En Venezuela, tras la sentencia del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) que validó la victoria de Nicolas Maduro en las últimas elecciones presidenciales, todo parece encaminarse hacia una tensa calma. Y si bien todavía persisten tanto las agresivas declaraciones de actores internacionales hostiles al chavismo como así también las movilizaciones opositoras contra el gobierno, con las consecuencias sociales que esto conlleva, ambas parecen ir perdiendo fuerza frente a un oficialismo que fue respaldado por las instituciones venezolanas.
En paralelo, con un contexto geopolítico que afianza su posición como presidente electo de Venezuela, Maduro ha anunciado el inicio de la «gran etapa de autogobierno popular» en el país. ¿El objetivo? Fortalecer el poder territorial de su gobierno a través de la profundización del histórico mecanismo chavista de las asambleas comunales.
El escenario poselectoral
Más allá de que aún no se han publicado las actas con los resultados desglosados mesa por mesa, independientemente de la posición de cada sector, la sentencia del TSE ha cerrado definitivamente la disputa electoral en lo judicial. Mientras tanto, la estrategia de la extrema derecha venezolana, con movilizaciones cada vez menos convocantes, parece ser la misma que en otras oportunidades: instalar un Guaido 2.0. Sin embargo, el escenario no es el mismo que en años anteriores.
Maduro, además de ser respaldado por importantes países pertenecientes al esquema multipolar, ha contado con la prudencia de tres actores claves en la región. La triada México – Brasil – Colombia, a pesar de la incendiaria posición de un renovado «Grupo de Lima», aún no ha reconocido el triunfo del presidente venezolano pero tampoco ha validado ninguna victoria opositora.
Estos países, aunque mantienen fuertes críticas al gobierno venezolano por la cuestión de la publicación de las actas, han tomado nota de la sentencia del TSJ como así también de las inconsistencias de la oposición. La más notoria de ellas, quizás, es la negativa del tándem Machado – Gonzalez a presentar las supuestas actas que demuestran su victoria a la justicia venezolana, algo que sí han hecho el resto de los candidatos.
Del mismo modo, la esperanza opositora de un Estados Unidos que se involucre con más fuerza en el conflicto se ha chocado con los respaldos simbólicos de la Casa Blanca. En Washington, a pesar de las agresivas declaraciones de sus funcionarios, nadie quiere asumir los costos de ir a fondo contra Maduro en un contexto de fragilidad del sector energético a nivel global. Los conflictos en otras partes del mundo parecen ser suficientes como para abrir un nuevo frente de batalla.
Maduro anunció el inicio de la etapa del «autogobierno popular» en Venezuela
El martes, en un encuentro con representantes de las comunas celebrado en el Palacio Blanco, Maduro anunció la inauguración de lo que proclamó como la «gran etapa del autogobierno popular en Venezuela». En ese sentido, además de realizar un balance de lo que fue la realización de la Segunda Consulta Popular Nacional 2024, el jefe de Estado aseguró que el país ha alcanzado «un punto de madurez suficiente» para avanzar hacia una democracia directa.
En esa línea, el mandatario remarcó que «los cambios que Venezuela necesita serán mucho mejor por esta vía del autogobierno popular» e informó que se llevará adelante al menos una consulta popular trimestral con el objetivo de votar las propuestas elaboradas por el pueblo venezolano en las asambleas de base. «Es el comienzo de una democracia más viva, más directa, de la construcción de un gobierno en el que este debe gobernar desde el territorio, con los consejos comunales», expresó Maduro.
Del mismo modo, el ratificado jefe de Estado dijo que el país se encuentra en un proceso de «aceleración de los cambios que estaban retardados, por diversos motivos, que nos llevaron a reproducir métodos burocráticos» e indicó que en tales métodos se forjaron «liderazgos aéreos sin los pies sobre la tierra» que llevaron a desarrollar «formas de gobierno superficial».
De esta manera, según lo anunciado, Maduro busca profundizar la incidencia del Poder Popular en la ejecución de gobierno, otorgándoles recursos directamente a las asambleas comunales e instando a la participación ciudadana en la resolución de problemas que afectan a su propia comunidad. Una política que, además de tener el objetivo de fortalecer el poder territorial del gobierno, es la esencia misma del chavismo.