«Darlo todo, frente a todos, hasta el segundo final». Así podría definirse en una frase el desempeño de la Selección Argentina de Futsal en el match decisivo de la Copa Mundial de Futsal de la FIFA Uzbekistán 2024, en donde pese a todos los esfuerzos colectivos y variantes para torcer su suerte, cayó 1-2 ante Brasil, quién a la postre cosechó su sexta coronación en la categoría.
Los dirigidos por Matías Lucuix, luego de levantarse de un duro resultado adverso en la primera etapa del partido, mantuvieron contra las cuerdas a la Verdeamarelha, quién de la mano de su portero Willian supo resistir los embates ofensivos del conjunto argentino. Además, evidenciaron dos fallos polémicos en contra que, al igual que en la final del Mundial de Lituania 2019 ante Portugal, pudieron cambiar el rumbo del juego.
Con este resultado final, Argentina cosechó su tercer podio de forma consecutiva en las Copas Mundiales de la categoría. El título conseguido ante Rusia en Colombia 2016 (5-4), el subcampeonato en Lituania 2019 ante Portugal (1-2) y un nuevo segundo puesto en Uzbekistán ante Brasil (1-2) confirman una realidad: la Albiceleste vive su época dorada en este deporte, conviviendo con los éxitos y ratificándose como una potencia del fútbol sala.
La derrota no tamiza el buen fútbol
El marcador final de 1-2 grafica, en parte, la contundencia que supo cosechar la verdeamarelha en los primeros 20 minutos de juego. Los tantos de Rafael y Ferrao apenas fueron un puntal de lo observado en el cemento del Humo Arena de Tashkent. En tiempos de adversidad, se ven las verdaderas virtudes de un equipo. Y el conjunto argentino las expuso de sobra.
Con el marcado en contra, encontró en la rotación y en la variedad de opciones ofensivas las oportunidades para descontar y poner en tela de juicio un resultado que, con el diario del lunes, fue injusto. Argentina consignó, según las estadísticas oficiales de la FIFA, 58 remates a puerta contra apenas 34 del conjunto brasileño. 22 de esas opciones fue situaciones manifiestas de gol, lo que demuestra, en parte, las intenciones de un equipo u otro.
En otra tónica, estos números reflejan la falta de efectividad que hoy ofreció el conjunto nacional, muy lejos de sus números a lo largo de la competencia, en donde cosecharon un promedio de 4,83 goles por partido. El gol de Matías Rosa a poco más de dos minutos por jugarse demostró, en otro de los asteriscos a soslayar, que el portero Willian no era imbatible.
El portero brasileño sostuvo la ventaja de los suyos durante los más de 40 minutos de juego, justificando porqué Brasil fue el conjunto con menos goles recibidos en la Copa Mundial, con apenas 6 en 7 partidos disputados: una salvajada. Por otra parte, las anotaciones de Rafael y Ferrao confirmaron la variedad ofensiva de este conjunto, que supo sobresalir en la final sin la efectividad de Marcel (Bota de Oro) y el brillo de Dyego (Balón de Oro).
Por último, las polémicas a mencionar sólo traen a colación el juego de las posibilidades. La amarilla de Rafael a los 29´de la segunda etapa (reclamada por todo el cuerpo técnico argentino como una potencial roja), pudo torcer el balance del juego, parejo hasta ese momento y con el marcador 0-2. Un jugador de campo, con el ritmo que llevaba Argentina hasta esos instantes, hubiera torcido la historia mucho antes de la anotación de Rosa.
A lo anterior mencionado, vale la pena retomar la frase: «darlo todo, frente a todos, hasta el segundo final». Y es que, a falta de un segundo para la finalización del cotejo, una infracción de Marlon significaba la sexta falta de Brasil y un tiro libre directo del conjunto nacional, que en caso de haberse convertido, pudo haber alargado más esta intensa final.
Sin embargo, tal como ocurrió en la final de Lituania 2019 ante Portugal (en donde una mano sancionable de penal fue obviada por los jueces a falta de 4 segundos), los encargados de impartir justicia dieron continuidad al juego y marcaron la finalización del encuentro. Para Brasil, este triunfo significó el heptacampeonato de la categoría. Para los nuestros, el sabor amargo de la derrota apenas podrá matizar el saberse competitivos y aptos para ganar.