El unipersonal «Se despide el campeón«, escrito por Fernando Zabala y dirigido por el audaz Mariano Dossena, entrelaza el boxeo con las pasiones más profundas del alma humana. Este thriller pasional, con una performance destacada de Cristian Thorsen, explora las complejidades del amor y la pérdida en un contexto social que reprime lo diferente. Las funciones son los martes a las 20.45 en el Teatro Ítaca (Humahuaca 4027, CABA).
La obra presenta a un entrenador de boxeo, en el momento más vulnerable de su vida, enfrentando la muerte de su pupilo. Despedir un cuerpo sin vida, con quien compartió no solo el ring, sino también una compleja relación personal. En un ambiente sofocante, plagado de moscas y empapado en vino barato, el protagonista desgrana su historia, revelando capas de una narrativa que va más allá del mero relato deportivo.
La trama oscila entre la crudeza del ring y la delicadeza de los sentimientos más íntimos. Es una exploración profunda de la condición humana, de los deseos reprimidos y de las consecuencias de vivir en una sociedad que no permite la libre expresión de la identidad y el amor. La pieza nos invita a reflexionar sobre los límites entre la heterosexualidad y la homosexualidad, sobre la decadencia y la pérdida de la realidad.
Un trío de aciertos: dirección, texto y actuación
Mariano Dossena, reconocido por su enfoque innovador y su habilidad para profundizar en la psicología de los personajes, logra una puesta en escena que resalta cada matiz del texto de Zabala. La escritura es intensa, combinando elementos del grotesco argentino con toques de tragedia griega. Este enfoque dramático permite que la obra no solo sea un relato de amor y dolor, sino también una crítica a las normas sociales que constriñen los deseos humanos.
El texto, inspirado en una noticia insólita sobre un boxeador embalsamado, se transforma en una metáfora poderosa sobre el amor y la pérdida. Zabala articula una historia que es, al mismo tiempo, particular y universal, permitiendo que el público se identifique con la angustia del protagonista.
La trama fluye de una confesión íntima a un desesperado clamor por la verdad, reflejando la lucha del protagonista contra su propia represión y las expectativas sociales. Cristian Thorsen ofrece una actuación certera, encarnando a un entrenador que atraviesa un torrente de emociones. Su entrega es conmovedora: cada palabra y gesto parecen surgir de una verdad visceral.
Thorsen logra transmitir la rusticidad y la vulnerabilidad de su personaje, haciendo que el espectador se sienta parte de su dolor. La voz disfónica y el acento cordobés añaden una capa de autenticidad que profundiza la conexión emocional. A medida que avanza la obra, la actuación se vuelve cada vez más intensa, llevando al público a experimentar la desesperación y el deseo reprimido del protagonista.
La escenografía de Nicolás Nanni y la iluminación de Claudio Del Bianco complementan a la perfección la narrativa, creando una atmósfera opresiva que refleja la mente del protagonista. La elección de los elementos escenográficos y la iluminación sutil pero efectiva permiten que el público se sumerja en la angustia del entrenador, reforzando la sensación de claustrofobia emocional que reina en la obra.
“Se despide el campeón”, en resumen
«Se despide el campeón» es más que un simple unipersonal con tintes de thriller pasional: es una reflexión profunda sobre los límites del amor y la lucha contra las normas sociales. Donde se invita al público a cuestionar las estructuras que limitan la expresión de los sentimientos y a confrontar los tabúes que aún persisten en nuestra sociedad.
La combinación de un texto provocador, una dirección sensible y una certera actuación transforma la experiencia teatral en un abanico de emociones palpables. En un mundo donde muchas historias de amor son idealizadas, esta obra se atreve a explorar la oscuridad y la complejidad del deseo humano.
Al final, esta propuesta teatral no solo nos enfrenta a la muerte, sino que también nos confronta con la vida y la pasión que llevamos dentro, invitándonos a reflexionar sobre nuestras propias verdades ocultas.