En nuestras cabezas y en nuestra escolaridad, la Revolución de Mayo es el hecho fundante de nuestro país y de nuestros gobiernos patrios. El inicio de un nuevo camino que cambió la historia y dio comienzo a una guerra, a una guerra que arrancó civil, que derivó en revolucionaria y terminó independentista. Pero ¿Cuán revolucionaria fue la revolución? ¿Puede ser cuantificable su proceso? ¿Por qué un cambio de gobierno provocó tanto movimiento? Preguntas que siguen sin respuesta, pero que nos llevan a pensar siempre que la Revolución de Mayo, no sólo fue un hecho histórico, sino también el inicio de un proceso que todavía no culminó y está en nosotros seguir poniéndolo en discusión.
No hubo cambio brusco, no hubo disparos ni muertos, un debate largo el 24 de mayo de 1810, una Junta Gubernativa que sale mal, amenazas esa misma noche que todo debía cambiar la mañana siguiente. Otro Cabildo abierto, mucho debate, de un lado Paso y Castelli, del otro el liberal Obispo Lue, retroversión o no de la soberanía, el derecho de los pueblos como entidades y no como personas, el respeto al debilitado Consejo de Regencia, todo termina con una nueva Junta que se organiza y declaraba su Lealtad al Rey Fernando, pero esta vez, en su cabeza había americanos y no españoles. El cochabambino Saavedra será su presidente, los secretarios son el sereno pero formado Paso y el irreverente abogado de pobres, esclavos e indios Moreno; rejunte peculiar son los vocales de la junta, los abogados y primos Castelli y Belgrano, el cura revolucionario Alberti, la otra pata militar con Azcuénaga y el comerciante español Larrea. Todos juraron sobre la Biblia en el Cabildo, sede del poder virreinal, ahora cabeza de una Junta de Gobierno americana, para después ir caminando, entre gritos de vivas, hacia la Catedral y celebrar el Tedeum. Día agitado, tal vez algo nublado, con French y Berutti llevando a los muchachos a la plaza de la Victoria, por un lado, y el mulato Monteagudo, junto al jabonero Vieytes, pensando qué hacer, por el otro. Esto fue el 25 de mayo de 1810, no hubo sangre, no hubo muertos, no hubo incidentes, ni un rasguño, y entonces, ¿por qué fue una revolución?
La Revolución de Mayo fue una revolución, porque desde el final de las Invasiones Inglesas (1806/1807) el poder de la realeza borbonas fue puesto en discusión. Las reformas de Carlos III no ayudaron a incrementar el poder del rey, sino a generar enojo ante una autoridad que quería imponerse sobre la población local. Su hijo Carlos IV y su nieto Fernando VII tampoco desbordaban lucidez, entonces el Cabildo, viejo resabio colonial de otras épocas, no solo destituye y desconoce a un virrey (Sobremonte), sino que impone uno nuevo que ni siquiera es español (Liniers), ahí empieza a ponerse en cuestión el poder real. Para colmo Napoleón no ayudó mucho para mostrar la debilidad e inoperancia de los borbones. En ese contexto, todo empezó a destruirse un poco más en aquel Imperio donde no se ponía el sol. En mayo de 1809, para los días 24 y 25 se inicia un proceso revolucionario en Chuquisaca, que más revolucionario de lo que paso un año después, será salvajemente reprimido, de donde Monteagudo escapo como pudo. Por otro lado, en el mismo año, el gobernador de Montevideo, Elío, armó su propia junta (¿y primera?) del otro lado del charco, enfrentado con la Buenos Aires capital virreinal y altanera.
Será por todo esto, que lo que pasó en la benemérita reina del plata fue una revolución, que en ese momento no necesito de sangre para llegar al gobierno, pero si la necesitó después para tratar de tomar el poder. Ideas ilustradas, ideas reformistas, pensamiento suaresiano (Suárez, padre y legista jesuita, que también planteó la idea de retroversión de soberanía y de la legitimidad del regicidio), pragmatismo político y urgencia de la acción, fueron las bases de los primeros patriotas que no eran revolucionarios hasta que empezó la revolución. Entonces había que empezar a hacer, primero con lo que se creía, después con lo que tenían y finalmente con lo que podían.
Finales trágicos, exilios lejanos, pobreza extrema, gloria efímera o simplemente ser nombrados en un acto escolar fue lo que quedó de Belgrano, Moreno, Castelli, French, Monteagudo, Berutti, Vieytes, Larrea, Paso y tantos otros, dicen que las revoluciones se comen a sus hijos y así fue, murieron sin terminar de realizar su obra y bastante escépticos de haberla podido realizar, pero cuando pensamos todo lo que pasó después, todo lo que se construyó, lo que se conquistó y lo que se haciendo, pensar que hoy somos una nación soberana, con un pueblo que sigue exigiendo libertad, igualdad y fraternidad, que sentimos muchas injusticias como propias y que nos seguimos movilizando por ser un poco mejoras, podemos decir que su obra no se terminó, que quedó inconclusa, pero que debemos continuar, para poder acercarnos a esa utópica nación de hombres y mujeres libres que alguna vez soñaron un 25 de mayo de 1810.
Profesor de Historia Fernando Aníbal Protto
Delegado de UTE