Desde el primer sábado de agosto, el público argentino puede disfrutar de “Amarte es un trabajo sucio (pero alguien tiene que hacerlo)”. Una obra moderna escrita por el español Iñigo Guardamino, quien plasma en su trama la nueva problemática laboral del sector delivery.
Esta pieza, dirigida por Raúl Garavaglia, cuenta con el apoyo de Centro Cultural de España en Buenos Aires, dependiente de AECID – Embajada de España. Las funciones son los sábados desde las 20, en el Teatro El Extranjero (Valentín Gómez 3378, CABA).
Esta obra del dramaturgo Guardamino se despega notablemente de sus trabajos anteriores, donde navegaba más en los terreños de una comicidad exacerbada al retratar la realidad más esperpéntica.
En esta ocasión, el autor abandona por momentos esa gran cuota de gracia, para adentrarse en un drama con toques de humor cínico, e invita de seguro al espectador a echar una mirada crítica a su entorno cotidiano y a sí mismo.
La obra retrata en una hora y media de modo irónico y mordaz, y de manera muy directa, el mundo laboral contemporáneo. Donde se centra en la problemática que enfrentan los jóvenes al ingresar en un mercado de trabajo cada vez más deshumanizado.
En este caso, el eje es el sector del delivery, encarnado en la figura de David, un joven abogado que, tras múltiples intentos fallidos de encontrar un empleo acorde a su formación, termina aceptando un trabajo como repartidor en la empresa Hermess.
Pura naturalidad en escena
La dirección de Raúl Garavaglia logra mantener un equilibrio entre el drama y la comedia, sin caer en excesos ni en la simple denuncia. La puesta en escena, de diseño escenográfico moderno y polifuncional, acompaña eficazmente el desarrollo de la trama, para crear imágenes que subrayan el carácter alienante de la labor de su protagonista, David.
El Personaje en escena se siente muy empatico, bajo la interpretación de Felipe Martínez Villamil. Quien logra transmitir la angustia y la frustración de un joven licenciado que se ve obligado a aceptar un trabajo precario, sin dejar de lado los rasgos de humor y autoironía que el personaje demanda.
En cuanto al resto de las actuaciones, Robert Acosta brinda una sólida interpretación de Samu, el compañero de trabajo de David, encarnando con destreza el personaje del intermediario que explota al protagonista.
Uno de los momentos más logrados es la coreografía onírica que el protagonista experimenta luego de un accidente, donde sus padres Ro Kreimer y Héctor Negro Díaz, mas su novia Marta (interpretada con sensualidad y soltura por Brenda Raso) bailan al ritmo de la música, en una secuencia que condensa las tensiones afectivas y existenciales del personaje.
Si bien la obra de Guardamino mantiene su característico tono corrosivo y su fino sentido del humor, en esta ocasión la risa no tiene como único objetivo restar dramatismo a la situación de David.
Más bien, el autor utiliza la ironía como una herramienta para denunciar una realidad cada vez más extendida: la explotación laboral de los jóvenes en un sistema capitalista que los condena a la precariedad, a pesar de su formación y sus aspiraciones.
«Amarte…»,en resumen
«Amarte es un trabajo sucio (pero alguien tiene que hacerlo)» es, en definitiva, una pieza que, si bien no alcanza los niveles de exacerbación cómica de otros trabajos de Guardamino, logra ser un acierto gracias a la vitalidad y originalidad de su puesta en escena, así como a la agudeza de su crítica social.
La obra expone con crudeza la crisis del individuo y del sistema capitalista, permitiéndonos reír con doble sentido ante la cruda realidad que enfrentan muchos jóvenes en la búsqueda de un lugar en el mundo laboral.