Luego de semanas de tensión en las cuales el presidente ruso, Vladimir Putin, advertía a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) que se retirara de la frontera de Ucrania, Rusia se decidió a invadir el país europeo con tropas propias. Desde entonces, las grandes potencias y el conjunto de la comunidad mundial centraron su mirada sobre el avance militar y se profundizaron tendencias geopolíticas.
Conflicto geopolítico y sanciones
La invasión militar realizada por Rusia es tan solo una expresión de la escalada militar que adquirió un conflicto desatado, por lo menos, desde el año 2014. Con el golpe de Estado al entonces presidente ucraniano y pro-ruso, Victor Yanukovich, el unipolarismo financiero sintetizado en lo nacional por Estados Unidos y Gran Bretaña, y en lo militar por la OTAN, decidió enfrentar de forma directa a una Rusia en franco ascenso en lo geopolítico. Integrante de una alianza estratégica con China, Vladimir Putin comprendió que lo que se estaba poniendo en juego era el ordenamiento de la geopolítica mundial.
En ese sentido, el acorralamiento militar de la OTAN a Rusia incorporando ex países soviéticos a su juego, no solo viola el acuerdo post-perestroika de alejar la influencia militar atlantista de su frontera, sino también expresa el apuro de Estados Unidos para contrarrestar la iniciativa geopolítica del multipolarismo. La iniciativa de la Ruta de la Seda y la construcción del gasoducto Nord Stream II significó para el unipolarismo financiero una contundente amenaza. Considerando el avance continuado de la OTAN luego de las advertencias de Putin, el despliegue bélico y la invasión se comprenden como una reacción en el plano militar.
Apenas transcurrió una semana, “occidente” tomó cartas en el asunto con una serie de represalias: expulsar a Rusia del mecanismo financiero SWIFT e interrumpir vuelos comerciales con la Unión Europea (UE). Estados Unidos, Gran Bretaña, la UE, Japón y los países integrantes de la Commonwealth rechazaron de forma categórica la invasión rusa y tuvieron la iniciativa de castigarla en lo financiero, en lo militar y sobre todo en lo cultural profundizando la rusofobia.
Éxito militar ruso
Si bien se granjeó el rechazo de las potencias occidentales y debilitó sus relaciones con los grandes países europeos (Alemania, Francia e Italia), la campaña militar Rusia fue un éxito total. Con el objetivo de desarmar militarmente a Ucrania y evitar derramamiento de sangre de la población civil, Rusia emprendió un despliegue muy eficaz.
Enviando misiones de reconocimiento a los sitios civiles donde se ubican familias e infraestructura importante, la operación militar rusa fue avanzando en lo territorial evitando maniobras despiadadas que se cobren vidas inocentes. De esta manera, destruyó bases militares ucranianas en distintos puntos del país, por ejemplo bases antiaéreas y el ISPC donde entrena el ejército local y sus socios de la OTAN.
De este modo, Rusia pudo avanzar en la región norte y sur de Ucrania, rodeando la región occidental de Kiev, centro neurálgico del poder político pro-yanqui encabezado por Zelensky. Asimismo, acercó su maquinaria militar a bases estratégicas de la OTAN ubicadas sobre Polonia, principalmente.
La conquista de Mariupol significó para Ucrania una pérdida muy delicada en las últimas horas. Destruida una de las bases metalúrgicas más importante no solo del país sino de Europa, Zelensky ve cada vez más reducidas sus capacidades políticas y militares para defenderse.
Salida multipolar
Si bien Rusia jamás detuvo las operaciones militares, en diversas ocasiones le propuso a Ucrania una salida diplomática a cambio de ciertas condiciones. La principal fue evitar su ingreso a la OTAN y a la UE, y que se desmilitariza. La neutralidad política y el desarme militar son los dos objetivos que persigue Rusia y que, con el avance atlantista en las primeras semanas del 2022, se vieron seriamente amenazados.
En este sentido, Putin generó las condiciones para que su socio político, el presidente bielorruso Lukashenko, propusiera una reunión en su país para que negocien una salida diplomática Putin y Zelensky. Sin embargo, el ucraniano rechazó las condiciones y fracasaron las negociaciones.
Es en este marco que China se ofreció como mediador del conflicto militar. Interesado en consolidarse como artífice de la paz y garante del ordenamiento mundial, Xi Jinping convocó a una mesa para construir una salida diplomática para ambos países. Si bien China repudió la invasión rusa, también reconoció los “motivos” de la operación militar. Ante la retirada de Estados Unidos del plano diplomático, China hábilmente construyó un nuevo escenario que favorece el fortalecimiento del eje multipolar.
En paralelo, en los últimos días se dio a conocer la decisión rusa de aceptar exclusivamente rublos de otros países a cambio de su gas. Luego de continuos boicots económicos que condicionan incluso a Estados Unidos, el presidente Putin ordenó esa medida financiera con el objetivo de seguir debilitando un patrón dólar en retirada del escenario internacional. Si algo quiere profundizar Rusia de cara al desenlace del conflicto, es la salida multipolar para un mundo en el que el unipolarismo va ensayando sus últimas tácticas antes de retirarse de su capacidad hegemónica.