Landscapers, no es otra serie más sobre criminales. Estrenada hace menos de un mes por HBO, y una semana después en HBO Max, es un drama de solo cuatro capítulos, basado en hechos reales, que conmovió a la sociedad británica. En esta historia, un esposo sacrifica su libertad para cubrir el asesinato que cometió su esposa, enterrando a sus suegros en el jardín de su residencia en Mansfield, Inglaterra.
Sin repetir fórmulas, la serie no se concentra solo en la investigación policial mezclada con la ficción, algo tan de moda en los últimos años. Sino que va más allá, y juega con la psicología de caracteres, la complicidad del espectador y giros inesperados a cada momento. Su gran originalidad se basa en la manera cinematográfica de llevar la trama.
Una serie visualmente magnífica
Como un experimento de manejo de cámaras, es una ilimitada exploración visual para el espectador que lo convierte en testigo y cómplice de algo totalmente artístico. Las cosas mutan mágicamente, el director cambia de colores, relieves y encuentra recovecos inimaginables por donde traspasar su visión. La serie es un trabajo del dúo de guionistas, Ed Sinclair y Will Sharpe, este último también director, como en la reciente, The Electrical Life of Louis Wain y otra serie, Flowers.
Landscapers, tiene magia y romanticismo, más un halo de intriga de películas trascendentales como Amélie de Jean-Pierre Jeunet, sin copiarlas en lo más mínimo. Y como en un juego teatral, por momentos rompe la cuarta pared. Explora todo el tiempo en los recuerdos, la dependencia emocional y la soledad oculta de los protagonistas, en un viaje a lo desconocido sin límite. Más allá que desde un principio el espectador sabe el final pero no cómo se llegó a él.
El asombroso trabajo actoral
Otro acierto de esta producción son sus actores, sobre todo la pareja que da vida a Susan y Christopher Edwards. La pareja británica, una bibliotecaria y un contador de Dagenham, asesinos protagonistas, sentenciados a un mínimo de 25 años en la cárcel. La ganadora del Oscar, Olivia Colman y el nominado al Emmy, David Thewlis son extraordinarios en sus interpretaciones.
Adentrándose en la perturbada mente de cada uno de sus personajes y arriesgándose a encarnar esas locas ideas narrativas de los creativos. Unos personajes difíciles, encerrados en una relación enfermiza, con un pasado excéntrico, y fanáticos de viejas películas. La pareja de directores los lleva lejos de la naturalidad, entre la fantasía y el cuento, alejándose de la clásica serie inglesa.
Colman lleva de maravilla este personaje de una mujer marcada por sus padres, en un presente entre el surrealismo y la realidad. Y Thewlis, le otorga a su personaje un perfil más clásico inglés, donde regala los mejores momentos de humor negro. Sus actuaciones son claves en esta producción innovadora, que vuelve a poner en boca de todos, uno de los casos más relevantes de la crónica negra de Reino Unido, desde finales de los años 90.