En la actualidad no se discute el amor y compromiso que tiene Lionel Messi con la Selección Argentina pero hubo una época en la que todo pudo haber cambiado. Pese a que siempre demostró sus intenciones por jugar con la camiseta albiceleste, se tuvo que realizar una importante movida para que se concrete.
De hecho, hace dos décadas se llevó a cabo su debut con los colores argentinos junto a la categoría Sub-20 para evitar que juegue para España. Un 29 de junio de 2004 se llevó adelante un cotejo entre el combinado juvenil de Argentina y su par de Paraguay con el objetivo de encaminar la argentinidad de la Pulga.
La Asociación del Fútbol Argentino (AFA) se encargó de organizar el encuentro en el estadio de Argentinos Juniors tras recibir varias sugerencias. De este modo, la Albiceleste se aseguró al actual capitán y evitó que se fuera con el país europeo, el cual ya lo había citado para la Sub-17.
Un inicio tumultuoso
Toda la estrategia interna empezó con Jorge Messi, padre del joven talento que deslumbraba en la cantera del Barcelona español. Con un objetivo claro de que su hijo vista la celeste y blanca, el progenitor filmó un video con cinco o seis jugadas del niño en un VHS de 12 minutos.
A la espera de que el producto audiovisual, editado por Barca TV, acerque al joven a su país de origen, el ilusionado padre pudo cumplir su sueño en 2002 gracias a Claudio Vivas. El aquel entonces ayudante de Marcelo Bielsa, entrenador del seleccionado mayor nacional, viajó a Barcelona para entablar charlas con algunos futbolistas.
Sin mucho convencimiento por parte del autor de la cinta, Vivas aceptó con buena cortesía lo que le ofreció. Asimismo, el ex técnico de Racing quedó maravillado con lo que presenció del joven rosarino y le sugirió a Hugo Tacalli, entrenador de la Sub-17, que lo tuviera en cuenta.
Al principio hubo una inamovible negación por parte del DT ya que contaba con un equipo y base bien establecidos. Además, admitió que le parecía incorrecto que un jugador entre “por la ventana” en la lista que jugaría el Mundial de la categoría en 2003.
Incluso, en aquel certamen se dio la casualidad que tanto Argentina como España compartieron hotel. “Para ganar el torneo necesitan a un chaval que juega en Barcelona”, le sugirió el cocinero español a Tocalli.
Tras recibir ese guiño de la suerte por parte de un aficionado ibérico, que el propio Tocalli reconoció tiempo después, los caminos deportivos de ambos equipo se cruzaron. En la serie de semifinales empezó arriba Argentina con un 2-0 pero el cuadro español llegó a la igualdad y luego se impuso 3-2 en el suplementario.
La gran figura del cotejo fue un joven Cesc Fábregas, quien aportó un doblete y al final se quedó con el Balón de Oro del torneo. El talentoso español era compañero y amigo de Messi dentro de la exitosa categoría de 1987, donde también se encontraba Gerard Piqué.
Una vez que el duelo quedó en el pasado, España se volvió un verdugo fuera de las canchas al mostrar sus serias intenciones de contar con los servicios de Messi. La Real Federación Española de Fútbol trató en reiteradas ocasiones convencer a la familia del joven pero él tenía el sueño de jugar con Argentina.
Un rápido movimiento
El primer paso para alisar la llegada de Messi con la Selección era lograr contactarse con su padre, situación que se logró en 40 minutos tras llamar a Omar Souto, empleado administrativo de la AFA.
De hecho, fue el propio trabajador del máximo ente del fútbol argentino quien le insistió a Tocalli para que ubique al joven. “Tomaba la pelota y pasaba de 0 a 100 en 3 metros. Con José Pekerman siempre teníamos jugadores rápidos y de cambio de ritmo. Leo era ideal”, señaló el DT.
De manera instantánea se obtuvo una respuesta positiva del padre pero también se debía organizar un partido oficial de la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA) para evitar que se vaya con España.
Sin tiempo que perder, Tocalli le hizo llegar el video a Julio Grondona, presidente de la AFA, quien puso manos a la obra para no perder la nueva joya argentina. Luego de una rápida maniobra, se acordaron dos partidos con Paraguay, en el que habría uno en cada país.
La Albirroja presentó un Sub-22, el cual se conformó a duras penas según se confirmó tiempo después. Mediante un fax se realizó la solicitud de la AFA al Barcelona en abril de 2004; aunque, con una notoria peculiaridad. No se percataron que había un error de ortografía en la nota y se nombró al jugador como “Leonel Mecci”.
Más allá de las iniciales negativas blaugranas, al final cedieron a Messi, quien pisó el predio de Ezeiza por primera vez el 25 de junio, días después del partido en Asunción. Cabe resaltar que en la velada del cotejo en Argentina se computó otra coincidencia con Diego Maradona.
Los dos mejores jugadores de la historia nacional debutaron en la misma cancha. Uno lo hizo con tablones y para el cuadro de La Paternal; mientras que, el otro con cemento y para la Selección.
Un partido inolvidable
Dentro de un contexto extrafutbolístico, Argentina se presentó en la cancha del Bicho con apellidos que quedaron en la historia del debut de Messi. El equipo alineó a Nereo Champagne en el arco y una defensa conformada por Ricardo Villalba, Ezequiel Garay, Lautaro Formica y Pablo Zabaleta.
En tanto, René Lima, Juan Manuel Torres, Matías Abelairas y Pablo Barrientos estuvieron en el medio; mientras que, Pablo Viatti y Ezequiel Lavezzi fueron los delanteros.
El cotejo se fue al entretiempo con una goleada albiceleste de 4-0, donde el Pitu marcó un doblete y el Pocho junto a Garay ampliaron la ventaja. Para la segunda parte llegó el turno de un joven Messi de tan solo 17 años al ingresar en lugar de Abelairas.
En todo momento se percibió que nunca le pesó la presión de jugar con la Selección y demostró todo su calibre. Con la dorsal 17 logró deslumbrar a todos los presentes y hasta marcó el séptimo gol del 8-0 final.
“Noche de garúa, frío. La entrada era un diario para el Hospital Garrahan. El que dice que había dos millones de personas, miente. Eran 14”, remarcó el preparador físico Gerardo Salorio años más tarde. Aquella velada en La Paternal fue histórica para el fútbol argentino ya que se presenció la perfecta unión y sintonía entre Messi y la camiseta albiceleste.
Las miradas desde adentro
Pese a toda la movilización que desencadenó el bautismo de Messi con Argentina, hay algunos apellidos que fueron grandes espectadores de aquella histórica jornada. Sin conocerse con antelación, el fútbol fue el gran eslabón que los unió para presenciar el futuro deportivo del joven rosarino.
En primer lugar, está el mismo Salorio, quien estuvo presente en el cotejo como parte del cuerpo técnico albiceleste. El preparador físico fue una parte esencial en las conversaciones que tuvieron Tocalli y Grondona tras haber visto el mítico VHS.
“El video lo ve Tocalli, me lo comenta. Se lo llevamos a Julio Grondona, quien con una rapidez bárbara se da cuenta que estaba citado para jugar con España”, recordó Salorio. Además, resaltó que el propio presidente se puso en marcha de inmediato para formalizar un partido con planilla FIFA y lograr que Messi sea argentino para siempre.
Por otro lado, está Osvaldo Cook quien fue uno de los pocos aficionados de Argentinos que se acercó al estadio para maravillarse con el talentoso rosarino. “Vimos luz, escuchamos por la radio que se jugaba el partido y nos vinimos”, señaló el acérrimo fanático y socio vitalicio del club desde hace tiempo.
“No sabíamos a qué veníamos y terminamos en un partido muy importante”, agregó quien, según su propio relato, también presenció el debut de Maradona.
Por último, aparece Pablo Giralt en la ecuación, un reconocido relator de fútbol que emocionó a todos con su trabajo durante el Mundial de 2014. Días antes del partido, le llegó la data de una inesperada situación que serviría para seguir con sus relatos.
“Había que vender un partido que estaba definido”, confesó el relator sobre lo que se hablaba del joven talento. Asimismo, gritó a pura emoción su gol, el cual tomaría mayor importancia con el paso del tiempo.
“Estoy orgulloso de formar parte de la historia del fútbol argentino. Como periodista, tenemos un rol activo, pero muy oculto”, enfatizó Giralt. “Yo no tengo nada que ver con él, no soy amigo, jamás le di la mano.
Pero tenemos un punto en común que nadie lo puede modificar”, continuó. “Soy un ser humano común y corriente que tiene algo en común con una estrella”, añadió. “De alguna forma indirecta, él me dio un lugar importante a mí. Esa es la cosa maravillosa que tiene esto”, finalizó.