Esta semana, una “video-denuncia” se hizo viral en la provincia de San Luis, desenterrando una peligrosa situación de acoso a menores de edad durante años. Bruno Gómez, pasajero de la empresa Juana Koslay SRL, presenció cómo el chofer acosaba a sus compañeras de colegio. En ese momento, el joven tomó su dispositivo móvil y comenzó a grabar al conductor. Luego, realizó una denuncia pública en formato de video, que subió en su cuenta de Instagram y en pocos días obtuvo cientos de comentarios y miles de reproducciones.
Los comentarios que más llamaron la atención fueron aquellos en los que mujeres adultas (de 28 a 30 años) contaron que sufrieron acoso de esta misma persona, cuando eran menores de edad. Inclusive relataron que ahora lo padecen sus propias hijas.
Nota al Pie dialogó con el autor del video y con dos víctimas: Carolina Giménez quien sufrió el acoso del conductor varios años atrás, y una joven que decidió mantenerse anónima.
“Vos no sos una persona apta para trabajar en un servicio público”
Volviendo del colegio secundario como todos los días, Bruno vio llegar el colectivo desde la parada y reconoció al chofer. “Lo identifico desde fines del año pasado a este tipo. Una vez lo enfrenté arriba del colectivo, ya que me hacía chistes invitándome a pelear en repetidas ocasiones”, contó el joven de 19 años de edad. “Esa vez le advertí que no me hiciera esos chistes. Que no le había dado la confianza para eso”, agregó. Sin embargo, recibió más burlas.
“La última vez que lo vi, subí al colectivo con la idea y la esperanza de que no se vuelva a repetir la situación. Pensé que un hombre adulto recapacitaría”, detalló el joven. Bruno dejó subir primero a quienes estaban en la parada con él ese día, y lo primero que escuchó al ingresar fue al conductor dirigirse de “bebe y mi amor” a una nena de entre 13 y 14 años, mirándola de arriba a abajo.
“Me enceguecí. Se me pusieron rojos los ojos de furia. Me paré y le dije que no podía decirle así a la chica, que lo iban a denunciar”, relató Bruno. El chofer solamente se rio e intentó intimidar al joven que, superado por la impotencia de la escena, decidió grabar un video con su celular.
“Este señor acosa a las menores de edad cuando salen del colegio, acá en Potrero de los Funes”, dijo mientras enfrentaba con la cámara al conductor de la unidad. “No sos una persona apta, vas a perder el laburo”, continuó. El acusado solo miró la cámara, impertérrito, sin emitir ningún tipo de sonido.
El mismo calvario, desde hace muchos años
Lo peor llegó justo después de que el video se subiera a su cuenta en Instagram. El posteo ya superó las 250 mil reproducciones con casi 500 comentarios. Entre estos, se pueden contabilizar decenas de testimonios de víctimas de esta misma persona, sufriendo el mismo tipo de acoso, o incluso peor. Según trascendió en la publicación, algunas personas reconocieron al chofer y lo identificaron como Eduardo Sosa.
“Lo mismo me pasó en 2009, cuando tenía 15 años. Hoy ya tengo 28, y no puedo creer que siga pasando”, contó a Nota al Pie una de las víctimas, que prefirió mantener el anonimato. “Mis padres fueron hasta la empresa de transporte, pero no lograron nada en su momento”, agregó. Muchos comentarios similares pueden leerse en la publicación. Incluso se encontraron casos que tienen más de 20 años de antigüedad. Siempre con la misma persona.
Algunos inclusive evidencian que no solo se trata de acoso “verbal”, si no también físico. Testimonios de abrazos; roces o toques en la mano para dar el vuelto o el boleto; no abrir la puerta o no dejar descender a las pasajeras acosadas; levantar la pollera de alguna de las víctimas, e inclusive forcejear y sostener del brazo a una de ellas. El peligro es latente, evidente y urgente.
“Labramos un acta en la escuela y la presentamos en el Juzgado de Menores”
Este medio intentó contactar a las empresas de transporte mencionadas en la denuncia, tanto la ya señalada Juana Koslay SRL, como Maria del Rosario; otra empresa en la que trabajó el mismo conductor. Sin embargo, no fue posible obtener ninguna declaración. No cuentan con página web, ni perfil en redes sociales. Tampoco con un número de teléfono público.
En este sentido, Nota al Pie se comunicó con la oficina de prensa de la Secretaría de Transporte de San Luis a cargo de Sebastián Anzulovich. Pero la respuesta no fue muy diferente: “Estamos al tanto de toda la situación y trabajando en el tema, pero no vamos a emitir aún un comunicado oficial al respecto”, expresaron.
Quien sí tuvo la amabilidad de brindar testimonio fue la Lic. Liliana Chirizola, coordinadora general de la Escuela Generativa “Nueva Humanidad” de la localidad Potrero de los Funes. Colegio al que asiste Bruno, el responsable de la denuncia pública y también varias de las víctimas de la situación. “De acuerdo al protocolo del Ministerio de Educación labramos un acta comunicando la situación al Juzgado de Menores”, manifestó la directiva.
“Para juzgar está la justicia, que es el organismo idóneo para hacerlo. La escuela tiene una enorme confianza en les adolescentes. Y además nuestra matriz pedagógica se nutre de raíces como la educación emocional; el arte; la cultura de paz; la educación sexual integral y el amor a la tierra”, agregó. Acompañando el reclamo y pidiendo que se esclarezca cuanto antes, expresó el deseo de que quienes asisten al establecimiento puedan viajar en un ambiente tranquilo, seguro y respetuoso.
“Llegué a esconderme detrás de la garita para que no me viera, y así esperar al siguiente colectivo”
Carolina Gimenez, proveniente de Buenos Aires, llegó a San Luis hace más de 20 años. “Tomaba todos los días el colectivo donde trabajaba este señor, y al principio confundí su degeneración y su acoso con amabilidad. En 2004 no se decía mucho que esto era acoso”, relató en declaraciones para Nota al Pie.
“Con el pasar del tiempo, esa ‘amabilidad’ se fue transformando en ‘piropos’ que terminaban en un viaje totalmente incómodo”, continuó su relato Carolina. Explicó que todo el tiempo que duraba el viaje iba mirándola por el espejo retrovisor, “haciendo gestos con su lengua”. También recordó que tocaba su mano al entregar el boleto del viaje, como al resto de las víctimas.
“Fue tal la incomodidad, que llegué a esconderme detrás de la garita de la parada para que no me viera. Y así esperar al siguiente colectivo para poder viajar en paz”, detalló Carolina. También remarcó que nunca se le ocurrió denunciar la situación, porque en el contexto social de la época casi nadie lo decía. “Era moneda corriente en ese entonces”, dijo.
Ahora que por fin se denunció, los hechos demuestran que todavía es algo cotidiano. Bruno Gomez, quien alzó la voz en contra de esta injusticia, confió a Nota al Pie que se asesoró y planea avanzar legalmente con una denuncia formal.