El Consejo Nacional Electoral de Venezuela difundió los primeros resultados de las elecciones presidenciales, que ubicaron a Nicolás Maduro con el 51,20% de los votos, frente al principal candidato de la oposición Edmundo González Urrutia, que alcanzaba el 44,2% de los sufragios. El primer dato mencionó una participación del 59%, en un sistema en el cual no es obligatorio el voto.
La contienda electoral estuvo nutrida por diez aspirantes al sillón del Palacio Miraflores, aunque el PSUV de Nicolás Maduro y el PUD de Edmundo González Urrutia concentraron el grueso de los votos. La jornada electoral estuvo signada por un halo de incertidumbre y tensión política dado que una vez finalizada ambas fuerzas se habían adjudicado la victoria. Mientras la oposición se recostaba sobre alentadoras encuestas que le daban hasta 25 puntos de diferencia, el oficialismo esperaba como mínimo ganar con un ventaja de 5 puntos, lo que finalmente fue superado en los primeros datos que fueron dados a conocer apenas minutos después de comenzado el lunes en Venezuela.
Diosdado Cabello, vicepresidente del PSUV y militar retirado del ejército, convocó por la tarde a los sectores chavistas a tomar las calles en defensa de la democracia. Mientras la oposición se recostó sobre un eventual escenario de fraude, el oficialismo advirtió sobre una situación de violencia en caso de que el PUD desconozca la victoria de Maduro. Padrino López, ministro de Defensa, dio por sentado antes de la medianoche el triunfo oficialista, aún cuando no había actas oficiales.
Un camino turbulento para la reelección de Maduro
Una vez más, el rumbo hacia la definición electoral nacional en Venezuela estuvo plagado de denuncias cruzadas. Aunque el conjunto de los candidatos que compitieron el domingo firmaron el Acuerdo de Reconocimiento de Resultados de la elección presidencial del 28 de julio de 2024, la desconfianza fue transversal. Tal es así que una de las fuentes de disputa estuvo en el ámbito internacional con el proceso de admisión de veedores.
Fueron múltiples los planteos de la oposición en relación a la legitimidad electoral argumentando que el chavismo, con el aparato oficialista a disposición, actuaría de forma discrecional. En relación a los veedores, la preocupación estuvo centrada en los obstáculos para que delegaciones de Estados Unidos y la Unión Europea sean admitidas. En tanto, remarcaron que entre los 5,5 millones de exiliados con capacidad de votar, apenas 70.000 fueron habilitados para votar desde el exterior.
La instalación de fraude se ha difundido de tal manera que los propios líderes políticos latinoamericanos se han posicionado al respecto resaltando la necesidad de un proceso claro, transparente y legítimo. En cualquiera de los escenarios, su instalación como recurso político representa un problema para el desenlace electoral, entorpeciendo el debido proceso que se demanda.
Escenario en América del Sur
Así como concentró la atención internacional, la elección presidencial venezolana fue seguida de cerca por los países sudamericanos. En la última década, la situación política en la república bolivariana viene siendo motivo de conflicto a nivel continental, y los diversos gobiernos han ensayado diferentes estrategias políticas para vincularse con Caracas. Así como el Grupo de Lima, que reunió a fuerzas políticas liberales de Colombia, Perú, Argentina y Chile, apoyó en su momento al opositor Juan Guaidó, el Grupo de Puebla, de posición progresista, insistió con una salida democrática.
No obstante, fue Luiz Inácio Lula da Silva quien copó las miradas en la antesala electoral. El presidente de Brasil, quien intermedió en el conflicto entre Venezuela y Guyana por la región del Esequibo, le aconsejó a Maduro que reconozca los resultados aún si eso significase su derrota. Las declaraciones de Lula se difundieron luego de que el líder del PSUV plantee que podría haber un “baño de sangre” en caso de que la oposición denuncie fraude en caso de que ganase el oficialismo.
De todos modos, la proyección política venezolana también pende de la visión de Washington. La candidata del Partido Demócrata para las elecciones del 5 de noviembre, Kamala Harris, tuiteó en la tarde del domingo que Estados Unidos apoyaría la elección que haga el pueblo venezolano. En ese sentido, despejó cualquier intento de deslegitimar los resultados, una variable que en otras oportunidades la Casa Blanca ensayó.