuando el actual presidente Jair Bolsonaro llegó al poder.
De forma internacional, su desprecio por el cuidado del medio ambiente encendió la alarma con los incendios en el Amazonas. Hay deforestadores ilegales que prenden fuego árboles milenarios en distintas partes de Brasil para luego utilizar el terreno con otros fines.
Los sectores indigenistas y ambientalistas denuncian la política de Jair Bolsonaro. Argumentan que pretende desproteger estas tierras e incentivar su explotación a través de la minería, la agroindustria o el comercio de troncos. Un accionar casi de manual de gobiernos de derecha, como el de Donald Trump en Estados Unidos.
En breve, habrá elecciones presidenciales en Brasil, y Bolsonaro ya está en alerta. Al igual que su “mentor” estadounidense, aseguró que si pierde seguro se deba a fraude electoral. Y puso en su bolsillo al ejército brasilero. Hasta aseguró que él mismo debería hacer un conteo paralelo de los votos, lo que pone en peligro la eficacia de la democracia.
Estas ideas se propagaron en América en el último tiempo. En Argentina, su mayor exponente (y más mediático) es Javier Milei. Son situaciones a tener en cuenta, considerando que el año que viene también habrá elecciones a nivel nacional.
Mientras tanto, ¿en Brasil continúa la búsqueda? Las familias y colegas de los desaparecidos criticaron a las autoridades por enviar pocos medios y ninguna aeronave. Exigen una búsqueda más seria y exhaustiva. Esta desaparición trágica puso el ojo del mundo en este rincón del sur del planeta, donde las tramas ilegales son tan densas como la cantidad de árboles en el Amazonas.