Este miércoles el presidente de Rusia, Vladímir Putin, en el marco de una gira internacional, firmó junto a su par de la República Popular Democrática de Corea (RPDC), Kim Jong-un, un Tratado de Asociación Estratégica Integral y profundizó su esquema de alianza con un importante socio en lo militar y en el plano geopolítico.
Un pacto de asistencia mutua
Recibido con todos los honores correspondientes a la primera visita del Jefe de Estado del estado ruso desde el año 2000, en Pyongyang, Vladimir Putin mantuvo una importante reunión con el líder norcoreano. En ella, además de abordar las principales cuestiones relativas a las relaciones diplomáticas entre ambos países y a la seguridad del orden global, firmaron un Tratado que, entre otras cosas, prevé la asistencia en caso de agresión contra una de las partes.
¿El telón de fondo? El fracaso de la Cumbre sobre la Paz en Ucrania realizada el pasado fin de semana en Suiza, que a pesar de las grandilocuentes declaraciones de los dirigentes del Occidente angloamericano, demostró dos elementos significativos: el rechazo de actores de peso del Sur Global y la evidente – pero aún resistida por el esquema atlantista – imposibilidad de encontrar una salida dialogada sin la participación de Moscú y Pekín.
Bajo ese marco, tras obtener el respaldo de los BRICS+ e importantes socios del orden internacional, la Federación de Rusia amplió y profundizó su asociación estratégica con una nación que, en el plano geopolítico, se caracteriza por su potente poderío militar y su rechazo al Globalismo Financiero Unipolar que, en su pronunciado declive, configura diversos niveles de conflictividad con una amplia gama de países, entre ellos el de Kim Jong-un.
En ese sentido, Putin calificó al Tratado firmado por ambos países como un “documento innovador” y precisó que la asistencia mutua en caso de agresión contra una de las dos partes forma parte de sus cláusulas. Por su parte, el líder norcoreano detalló que el pacto posee una naturaleza pacífica y defensiva y aseguró que “será una fuerza motriz que acelerará la creación de un nuevo mundo multipolar’.
Rusia – Corea del Norte: una relación con desafíos comunes
En sus declaraciones, ambos líderes cerraron filas, compartieron las características comunes que permiten crear las condiciones para un pacto de tal naturaleza y repartieron críticas para Estados Unidos y el Occidente angloamericano. En esa línea, Putin manifestó que “a pesar de las presiones exteriores, nuestros países se desarrollan con éxito de forma soberana e independiente» e indicó que ambas naciones trabajan “por un orden mundial multipolar más justo y democrático».
De la misma manera, el presidente ruso remarcó el rechazo compartido “a la propia del estrangulamiento con las sanciones que Occidente acostumbra a utilizar como herramienta para mantener su hegemonía en la política, la economía y otras esferas” e instó al Consejo de Seguridad de la ONU a reconsiderar el “régimen restrictivo indefinido” sobre la República Popular Democrática de Corea.
Por otra parte, Putin aseguró que «tanto Rusia como Corea aplican una política exterior independiente y no aceptan el lenguaje del chantaje y el dictado”. Por consiguiente, el reelegido jefe de Estado ruso declaró que Pyongyang tiene derecho a tomar medidas para garantizar su propia seguridad y advirtió que Moscú continuará realizando esfuerzos para eliminar una nueva amenaza de conflicto armado en la península.
Kim Jong-un, por su lado, calificó a Rusia como su “amigo y socio mas honesto” y afirmó que Putin es “el amigo más querido del pueblo” de Corea del Norte. De esa manera, el líder norcoreano evidenció que la buena sintonia entre ambas naciones, solo interrumpida por el gobierno del presidente Boris Yeltsin, continúa mas fuerte que nunca en un momento donde la tensión en la península de Corea viene aumentando de manera exponencial.
En los últimos dos años, el aumento de la actividad militar en la región del Indo-Pacifico y la profundización de la alianza entre la triada EEUU-Corea del Sur-Japón, llevó al gobierno norcoreano a fortalecer su potencial militar de defensa a través de, entre otras cosas, el desarrollo de sus misiles. Una respuesta que junto a la alianza con Moscú busca disuadir a Washington, Seúl y Tokio de seguir amenazando al país y su sistema político a través de las continuas presiones militares, políticas y económicas.