El presidente argentino, Javier Milei, decidió ausentarse de la Cumbre del Mercosur que se realizó el pasado lunes en territorio guaraní alegando cuestiones de agenda. Por el contrario, desligandose de sus responsabilidades institucionales como jefe de Estado, priorizo participar en una cumbre conservadora organizada por Jair Bolsonaro en Brasil. ¿La integración regional? Bien, gracias.
Los reclamos a Milei
El faltazo de Milei a la cumbre regional, claro está, no pasó desapercibido para sus pares latinoamericanos. Si bien en su lugar estuvo la canciller Diana Mondino, los jefes de Estado del Mercosur esperaban la presencia del mandatario argentino en un espacio que, más allá de las diferencias entre los gobiernos, no solo es vital para la integración regional sino que también resulta fundamental para elaborar posiciones comunes frente a un mundo en convulsion.
Los reclamos a Milei, aunque matizados para evitar subir los niveles de tensión con un gobierno que no para de abrir focos de conflicto con varios países de Latinoamérica, estuvieron a la orden del día. “No pude conseguir que pueda venir el presidente Milei. Tenemos que ser respetuosos de cada país, pero el proceso de integración no se detiene”, señaló el presidente anfitrión, Santiago Peña.
Por su parte, el mandatario charrúa, Luis Lacalle Pou, tampoco eludió la cuestión e indicó que “no sólo es importante el mensaje sino que también es importante el mensajero” en una clara alusión al faltazo de Milei. El jefe de Estado, al que ideológicamente nadie puede etiquetar como de izquierda, sostuvo que “si el Mercosur es importante, acá deberían estar todos los presidentes”.
Del mismo modo, el mandatario de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, afirmó con dureza ante periodistas que “es una enorme tontería que el presidente de un país importante como Argentina no participe en una reunión con el Mercosur”. Sin embargo, el presidente brasileño trató de restarle importancia al desplante: “lo importante es que el Mercosur necesita al pueblo argentino al igual que el pueblo argentino necesita al Mercosur”, remarcó Lula.
¿Imperícia o acción planificada?
El domingo, en la previa de la Cumbre del Mercosur a la cual rechazó asistir por cuestiones de agenda, Javier Milei dedicó su primer viaje oficial a Brasil para participar de la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC) organizada por Jair Bolsonaro. Si bien desde el foro conservador lanzó sus habituales críticas contra el “socialismo” en la región e incluso calificó a Bolsonaro como un “perseguido judicial”, Milei evitó nombrar a Lula para no agravar la tensa relación entre ambos gobiernos.
Lo cierto es que desde que el economista anarco-capitalista asumió la presidencia del gobierno argentino, las relaciones diplomáticas de nuestro país con los distintos gobiernos de la región han dado un giro de 180 grados. La relación con Lula, la cual se encuentra rota debido a los exabruptos de Milei contra este, es una muestra de ello: todavía no han mantenido ni siquiera una conversación telefónica.
Sin embargo, más allá de Brasil, el gobierno argentino también protagonizó cruces diplomáticos con países como Venezuela, México, Bolivia, Colombia o Chile. Gran parte de estos episodios fueron causados por las declaraciones del propio presidente argentino que, con su ausencia en la cumbre del Mercosur, sigue dando muestras de priorizar su sueño de ser un rockstar de las alt- right por sobre los intereses nacionales.
En ese marco, con la estructura institucional de la cancillería argentina como salvavidas frente a cada frente de conflicto que abre el gobierno argentino, la política exterior del gobierno de Milei no solo se configura como anacrónica por su alineamiento irrestricto a Washington sino también como un verdadero obstáculo para la integración regional. Impericia o acción planificada en pos de intereses foráneos, el resultado es el mismo: Milei es un escollo en el Sur Global.