Este martes se hizo oficial, tras la firma del contrato entre la empresa estatal Nucleoeléctrica Argentina S. A. (NASA) y la Corporación Nuclear Nacional de China (CNNC), la construcción de la cuarta central nuclear argentina que llevará el nombre de “Atucha III”. La inversión china, que será de un monto de 8.300 millones de dólares, es la más grande de la nación asiática en nuestro país en toda la historia.
La central estará ubicada en el Complejo Nuclear Atucha, que se encuentra en la ciudad bonaerense de Lima, partido de Zárate. Según indicó el gobierno, la central “tendrá una potencia bruta de 1200 MW y una vida útil inicial de 60 años, lo que permitirá ampliar las capacidades nucleares nacionales gracias a la transferencia de tecnología para la fabricación de elementos combustibles”.
Para la firma del contrato, que se realizó de manera virtual, estuvieron las autoridades de ambas compañías. También contó con la presencia de Axel Kicillof, Federico Basualdo, el embajador argentino en China, Sabino Vaca Narvaja, su par chino en Argentina, Zou Xiaoli y el vicepresidente de la Comisión Nacional de Energía Atómica, Diego Hurtado de Mendoza.
Las implicancias del anuncio
Adriana Serquis, presidenta de la CNEA (Comisión Nacional de Energía Atómica), física e investigadora principal en el CONICET, dialogó con Nota al Pie para dar su mirada sobre el anuncio de Atucha III. “En primer lugar, es un gran paso que se está dando hacia una transición energética con producción de energía libre de dióxido de carbono, para cumplir también con lo asumido en el Acuerdo de París”.
Serquis sostuvo, en relación a la potencialidad de la nueva planta, que “implica agregar 1200 MW a la red eléctrica cuando, con las tres centrales existentes, se cuenta con un poco más de 1700 MW”. Para la presidenta de la CNEA “eso va a suponer un progreso significativo para una producción de base sostenible que mejore la cantidad de energía disponible que tenemos para el desarrollo”.
Una fuente de empleos
Por otro lado, para la licenciada en Ciencias Físicas, la firma del contrato es una buena noticia en relación al empleo: “durante su construcción, la nueva central nuclear va a otorgar trabajo a aproximadamente 7000 personas”.
Según un informe de Jefatura de Gabinete de Ministros enviado al Senado Nacional en el 2021, el desarrollo de la nueva planta va a generar también 2000 puestos indirectos en la etapa de construccion. Asi mismo, 500 empleos durante la operación comercial, y el sostenimiento de otros 12.000 vinculados directa e indirectamente a la industria metalúrgica nacional.
La cuarta central nuclear en nuestro país, en esta oportunidad, genera especial interés en la Comisión Nacional de Energía Atómica. “Va a implicar la llegada de una nueva tecnología en el área nuclear, por lo cual esperamos poder concretar un contrato de transferencia de tecnología para la fabricación de combustibles que va a tener la central”, sostuvo Serquis.
El impacto ambiental
En el debate público se encuentra cada vez más presente la cuestión socio-ambiental, arista que también se tiene en cuenta al momento de hablar sobre la energía nuclear.
La Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN), en un informe publicado en el año 2019 cuando se negociaba la construcción de Atucha III, sostuvo que “la experiencia demuestra que la generación de energía nuclear plantea cuestionamientos tecnológicos, económicos, ambientales y sociales, lo que hace clara su incompatibilidad con un modelo energético sostenible”.
“Todas las formas de producción de energía nuclear genera residuos convencionales, residuos peligrosos y residuos radiactivos. Estos últimos tienen la particularidad de permanecer activos durante mucho tiempo y de ser difíciles de almacenar. Pueden mantenerse radiactivos y resultar peligrosos para la salud humana”, indicó la fundación.
En este sentido, el informe de la institución da la razón a quienes sostienen que la energía nuclear no emite gases de efecto invernadero. Sin embargo, “basta con mencionar catástrofes, tanto internacionales –Chernobyl , Fukushima – como locales -incidentes en la Central Nuclear Embalse (2003) y el Centro Atómico Constituyentes (1983) -, para plantear la necesidad de un cambio en el rumbo de la política energética argentina”.
Una apuesta al futuro
La investigadora del CONICET se refirió a la imagen negativa en el imaginario social de la parte nuclear. Sostuvo que es »debido, principalmente, a los usos armamentísticos que han hecho con ella, a los residuos que deja, como así también a la posibilidad de algún accidente como sucedió en Chernobyl”. Sin embargo, para Serquis, “se ha avanzado muchísimo en todo lo que tiene que ver con desarrollo en seguridad”.
Según la presidenta de la CNEA, a pesar de que es necesario dar respuestas en este debate, “la industria nuclear es una de las más seguras en muchos sentidos porque tiene mucho control a través de las regulaciones nacionales”. De esta manera, el Estado Nacional fiscaliza la actividad nuclear a través de la Autoridad Regulatoria Nuclear (ARN), al mismo tiempo que el país es parte del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), que exige reglas de cumplimiento obligatorio.