El 16 de abril de 2016, el mundo de las fiestas electrónicas en Argentina se sacudió. Cinco chicos murieron en el festival Time Warp, que tenía lugar en el predio de Costa Salguero, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA).
Mucho se discutió acerca del porqué de los fallecimientos. Las pericias oficiales aseguran que fue por un mix letal de consumo de drogas. Las familias de las víctimas apuntan a la organización de la fiesta, por la falta de agua y la escasa (y mala) atención médica.
Lo cierto es que esa noche, cinco jóvenes de entre 20 y 30 años perdieron la vida. Nicolás Becerra, Francisco Bertotti, Bruno Boni, Martín Bazano y Andrés Valdez ya no están en este mundo, y todavía no se hizo justicia por ellos.
Pero esta tragedia alumbró una realidad sobre la que la sociedad argentina hacía la vista gorda. Las drogas sintéticas (el éxtasis es una de las más conocidas) son moneda corriente en muchos eventos sociales.
Lejos de criminalizar a las víctimas y culparlas por el consumo, ¿Qué hizo el Estado desde la tragedia de Time Warp para brindar soluciones? En un país donde el acceso a las drogas ilegales es cada vez más fácil, ¿sirve el castigo a quienes las ingieren? ¿Cómo debería ser la guerra contra el narcotráfico?
Un caso trágico: la fiesta de Time Warp
El Time Warp (o “tùnel del tiempo” en español) es un festival de música electrónica que nació en 1994 en Alemania. Desde 2014 se celebraba en Argentina, por lo que la del 2016 era su tercera edición en el país. La fiesta de ese año se llevó a cabo el 15 y 16 de abril, en Costa Salguero (CABA).
Allí fueron en la noche del 15 de abril Nicolás Becerra, Francisco Bertotti, Bruno Boni, Martín Bazano y Andrés Valdez. Los cinco fallecieron esa madrugada, en una situación que aún no tiene una explicación confirmada.
La Superintendencia de la Policía Científica realizó pericias en 2019 que determinaron la causa de los decesos. «La muerte es compatible con la producida con la toxicidad de un síndrome serotoninérgico por drogas», concluyó una junta médica que encabezó la superintendente de Policía Científica de la Bonaerense, Cristina Raventa.
Sin embargo, el perito de parte de una de las víctimas firmó en disidencia. Es que las familias de las víctimas aseguran que hubo otras razones. Afirman que el público doblaba la capacidad del predio. Además, denuncian que los chicos sufrieron de un caso de deshidratación, porque el agua tenía un costo muy elevado y no se brindaba con libertad.
También, hicieron hincapié en la falta de personal médico para atender a tanta cantidad de gente. La jueza a cargo, María Eugenia Capuchetti, debe elevar el caso a juicio oral y público.
El presidente de la empresa Dell Producciones -organizadora del evento-, Adrián Conci, es uno de los procesados. También lo son los empleados de esa firma: Maximiliano Ávila, Carlos Garat, Carlos Penise y Martín Gontad. Por otra parte se procesó a cinco funcionarios del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires como partícipes necesarios del delito de comercio de estupefacientes, agravado. Se los acusa de ser coautores de los delitos de abandono de persona seguido de lesiones y muerte y de incumplimiento de los deberes de funcionario público.
Culpar a las víctimas
El caso de Time Warp mostró la urgencia de tratar de manera diferente en Argentina el consumo de drogas ilegales. Seis años más tarde, la cocaína adulterada de Puerta 8 mató a más de 20 personas.
En esas situaciones, les que caen son los últimos eslabones en la cadena del narcotráfico. Se apresa a quienes consumen, o a les vendedores de las diferentes sustancias. Pero nunca se atrapa a quienes están a la cabeza de las organizaciones de producción y venta de drogas ilegales.
La ex gobernadora de la provincia de Buenos Aires, Maria Eugenia Vidal, utilizó como eslogan de campaña entre otras cosas la guerra contra el narcotráfico. Una batalla que se da desde la década del 80 en Latinoamérica, sin resultados evidentes. Vidal, por su parte, terminó viviendo en una base militar para proteger su seguridad.
Es obvio que eliminar el consumo de drogas ilegales con el intento de “cazar” a les líderes del narcotráfico puede preceder a más décadas de resultados negativos. ¿Por qué, entonces, no cambiar el enfoque?
Canadá realizó acciones polémicas, pero eficientes. Desde 2016, habilitó centros para que les adictes consuman drogas intravenosas con supervisión médica. Lejos de aumentar los números de drogadependientes, las autoridades médicas canadienses afirmaron que se lograron controlar casos de sobredosis. También, que las personas que asisten a esos centros luego entran con más rapidez a programas de recuperación.
Argentina es uno de los países de la región con leyes más restrictivas en lo concerniente al consumo de drogas. En ellas, se apunta de manera punitiva a quienes consumen.
Pero en los últimos años, desde el Estado se realizaron esfuerzos para aprobar la utilización de cannabis de forma medicinal. Porque hasta ahora, multitud de gente fue presa por cultivar la planta con fines exclusivos de la salud. Una luz de esperanza se prende al final del camino.
La tragedia de Time Warp todavía espera justicia. No solo se deberá determinar y establecer penas para los culpables directos de la muerte de Nicolás Becerra, Francisco Bertotti, Bruno Boni, Martín Bazano y Andrés Valdez. Sino también, modificar las bases de un sistema que, de seguir igual, podría fácilmente causar el fallecimiento masivo de otras personas por el consumo sin control de drogas ilegales.