La presidencia de Brasil al frente del Grupo de los Veinte (G20), a pesar de que aún no se ha desarrollado la Cumbre de Líderes prevista para noviembre de este año, puede jactarse de haber conseguido resultados más que positivos para el grupo. En ese sentido, las reuniones ministeriales celebradas durante esta semana en Río de Janeiro representan una nueva muestra de la innegable vuelta del gigante sudamericano como un protagonista importante en el orden internacional.
La impronta de Lula marca el G20
Desde que asumió la presidencia, con la impronta de Luiz Inacio Lula da Silva, el gobierno brasileño se ha puesto como meta que la agenda del G20 pase por discutir temas prioritarios como la lucha contra las desigualdades, las dimensiones que hacen al desarrollo sostenible e incluso la reforma de la gobernanza mundial. Sin dudas un objetivo cumplido al observar las discusiones e iniciativas desarrolladas por los grupos de trabajo tanto en el Canal de las Sherpas como en el Canal de Finanzas del G20.
El martes, en un significativo hito de la diplomacia brasileña, los ministros del grupo emitieron la «Declaración Ministerial de Desarrollo del G20 para reducir las desigualdades», un hecho importante si se tiene en cuenta que desde el inicio del conflicto en Ucrania, el bloque no había aprobado ningún documento conjunto a nivel ministerial. En dicha declaración, entre otras cosas, los ministros reconocieron que la desigualdad global es la raíz de muchos de los problemas que afectan a millones de personas alrededor del mundo, destacaron que erradicar la pobreza extrema es fundamental para el desarrollo sostenible e instaron a los países del bloque a comprometerse a promover la igualdad de oportunidades a traves de politicas inclusion.
Del mismo modo, en la jornada previa, el G20 logró un acuerdo sobre acciones que garanticen el acceso universal al agua, en un contexto global donde, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU) existen 2,2 mil millones de personas sin acceso al agua como así también 3,5 mil millones sin saneamiento básico. En ese sentido, el canciller brasileño, Mauro Vieira, afirmó en la apertura de la reunión que «el agua potable junto al saneamiento básico son cruciales no sólo para el progreso socio-económico, sino también para la garantía de los derechos humanos».
Este miércoles, por otra parte, Lula anunció la creación de la «Alianza Global contra el Hambre y la Pobreza», una iniciativa abierta a todos los países del mundo que pretende financiarse con un impuesto global a las grandes fortunas, otra de las propuestas brasileñas que discutirán a partir de mañana en el G20. «Ningún asunto es más actual y desafiante para la humanidad. El hambre es la más degradante de las privaciones humanas, un atentado a la vida y una agresión a la libertad», sostuvo el presidente de Brasil al presentar la iniciativa que lanzará oficialmente en la Cumbre de Líderes del grupo en noviembre.
Dilma Rousseff destacó el papel de los BRICS
El pasado lunes, también en Río de Janeiro, comenzó «Estados del Futuro», un evento paralelo al G20 que, según indica en su página web, «tiene como objetivo reunir a una coalición diversa de actores globales, incluidos gobiernos, centros de estudios, la sociedad civil, el mundo académico, el sector privado y organismos internacionales, para fomentar un diálogo multidisciplinario y multisectorial sobre la reinvención de las capacidades de las empresas estatales frente a los desafíos emergentes del siglo XXI». En la ceremonia de apertura, la presidenta del Nuevo Banco de Desarrollo (NBD) de los BRICS, Dilma Rousseff, destacó el papel de algunos de los países miembros del bloque para disputar el liderazgo del Grupo de los Siete (G7) en materia tecnológica.
En ese sentido, la ex presidenta de Brasil señaló una serie de iniciativas que, en un contexto de crisis global que desafían las capacidades del Estado, representan un ejemplo de innovación por parte de los emergentes multipolares. «Es el caso de la plataforma mBridge, que reúne a países de Asia, Oriente Medio y Latinoamérica; la Interfaz Unificada de Pagos [UPI], que es una plataforma con sede en la India; y el propio Sistema de Transferencia de Mensajes Financieros [SPFS] de Rusia», remarcó Rousseff.
Por otro lado, la máxima autoridad del NBD sostuvo que la actual arquitectura financiera mundial imposibilita el desarrollo de los países del Sur Global e indicó que «existe una dicotomía, que es el hecho de que el dólar es una moneda doméstica, pero cumple el papel de reserva internacional». En esa misma línea, Rousseff explicó que la hegemonía del dólar en el comercio mundial es una barrera tanto para el crecimiento económico como para la reindustrialización de los países en desarrollo, debido a que las altas tasas de interés como la deuda pública imposibilitan la inversión en áreas como salud, educación e infraestructura