Días atrás, el presidente de la Cámara de Diputados habló de un acuerdo con los opositores. En nombre de todo el gobierno, incluyendo explícitamente tanto a Alberto como a Cristina, Sergio Massa dijo: “Sin importar el resultado, ganemos o perdamos, después de la elección vamos a convocar a un acuerdo a la oposición, a los empresarios y los trabajadores para el diseño de 10 políticas de Estado para la Argentina”.
Entre los temas a debatir incluyó la deuda externa: “Que solo se tome para infraestructura y no para gastos corrientes” y el trabajo: “transformar los planes sociales en trabajo genuino”. También la pobreza, las políticas sociales y educativas, el crecimiento económico, la agroindustria, los recursos naturales y las cuestiones energéticas. Probablemente la seguridad.
Si no es chamuyo electoral, teniendo en cuenta que esto aparece luego de la derrota en las PASO, nos parece perfecto. Hace rato que la Argentina, que arrastra 40 años de decadencia, requiere algún nivel de acuerdo mayoritario en políticas de Estado. Lamentablemente tanto el macrismo como el kirchnerismo priorizaron, por intereses propios, fogonear la grieta y así estamos, en el fondo del pozo.
En este momento, luego de una década de retroceso económico y social tenemos, como se sabe, 40% de pobres, de ellos 10% indigentes. El 50% de los hombres y mujeres en edad de trabajar están desocupados o en la informalidad. Desde el 2011 no crece el empleo privado, solo el público, y la inversión productiva está en la lona. Exportamos menos que hace una década. Un millón de jóvenes abandonaron la escuela secundaria el 2020 y se reciben en ese nivel solo la mitad de los que ingresan. Cunde el deseo de irse del país.
Por suerte la pandemia va aflojando, el mundo se recupera económicamente y acá, en forma paulatina, sucede lo mismo. Sería hora, cómo no, en el marco del desastre que describimos más arriba, de ver de ponernos de acuerdo. Aunque sea en las grandes líneas que permitan salir adelante. Contemplando, eso sí, los intereses nacionales. Como también justicia y equidad social para las mayorías de menores ingresos.
La deuda externa es una pesada losa para el crecimiento del país. Necesitamos, por tanto, negociar su pago para bien adelante. Pero, además, no se deben aceptar aquellas condiciones que suele poner el FMI, absolutamente lesivas para los niveles de vida de las mayorías populares, como nos indica una muy larga experiencia.
Los recursos naturales son fundamentales para reindustrializar la Argentina, algo que debe ser el principal objetivo estratégico. De aquellos depende en lo fundamental y por todo un período que tengamos dólares suficientes, energía a bajo costo y materias primas. Por lo cual está bien recurrir, donde haga falta, a inversiones privadas para poder aprovecharlos. Siempre y cuando no se sacrifique el interés nacional por esa vía. Esos recursos deben servir para desarrollarnos y no para que nos saqueen.
En lo que a distribución de los ingresos refiere, en esta etapa de paulatina recuperación económica, es claro que hay que contemplar los intereses de todos y no solo el de los ricos. Ya sabemos qué sucede cuando se aplican planes para “llenar la copa” de las minorías pudientes, con el verso de que es para que luego derrame.
Los recursos para invertir y crear empleo son fundamentales, pero no pueden salir mayoritariamente de los que menos tienen, como propone el establishment.
La recuperación económica, que seguramente será lenta, debe contemplar no solo las ganancias empresariales, que son importantes. Sino también, cómo vamos sacando de la pobreza a millones de compatriotas y de qué forma deja de haber hambre en el país; incluyendo qué sistema impositivo usamos para ello. En definitiva: tener muy en cuenta el desarrollo y, también, la manera en que le damos un piso de dignidad a todas y todos los argentinos.
Para que eso suceda necesitamos un Estado ágil y eficiente, pero además vigoroso. En la prestación de salud y educación, en lo científico y tecnológico. Con activas políticas sociales. Que intervenga en la economía con inversión y crédito. Que controle la explotación de los recursos naturales y tenga presencia en áreas estratégicas. No es cierto que el “mercado” va a resolver en lo fundamental los problemas. Ya tuvimos largas experiencias con Martínez de Hoz y la dictadura, con Menem y Cavallo, recientemente con Macri. Vimos en qué condiciones dejaron nuestra nación los neoliberales.
Finalmente, digamos que la inseguridad es un muy grave flagelo que afecta transversalmente a toda nuestra sociedad. ¿Cómo no vamos a tener algún acuerdo para poder abordarla y disminuirla? Pero condición necesaria para ello es tener un diagnóstico más o menos común sobre sus causas y, partiendo de eso, ver cómo resolverla.
Si nos vienen, a lo Bullrich y Berni, con que el problema, por obra de la “condición humana”, está en los pobres y los jóvenes. Que la salida es la mano dura con ellos, el gatillo fácil policial, leyes más punitivas y la “guerra” yanqui a las drogas, cuestiones que nunca mostraron resultados salvo tratar con autoritarismo a una parte importante de la sociedad. No habrá síntesis, claro.
A todo ello deberíamos agregar, dos cuestiones que siempre se mentan pero que nunca suelen materializarse: una justicia verdaderamente independiente y una democracia mucho más participativa que la que tenemos.
Esos son los grandes temas de Estado que habría que discutir. Esa, la que detallo arriba, es nuestra visión de la salida a los grandes problemas de nuestro país. Ahora bien: ¿están más o menos de acuerdo entre los distintos sectores que componen el gobierno, en las estrategias y políticas para las cuestiones que enumera Massa? ¿Hay alguna posibilidad de compatibilizar las posiciones entre el gobierno y Juntos por el Cambio, siempre impregnadas de intereses políticos, electorales y personales, donde el patriotismo brilla por su ausencia?
Ojalá, aunque hay mucho lugar para el escepticismo con estos actores.
HUMBERTO TUMINI
Presidente de Libres del Sur