En la entrada del Barrio Rodrigo Bueno, a metros de Puerto Madero, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), se encuentra la Cooperativa Vivera Orgánica, que tiene plantas nativas y hortalizas agroecológicas y cuentan con una huerta y servicios de plantaciones, mantenimiento y talleres. En Nota al Pie dialogamos con Elizabeth Cuenca, presidenta de la cooperativa, sobre su historia y las actividades que realizan.
La Vivera abre de lunes a viernes de 8 a 11 de la mañana y de 15 a 18 y los sábados entre las 10 y las 18 horas. Nació a finales del 2019 del conjunto de una docena de mujeres peruanas que viven en Argentina y que se conocieron por un taller que dictó el Instituto de Vivienda de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Ellas habían aprendido por ayudar en las chacras de Perú con su padres y madres: “Yo crecí en medio de la tierra y de las plantas y no me había dado cuenta en ese momento porque era muy chica, pero yo iba adquiriendo conocimiento por el trabajo que mi madre hacía. Entonces cuando vinimos acá e hicimos la huerta, previo a este espacio, era como que fluía toda la información”. “De pronto, las compañeras también decían: Ah, no, porque mi mamá hacía esto, porque mi papá hacía esto, porque tenían en cuenta el sol, la sombra, el viento”, agregó Elizabeth Cuenca.
¿Qué hace la Cooperativa Vivera Orgánica?
“En un principio, armamos kit de plantines, el de huerta empezamos en pandemia a venderla online y tuvo buena aceptación del público”, contó Cuenca. Después le integraron un kit de mariposas, que eran plantas nativas y un kit de polinizadores, que eran arbustos nativos. “Como empezamos a recibir gente en el barrio, en la ribera, las plantas están a disposición por unidad, en kit o por mayor, como el público quiera”, señalaron desde la cooperativa.
No es la única actividad que realizan, también le venden a empresas y al Estado y realizan servicios de armado de huerta, de jardín de mariposas, de jardín de colibríes, mantenimiento de espacios verdes y talleres a individuos o empresas, que están frenados por el invierno.
Algunos de los labores que han realizado en estos años de existencia en la voz de su presidenta: “Hicimos un censo en el barrio de familias con deficiencia alimentaria y les alcanzábamos cada 15 días, bolsas de verdura y después lo que hicimos fue destinar el espacio para que sea un área educativa. En este lugar lo que hacemos es recibir colegios escuelas, jardines universidades y público, ya sea extranjeros o de acá mismo y que conozcan y que sepan cómo se cultiva, en este caso agroecológicamente”.
Además, están inscriptas dentro del Ministerio de Educación de CABA como uno de los lugares donde los colegios secundarios mandan a les estudiantes a hacer sus pasantías, para sumar 30 horas de práctica. “Los chicos trabajan en la huerta, trabajan en nativas y aprenden de todo un poco, porque es tan lindo ver venir. Cuando los chicos ingresan tienen una mirada y cuando se van tienen otra muy diferente, eso es placentero para ellos y también para nosotras”, destacó Cuenca.
¿Cómo comenzó Vivera Orgánica?
Si bien la Cooperativa empezó a funcionar en diciembre del 2019, sus integrantes se conocieron en un taller de jardinería en el 2018. Se trataba de una capacitación que había acercado el área de cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. El taller se llamaba Arte y Naturaleza y contaba con participación de hombres y mujeres. Debía durar solo tres meses, pero ellas hicieron que se extienda en el tiempo.
Elizabeth Cuenca le contó a Nota al Pie como fue su inicio: “Ahí empezamos a charlar y a conversar sobre lo importante que era cuidar nuestra salud y dijimos, bueno, vamos a cultivar hortalizas y vamos a poder tenerlas en casa. Hicimos todo un cultivo en cajones reciclados de la verdulería”.
“En el año 2019 ya no trabajábamos jardinería. Trabajábamos en la huerta, donde las capacitadoras aprendían de la mano con nosotras y donde cada una de nosotras también tenía mucha información como para poder trabajar en la agricultura, porque crecimos mayormente en el campo”, explicó la presidenta de la Cooperativa.
En junio de ese año, dos de las integrantes del taller asistieron a una de las asambleas con el Instituto de Vivienda de la Ciudad junto a les vecines del barrio Rodrigo Bueno. En esta reunión escucharon que se había hecho un vivero como parte de la urbanización y se ofrecieron como voluntarias. El 5 de diciembre del 2019 hicieron la primera siembra en el espacio que tienen en Delia Degliuomini 1000.
Actualmente son once mujeres peruanas quienes forman parte de la cooperativa. “Es complicado trabajar para un grupo de mujeres, especialmente si somos grandes. Cada uno tiene su cultura, su modo de ver las cosas, donde no estamos de acuerdo. Entonces, de las catorce nos quedamos once y la gata, que es la número doce”, relató Cuenca.
En un principio, habían planeado que en ocho meses iban a empezar con la venta online, para avanzar de a poco. Sin embargo, el Coronavirus les adelantó las ideas y entre marzo y abril del 2020 armaron un kit de 12 hortalizas y empezaron con la venta online. Venta que continúa en https://viveraorganica.empretienda.com.ar.
“La huerta, si bien es cierto, en un principio no nos brindó los primeros ingresos económicos a nosotras, como viveristas, lo que pasó es que, con el tiempo, nos hacíamos conocidas y la gente que que vivía en provincia un poco conmovida con el tema de la pandemia buscaban la forma de mejorar su salud, entonces escuchaban de la vivera orgánica y venían desde provincia a comprar productos acá”, desarrolló Cuenca.
La presidenta explicó que decidieron ser cooperativa por la idiosincrasia del equipo y del grupo: “Cada uno tenía una cultura, una mirada, una opinión diferente y era complicado ponernos de acuerdo y tomar responsabilidades en el espacio. Entonces recibimos capacitación de cooperativismo y vimos que era el mejor camino para poder organizarnos y que sea más equitativo”.
La importancia de las plantas nativas
Al hablar de plantas nativas se habla de especies que provienen de una región geográfica bajo determinadas condiciones. En el caso de Vivera Orgánica trabajan con plantas rioplatenses que “con el tiempo, por todas las construcciones y el bosque de cemento que se ha ido creando, van desapareciendo”. Algunas las tienen en la reserva y otras las han ido recuperando porque dejaron de existir en este espacio. Plantas como el canelón, la anacahuita, aromitos, herbáceas como la salvia azul, importante para el colibrí.
Es por eso que la idea de tener un corredor nativo es no solo por tenerlo, sino para que los polinizadores puedan tener alimentos a sus pasos. Algunas de las plantas que se pueden encontrar en la tienda: Peine de mono (Amphilophium carolinae), Tasi (Araujia sericifera), Mburucuyá (Passiflora caerulea), Verbena (Verbena bonariensis).