El 22 de febrero de 2012 millones de argentines habían comenzado el trajín de sus rutinas diarias cuando la noticia de un terrible choque ferroviario ocurrido en la estación Once, terminal de la línea Sarmiento, comenzaba a circular en diferentes medios.
A las 8:33 de la mañana, el servicio TBA 3372, identificado como el “Chapa 16”, con más de 1.000 pasajeres a bordo, impactó contra los paragolpes de contención de la plataforma cabecera de la estación al fallar los frenos de la formación ferroviaria.
Con el correr de las horas, y al ver las desgarradoras imágenes que se producían en el operativo de rescate, la conmoción y el dolor paralizaron al país: 52 personas murieron y 789 resultaron heridas.
La Tragedia de Once sumió a familiares y sobrevivientes en una dolorosa lucha por la búsqueda de justicia. Y dejó expuesta una larga historia de desidia e impunidad del poder económico y de inacción del Estado, por omisión o connivencia, para garantizar a toda la sociedad un transporte público digno y seguro.
Hoy se cumplen 10 años de aquel nefasto día. Nota al Pie recuerda lo ocurrido como homenaje a las víctimas y sus familiares.
El recuerdo de los sucesos ocurridos el 22 de febrero de 2012
El servicio ferroviario TBA 3372, de la línea Sarmiento, identificado como el Chapa 16, era una formación conformada por 8 vagones fabricados por las firmas Kawasaki, KinKi, Tokyu Car y Toshiba; con una antigüedad mayor a 50 años y en condiciones deplorables de mantenimiento. La formación permaneció parada en los talleres del servicio técnico por varias semanas, a causa de la falta de compresores, y había comenzado a operar nuevamente apenas dos semanas antes de la tragedia. El maquinista del convoy era Marcos Córdoba, un joven de 25 años que hacía tres años trabajaba en TBA.
Era miércoles, en plena hora pico. El servicio había iniciado su recorrido en Moreno transportando alrededor de 1200 pasajeres. El maquinista Córdoba tomó el control de la formación en la estación Castelar.
A las 7.49 de la mañana el Chapa 16 llegaba a la estación Morón, donde por un malentendido lo anunciaban como servicio rápido a Once. Tras rectificar el error la gente que había bajado de la formación volvió a subirse.
Treinta minutos después de partir de la estación Morón el tren llegaba a la estación Caballito. Venía a gran velocidad, y lograba frenar de forma correcta, aunque abrupta. Luego de un minuto de esperar allí recibió la orden de continuar hacia su destino final: Once.
A los 1200 metros del punto de detención de su recorrido la velocidad era de 40 Km/h. Les pasajeres de los vagones finales comenzaban a caminar hacia el vagón principal. La formación ingresaba al andén 2 de la estación Once a 27km/h, y todes empezaban a notar que la velocidad no disminuía y que el tren no frenaba. En cuestión de segundos, debido a una falla técnica, los frenos no funcionaron y la formación impactó contra los paragolpes de contención de la plataforma, provocando el desenlace fatal conocido como la Tragedia de Once: 52 personas muertas y 789 heridas.
¿Justicia?
La responsabilidad por el brutal accidente recayó en un primer momento en el maquinista, a quien se acusó de negligencia en el manejo de los frenos, pero lo cierto es que la formación contaba solo con 4 de los 8 compresores que debía tener para funcionar de forma correcta.
El estado completo de la unidad ferroviaria era lamentable, lo que mostraba la falta de inversión y la desidia en el mantenimiento por parte de la empresa TBA. La cadena de responsabilidades también involucraba al Estado como principal responsable del control del destino de los subsidios otorgados a la concesión para mantener el servicio en condiciones y garantizar la integridad de les pasajeres.
Los juicios llevados a cabo por la Tragedia de Once se dividieron en dos. El primero conocido como Once I, comenzó en marzo de 2014; el segundo conocido como Once II, se inició en septiembre de 2017.
Entre idas y vueltas de fallos judiciales y apelaciones recién en 2018 quedaron con sentencia firme la mayoría de las condenas. Todas ellas sufrieron rebajas de las penas a lo largo de las instancias de apelación. Más de 6 años fueron necesarios para que sobrevivientes y familiares puedan al menos alcanzar un mínimo de justicia por lo sucedido.
De los 28 acusados iniciales solo 21 fueron condenados. En la actualidad, a excepción del ex secretario de transporte Ricardo Jaime, no hay ningún detenido en prisión: todos se encuentran cumpliendo su condena bajo arresto domiciliario o libertad condicional.
En el caso de Jaime la reclusión en prisión corresponde a otras causas penales por las que aún se lo continúa juzgando.
A 10 años de aquel trágico día, desde Nota al Pie acompañamos a sobrevivientes y familiares de las víctimas.