El martes 6 una brigada mecanizada de Ucrania realizó una incursión militar sobre la localidad rusa de Sudzha, al sudoeste de la región fronteriza de Kursk. Mientras Rusia organiza sus fuerzas para repelerla, la comunidad política internacional sigue atenta los acontecimientos. Nota al Pie analiza la sorpresiva penetración a la luz de la situación estratégica en Europa Oriental.
Incursión en Kursk
La unidad militar ingresó en territorio ruso y penetró al menos 7 kilómetros en dirección a las localidades de Kurilovka y Goncharivka, en el óblast de Kursk. Rápidamente las fuerzas rusas informaron que la ofensiva ucraniana destrozó el dispositivo de defensa propio ubicado en la frontera, y adelantó una posible incursión en Belgorod. Como consecuencia murieron 2 civiles y hubo 24 heridos, entre ellos 6 niños. Hasta 1.000 combatientes ucranianos formaron parte de la incursión fronteriza.
Si bien se trata de una incursión sin señales claras de ocupación, representa una derrota de orden táctico categórica en un momento en el que se anunciaba el colapso ucraniano. Un avance de estas características deja en evidencia que Rusia no tenía reservas suficientes en la zona y que el grueso está en el frente ucraniano, o que la tropa residual no tenía las capacidades para defender el territorio. Desde Chasiv Yar, en donde hay una voluminosa concentración de soldados rusos, demanda días organizar y trasladar batallones completos y equipados. En el tercer día de la ofensiva ucraniana, ya son diez las localidades que ha tomado
Desarrollo de la operación
La sorpresiva penetración ucraniana ameritó una reunión de emergencia entre el presidente, Vladimir Putin, y el Jefe de Estado Mayor, Valeri Guerásimov. El mandatario ruso había prometido un quiebre en caso de que el suelo propio fuera vulnerado. Más allá del objetivo estrictamente militar de Kiev, el mensaje político es potente para sus aliados. Según las fuentes militares de Guerásimov, la acción conjunta de unidades que cubren la frontera estatal, guardias fronterizos y unidades de refuerzo, así como los ataques aéreos, las fuerzas de misiles y el fuego de artillería, el enemigo habría quedado sin posibilidades de profundizar.
De hecho, el Ministerio de Defensa ruso comunicó este jueves que desde el comienzo de los combates en la dirección de Kursk Ucrania sufrió grandes pérdidas, y aclaró que “la operación de destrucción de las formaciones” enemigas continúa. En tanto, Putin los acusó de “disparar indiscriminadamente contra civiles”, alegando una provocación a gran escala. La Cancillería tachó de “bárbaro” al ataque, destacando que “los neonazis ucranianos cometen sangrientos actos terroristas contra la población civil. La portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, María Zajárova, repudió el “silencio por parte de Occidente”.
Balanza en Europa Oriental
Analistas militares plantean que la incursión ucraniana no sería la primera que se desarrolla sobre la frontera del territorio ruso, aunque la novedad radique en la reiteración de la misma en un único punto. La penetración tendría como objetivo generar caos en el territorio bajo control enemigo, destruir infraestructura civil o militar, y ocupar provisoriamente terreno para atraer tropas y rápidamente replegarse.
El gobierno de Estados Unidos se comunicó con su par de Ucrania para “interiorizarse” sobre la naturaleza de la operación. Apenas unos días atrás hubo dos intercambios telefónicos entre Washington y Moscú en el que los rusos advirtieron de una acción ucraniana inminente. Por más que la operación se dilate unas jornadas más, los incursores deberán retirarse dada la desventaja militar en territorio enemigo. En paralelo, en el frente de batalla ucraniano los rusos siguen imponiendo su voluntad, mientras Beijing sigue trabajando para construir una salida política que también involucre al Kremlin.