En un mundo distópico una fatal epidemia ha llevado a la humanidad a su punto más hostil. Y una pareja buscará un lugar para redescubrirse y apostar al amor. Desde esta premisa parte la trama de la comedia dramática “El Almacén del Fin del Mundo”.
Creada por Martin Henderson, se trata de un original espectáculo con una estética muy cuidada donde se respira talento. Así, la misma incluye momentos de mucha represión y deseo en tres cuadros que van exponiendo las miserias y los cambios de los protagonistas.
Para aquelles que deseen ir a verla, la cita es en la bella sala del barrio del Abasto, Teatro El Extranjero, ubicado en Valentín Gómez 3378, Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Cabe destacar que, durante el mes de abril se podrá ver cada viernes a las 22hs, mientras que a partir de mayo será a las 20hs.
La obra es atrapante, reflexiva y muy actual, goza del humor como condimento principal. Sin embargo, poco a poco va mutando a un drama que sorprende y resulta de rápida empatía. Mientras suceden los minutos la historia se va inclinando así hacia su lado más cruel. Tiene así una puesta sobria que logra un clima cinematográfico por momentos.
Además, encontramos en ella algunos rasgos del teatro under, los cuales con muy poco logran mucho, y más cuando se cuenta con un elenco talentoso. Desde el principio el show logra transportar a la platea, entre momentos muy divertidos y desopilantes, un poco de baile y un par de canciones que se convierten en mágicas en la voz de la consagrada Dolores Ocampo.
En escena, tres sobrevivientes
Con un texto ingenioso, Henderson ha creado una propuesta teatral sagaz. Su aventura teatral macabra conjuga suspenso, complicidad, comicidad y desdichas humanas. Pero además se pone en el papel del anfitrión de la noche, es el mozo de este restaurante que comienza como un refugio o despertar del amor. Y que, al igual que sus visitantes y empleados, va mutando en una trama dinámica.
En ese sentido, en la escena lo acompaña Leonardo Saggese con un personaje versátil y divertido, que juega a su contrafigura. Una infinita batalla verbal llena de flechas ácidas, la cual se mantendrá por casi toda la pieza, con este mozo que lo desafía hasta en lo más mínimo. Junto a ellos la platea se ríe y se sorprende con las situaciones inesperadas que les suceden.
A su vez, resulta imposible no destacar a la única figura femenina del grupo, Dolores Ocampo, quien deja su impronta en todo lo que emprende. La misma hace un trabajo actoral impecable y muy fresco, sostenido en miradas, gestos, ocurrencias y locuras. Esto se produce cuando tenés a una artista que canta como los dioses, que hipnotiza con su descomunal registro vocal y que, además, logra transitar del drama a la comedia y volver en un instante. No se puede pedir más.
La pandemia como recurso creativo
Más allá de que el comienzo es algo bizarro, la obra logra de inmediato transportar al espectador a un pasado muy presente. Es increíble que términos y momentos que solo se pensaban en ficción hoy se vuelvan parte de una memoria vivida colectiva. Y con eso juega esta original obra, Martin Henderson tomó todas las experiencias de la pandemia y las mezcló con ingenio para crearla.
En efecto, su texto y dirección resultan acertados, brinda el momento justo para que brille cada uno del equipo. El show en conjunto funciona, y ha logrado la principal meta del teatro, entretener. A su vez, de yapa, resulta realmente reflexiva y expone desde el arte los límites de la conducta humana.
La obra, además de transitar durante sus 75 minutos por variadas emociones y situaciones, es una historia que se pasea por el poder, la superación, el amor y la incertidumbre. Lleva a la platea por un tire y afloje entre diversión y miedo que los mantiene atentos. Tragedia, comedia, y horror deja espacio para casi creer que hasta en los momentos más difíciles el arte rescata lo mejor que cada uno lleva dentro.