En 2021, de mano de Deriva Editorial, salió a la venta esta antología de historias cortas, escritas por Brian Janchez y con dibujos de Pablo D’Alio. Lo que ya pasó cruza eventos en los que cada personaje debe superar vivencias devastadoras en diferentes niveles. La obra se puede conseguir en la mayoría de las comiquerías argentinas.
Dentro de las páginas, se pueden encontrar tanto distopías futuristas como historias completamente íntimas. Muchas instancias son exploradas. Inclusive las más pesimistas, como es el caso de “El Murciélago”. Así, las cuatro narraciones dan diferentes sensaciones al lector.
Cuatro historias cortas
Dentro de esta antología, encontramos desastres naturales; problemas románticos; fantasía y ciencia ficción. Cada una de ellas ataca un aspecto emocional específico: la soledad, en alguna de sus facetas.
En “El Cráneo del Cocodrilo” asistimos a la historia de un muchacho que ha perdido a su ciudad y a su familia. Debido a esto, decide refugiarse en el único ser que aún le es querido.
Por otra parte, en “El Murciélago” conocemos a un hombre que, si bien no está solo, no tiene la compañía que quiere. Esto lo lleva a atacar a lo único que decide estar con él.
Otra faceta de la soledad, referida a los vínculos románticos, la conocemos en “La Ametralladora”. En esta historia, una chica siente culpa por el rompimiento de su querida amiga. La muchacha, pese a su dolor, ya casi no recuerda la cara de su ex.
La última historia, “Villa Piren”, habla de la soledad como algo colectivo. Y cómo, en una ciudad, un residente con poder y visión quiere ayudar. Sin embargo, no todo sale siempre como se planea, aunque eso no sea motivo de desánimo.
El factor emotivo
Los textos de Brian Janchez son íntimos. Al ser historias cortas, es bastante complicado ahondar en los sentimientos y en el desarrollo de los personajes. Sin embargo, Janchez logra de forma concreta trasladar al lector al mundo en el que transcurren estos sucesos.
La clave está en los escenarios: a veces protagonistas, a veces solamente contexto. En “El Cráneo del Cocodrilo”, la devastación de la ciudad es clave para que se conecte emocionalmente con el protagonista. En muchas partes del mundo, los desastres naturales afectan profundamente a una comunidad.
Por su parte, se genera un gran contraste en “El Murciélago”, con ese ambiente completamente minimalista contrastando con la ciudad llena de vida. En este caso, hay un componente extra: este relato recuerda mucho a “The Raven” de Edgar Allan Poe. Villa Piren y La Ametralladora atacan más a la nostalgia de los sitios turísticos: una es en un pueblo poco accesible, y la otra en una ciudad costera.
«Lo que ya pasó»: la clave visual
El arte de Pablo D’Alia en Lo que ya pasó se complementa muy bien con los textos de Janchez. El estilo de D’Alia parece sencillo, pero es de una composición muy rica. Sabe transmitir el caos de una jungla, al igual que el frío de una playa fuera de temporada.
Desde la portada, en la que vemos un edificio en la nevada Villa Piren, se nos invita a el libro como a una historia para leer a resguardo. Justamente, es el relato que más juega con el clima, y lo hace de forma magistral.
Los diseños de sus personajes varían dependiendo hacia dónde quiere ir la historia que se cuenta. Además, se expande en la psiquis de los personajes. En “El Murcielago”, vemos los cambios en los personajes con sus diferentes estados de ánimo. Mientras que en “La Ametralladora” vemos los personajes más consistentes, ya que se mantienen en sus cabales de forma constante.
Lo que ya pasó es una antología de relatos cortos que pueden atraparnos profundamente pese a su extensión. La superación de desgracias es la clave para seguir adelante, y eso es lo que proponen a lo largo de toda la obra.