Hoy se celebra el Día de la Tierra, sin embargo los últimos años no han sido nada positivos para nuestro planeta. La ciencia ha ido profundizando sus investigaciones y tiene cada vez más certezas respecto a lo que el cambio climático puede producir a nivel global.
La primera vez que se nombró esta efeméride fue el 22 de abril de 1970, en Estados Unidos. La fecha se instauró con la finalidad de concientizar y enseñar sobre el medioambiente. Aproximadamente 20 millones de personas participaron, saliendo a las calles para manifestarse por causas ambientales, lamentablemente aún nada ha cambiado.
El IPCC, las siglas en inglés del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático, es el encargado de la gran revisión de la literatura científica sobre la crisis climática. La anterior revisión se concluyó en 2014 y sirvió para que se adoptara el Acuerdo de París a finales de 2015. La inspección actual está sirviendo para constatar que los países no están encaminados a cumplir aquel pacto, ni poner de su parte para reducir las consecuencias del calentamiento explicitadas en el tratado.
La revisión de este año tuvo una primera conclusión contundente: el cambio climático existe; y es responsabilidad puramente del ser humano. El primer informe de los tres publicados, el difundido en agosto, fulminó el negacionismo desde la primera línea al considerar “inequívoco” que el ser humano y sus actividades han “calentado la atmósfera, el océano y la tierra”.
En Europa las temperaturas medias en el continente están ya 2 grados Celsius por encima de los niveles preindustriales (se toma como referencia la media del periodo comprendido entre 1850 y 1900). Además, el pasado verano fue el más cálido registrado hasta ahora, si tomamos en cuenta las temperaturas históricas del viejo continente.
La situación en Sudamérica
En diálogo con Nota al Pie, Nicolás Fiedotin, director de Fundación Metáfora, aseguró que la situación del cambio climático es alarmante. “No es una proyección a 100 años, lo que está ocurriendo necesita que todos los países comiencen a hacer los esfuerzos pertinentes. Esto debe comenzar por los países más desarrollados, que son los que explotan el medio ambiente sin límites en los continentes menos desarrollados, como África y Latinoamérica”, señaló contundente.
El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de la ONU aseguró que Latinoamérica experimenta impactos en la producción agrícola, la pesca tradicional, la seguridad alimentaria y la salud humana. Todos estos factores se deben a la mayor frecuencia y severidad de sequías, y a la consecuente disminución de disponibilidad de agua en algunas regiones.
Nicolás Fiedotin, además, es abogado especializado en Derecho Ambiental y Derecho Internacional Público. “Las problemáticas que estamos viendo en Latinoamérica como la bajada del Río Paraná, los incendios en varias provincias de Argentina, el faltante de agua en Santiago de Chile o la deforestación del Amazonas son un aviso de lo que va a venir. Cada vez va a ser más difícil prevenir estos eventos, cómo van a ocurrir, con qué magnitud. Tenemos un sistema de producción que se basa en el consumo de los recursos ilimitados”, expresó.
Sin medidas de mitigación concretas, es decir tomar medidas colectivas que puedan contrarrestar o minimizar los impactos ambientales negativos, se estima que más de 17 millones de personas podrían ser obligadas a migrar dentro de sus propios países para escapar de las consecuencias del cambio climático en el continente.
Consecuencias económicas
A pesar de ser una de las regiones que menos contribuye al calentamiento global, los cálculos del Banco Mundial indican que los países latinoamericanos han perdido un 1,7% de su Producto Interno Bruto anual. Esta cifra es el resultado de las pérdidas relacionadas a los desastres naturales provocados por el clima, en las últimas dos décadas.
Fiedotin sostuvo que “de alguna manera producimos poca riqueza a pesar de las posibilidades que tenemos. Los países que vienen a realizar las actividades extractivistas en nuestro suelo solo dejan problemas. Nos dejan las inundaciones, la contaminación ambiental, los incendios y comunidades empobrecidas a causa de los desastres naturales”.
Según las advertencias del Banco Mundial, casi 6 millones de personas podrían caer en la pobreza extrema. Latinoamérica es una región es vulnerable y está altamente expuesta a la mayoría de los efectos negativos del clima.
Al respecto, Fiedotin aseguró que “lo que necesitamos es más democracia. Debemos fortalecer los lazos democráticos para darle posibilidad a las comunidades de participar en la toma de decisiones. Hay ejemplos que muestran que existen comunidades preocupadas y quieren participar en la toma de decisiones con instrumentos que funcionen. Como, por ejemplo, pensar una economía circular, el repastoreo en el campo e incluso promover productos que no sean de un solo uso”.
América Latina y el Caribe aportan solo el 8% de las emisiones de gases de efecto invernadero, las cuales provienen en gran medida del sector agropecuario, del cambio de uso de la tierra y la silvicultura.
“Todos los países tienen responsabilidades compartidas, pero no iguales. Países como Argentina no tienen la misma responsabilidad frente al cambio climático que Estados Unidos, por ejemplo. Son procesos globales que nos afectan a todos los países de manera distinta, pero es imposible negar esta realidad debido a la evidencia científica que existe”, advirtió Fiedotin.