Esta semana comenzó con la desesperación del gobierno de Javier Milei por una nueva disparada del dólar informal. Sin reservas para salir del cepo y con la decisión de no devaluar, el ministro de Economía Luis Caputo decidió intervenir en el mercado cambiario.
Las preocupaciones de Caputo
El uso de las reservas del Banco Central para contener la brecha entre el dólar oficial y los dólares paralelos fue útil de momento, pero también generó el aumento del riesgo país y la caída de los bonos argentinos.
Además, la estrategia podría haber sido desaprobada por el Fondo Monetario Internacional (FMI), que espera que el Gobierno aumente el volumen de reservas en moneda extranjera para pagar los vencimientos de la deuda.
Ahora, Caputo deberá enfrentar personalmente los reclamos de la titular del organismo, Kristalina Georgieva, con quien se reunirá la próxima semana en la cumbre del G20 en Brasil.
Por otro lado, se acerca la novena revisión de las metas del programa, justo en un momento de tensión entre el Gobierno y el organismo. A pesar de que Caputo cumple con el ajuste fiscal, parece revelarse contra la política monetaria que “aconseja” el FMI.
El ministro, además, posee deficientes habilidades para comunicar sus políticas. Su discurso va desde el tecnicismo puro a alegorías que rozan lo ridículo. En esta ocasión, intentó explicar la decisión de comprar dólares en el mercado de cambios y atrajo más confusión al sostener que “la gente va a tener que vender dólares para pagar impuestos”.
Con un total desconcierto sobre cómo contener el dólar informal, la inflación, reactivar la economía y mantener conforme al FMI, incluso el mayor logro que se atribuye Caputo pende de un hilo. Para alardear superávit fiscal en junio, postergó nuevamente los pagos a generadoras eléctricas y universidades.
Lo cierto es que Caputo, conocido por algunos como “el Messi de las finanzas”, no tiene interés ni conocimiento sobre la economía real y la situación que viven les trabajadores. Y esta situación se vuelve más crítica a medida que se profundiza la recesión causada por el ajuste fiscal.
Mientras avanzan los cierres de empresas y los despidos en el sector privado, les trabajadores informales tampoco tienen un respiro. La reunión del Consejo del Salario fracasó y el Gobierno decidirá unilateralmente el monto del salario mínimo. Es esperable que la cifra se acerque más a los $242 mil que ofrecen les empresarios a los $480 mil que exigen las centrales sindicales.