Tita & Rodhesia es la nueva propuesta teatral que se presenta todos los sábados a las 21, en Caras y Caretas (Sarmiento 2037, CABA). El elenco lo conforman Laura Azcurra y Valeria Stilman, quienes son acompañadas por Juan Pablo Martini (piano), Alex Musatov (violín y looper) y Nicolás Kornblihtt (bandoneón). El espectáculo forma parte del III Festival Latinoamericano de Actividades Escénicas con Temáticas de Género (TEGE).
La trama sigue a dos mujeres unidas por un debate acerca de las formas hegemónicas del pasado y la visión diversa de los nuevos tiempos. Junto a los músicos en escena, las actrices construyen delirantes historias que responden a las ideas y propuestas del público. De este modo, las artistas componen sus personajes e historias en el momento gracias al maravilloso arte de la Improvisación.
Conociendo Tita & Rodhesia de la mano de su creadora
Laura Azcurra estudió dramaturgia y música. Con los años forjó una importante trayectoria como actriz de teatro, cine y televisión en Argentina. Además, trabajó como conductora en varios países de Latinoamérica. Hace 20 años que investiga el flamenco, mientras entrena danza y canto. En la actualidad también se destaca por ser activista y comunicadora en Eco-feminismos.
Por otro lado, hace dos décadas tiene una amistad con quien hoy es su compañera de teatro, Valeria Stilman. Se conocieron en el “Grupo IMPRONTA” que, como su nombre sugiere, tiene que ver con la técnica IMPRO. Ahora, ambas dan vida a Tita & Rodhesia.
Tita & Rodhesia logró mucha aceptación del público, ya que participan en el momento escénico. ¿Cómo vivís cada función?
Muy feliz. Hace mucho tiempo que con Valeria teníamos ganas de proponer una puesta de impro con teatralidad y, al mismo tiempo, deslizar un poquito la perspectiva de género. El objetivo en ese sentido está cumplido y la participación del público es clave porque son nuestros autores intelectuales. Participan de cada función y hacen que cada una sea distinta y creativa.
A la gente le divierte, lo hacen desde las butacas. Lo aclaro para que no se asusten, ni piensen que tiene que subir al escenario o que tienen que hablar con un micrófono. Es como una como una suerte de lluvia de ideas que hacemos juntos.
Estamos agradecidas porque el efecto posterior es buenísimo. Nos escriben a nuestras redes sociales para decirnos que se divierten mucho y que era la primera vez que experimentan algo así. Eso lo hace de alguna manera muy atípico de lo que suele pasar en el teatro.
En una entrevista dijiste que “la improvisación nos devuelve algo lúdico que perdemos con los años”…
Sí, porque logramos un espectáculo participativo que es muy fresco y espontáneo, pero al mismo tiempo conlleva muchas reglas de contención. A veces en la técnica impro, al ser tan libre y tan amplia, las reglas deben estar pautadas para que todos estemos tranquilos en eso. “Yo te propongo o te asigno un personaje mientras estamos jugando y vos lo aceptás”, eso nos pasaba cuando éramos chicos de alguna manera. Lo teníamos totalmente naturalizado, pero de adultos nos cuesta un montón ya que ponemos muchos frenos. De alguna manera, volver a jugar nos refresca y conecta con ese espacio lúdico, el cual no sé por qué siendo adultos lo perdemos.
Respecto a las dos mujeres que vemos en escena, son diferentes entre sí pero a la vez se complementan
Mi personaje, “Tita”, es la más extrovertida y lanzada; en cambio, Rhodesia es la chapada a la antigua, más tranquila. Nos conocimos en medio de un triángulo amoroso, nos une algo en común y después nos hacemos amigas. Tita viene a pedirle disculpas porque no tenía intención de robarle a su novio.
Desde ahí, se dispara todo. Muchas veces pasa que algunas mujeres empezamos en un vínculo de competencia, de enfado y después nos damos cuenta que en realidad nos pasan las mismas cosas y tenemos que estar unidas. Eso es un poco lo que pasa con ellas.
Ese contrapunto hace que mucha gente de la platea se vea reflejada e identificada con Tita que está más actualizada en los tiempos que corren, donde hay mucha más libertad en el más hermoso sentido de la palabra. Pero también en Rhodesia, de un perfil más conservador. El mayor desafío de estos tiempos, y lo más interesante, es abrir la comunicación y entender que todos los géneros merecemos las mismas cosas.
El mensaje de la comedia es que deben aceptarse las diferencias por sobre todo
Esto permite también ver cómo está reflejado en la sociedad y demostrar que se puede aceptar lo que el otro propone. Eso es muy mágico, el espectador lo siente con mucho vértigo después de que plantean consignas para nuestra siguiente historia se quedan pensando: ¿Cómo van a resolver esto?
Así se va armando y la improvisación es también una técnica en donde juegan muchas cosas. Esto es lo lúdico, creativo y absurdo de desarrollar la confianza en el otro; tanto como para mí propuesta, como para la propuesta del otro. Activa la escucha y eso también es algo que cuenta sobre la sociedad como individuos, que a veces estamos sordos porque en la improvisación quizás en la última palabra en escena se está marcando cómo va a seguir la historia que estamos construyendo. No puedo ensimismarme y que todos hablen al mismo tiempo.
¿Qué es lo más llamativo que propone la audiencia?
Con respecto a eso, tratamos de que no surjan pedidos de involucrar artistas famosos porque no hacemos imitaciones. La invitación es otra, es jugar con la imaginación. Lo más llamativo que nos pidieron es que la historia la contara un abogado colapsado de trabajo, con muchas carpetas y un dragón. Esos eran los protagonistas de la comedia musical. La incógnita era cómo se resolvería ese encuentro. Finalmente, el dragón, además muy afrancesado, venía a buscar un abogado aguerrido porque tenía muchas denuncias por prender fuego a todo.
El nombre de la obra es muy vendedor y se relaciona un poco con las golosinas que acompañan la vida de les argentines
Son golosinas argentinas que marcan una identidad, pero lo que nos remite Tita y Rodhesia es que muchas generaciones hemos crecido con ellas en el bolsillo. También remite a una infancia, al recreo, a jugar y ese guiño le pone humor.
La parte musical es un complemento del espectáculo…
Contamos con dos músicos en escena que improvisan con nosotras también de acuerdo a cómo van dándose las historias. Obviamente, tienen un amplio repertorio y conocen de muchos géneros y se tiran al vacío con nosotras también. De todos modos hay dos canciones que están pautadas en el espectáculo: un tango uruguayo que se llama “Mamá yo quiero un novio” y al final una canción con formato de jazz.
¿Hay Tita & Rhodesia para largo?
Creo que sí porque el formato lo permite y porque hemos encontrado la fórmula de improvisación y teatralidad. Lo estamos celebrando y sobre todo, creo que en este momento tan difícil el arte es refugio. Es un espacio que nos permite detenernos en un lugar sin tiempo. También nos salva de alguna manera de una vida hostil. Todos somos iguales en el teatro, y durante una hora de función viajamos a lo imaginario. Detenemos nuestras vidas cotidianas para dejarnos volar.