Que la democracia tiene deudas para con el pueblo, es algo que nadie puede contradecir. Los datos socioeconómicos muestran un deterioro que ha generado una estructura difícil de perforar. Hace muchos años que la pobreza no baja de los 25 puntos y también ocurre que tener trabajo, incluso registrado, es insuficiente para no estar debajo de la línea de la pobreza.
Pero esa película, a la que hay que rebobinar hasta la década de los noventa para entender el complejo entramado y algunos puntos de partida, tuvo un acelere fenomenal desde el 10 de diciembre de 2023. Los números que surgen del informe del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA), indican que la pobreza en Argentina ascendió al 55,5% y la indigencia al 17,5%, en el primer trimestre de 2024. El anterior dato, en el último trimestre de 2023, marcaba un 44,7% de pobreza y un 9,6% de indigencia.
La asunción de Javier Milei puso a La Libertad Avanza y sus socios del PRO a la cabeza del ránking de deterioro de los ingresos populares y medios. Nunca antes, contando los procesos de la dictadura, del menemismo o del macrismo, se produjo una transferencia tan grande hacia los sectores concentrados en tan poco tiempo.
Se trata de la velocidad y la profundidad de un tiempo cruel, donde se desregula todo y la vida es cada semana más insostenible para millones de personas.
No es que haya cambiado la matriz de un día para el otro: la aceleraron de manera abrupta y violenta. Con todos los resortes del Estado dominados, pese a su aparente debilidad de gestión, con el DNU 70/2023 como punta de lanza y los otros poderes (judicial y legislativo en parte adormecidos todavía), Milei hizo en menos de seis meses lo que otros no pudieron o tardaron años.
Pero, como canta Fabiana Cantilo, «nada es para siempre». Al Gobierno se le complican las variables, acaso por lo ambicioso de su idea inicial. El «ajuste más grande de la historia de la humanidad» es insostenible en el tiempo, en la realidad de una Argentina que tiene tradición de resistencia popular, niveles de organización sólidas y un entramado cultural, social y productivo que hacen de ese desafío una especie de utopía regresiva.
Es casi imposible de profundizar en el tiempo, sin que se produzcan mecanismos de defensa institucional que van más allá de desaveniencias partidarias. Es lo que ocurrió esta semana con la sanción en Diputados de un proyecto de ley para modificar la fórmula jubilatoria, que al menos intente recomponer ingresos.
Un proyecto que pasará al Senado de la Nación y que Milei adelantó va a vetar. “Cada vez que los degenerados fiscales de la política quieran ir a romper el equilibrio fiscal, se los digo ahora, les voy a vetar todo. Me importa tres carajos”, amenazó ante empresarios que lo escucharon en el 10° Latam Economic Forum.
La paradoja de Milei y el Estado
No es casual que las referencias de marco ideológico e histórico en este Gobierno pendulen entre los «próceres» de la Conquista del Desierto y los marginales autores de la Escuela de Economía Austríaca, prácticamente desconocidos en nuestro país. Pero con un detalle, que seguramente irrite la cosmovisión histórica de Milei: sus admirados «padres fundadores» eran personas de Estado, que diagramaron una sociedad claramente injusta, peor con lo público en el centro.
En cambio, él aseguró: “amo ser el topo dentro del Estado, yo soy el que destruye el Estado desde adentro”. Fue en el marco de una entrevista con The Free Journal, durante la última visita a Estados Unidos y que fue publicada este jueves.
Milei dijo que eso “es como estar infiltrado en las filas enemigas, la reforma del Estado la tiene que hacer alguien que odie el Estado y yo odio tanto al Estado que estoy dispuesto a soportar todo este tipo de mentiras, calumnias, injurias, tanto sobre mi persona como mis seres más queridos, que son mi hermana y mis perros y mis padres con tal de destruir al Estado”.
Basta con recurrir al Diccionario de la Real Academia Española para conocer las dos acepciones principales del término.
- m. y f. Mamífero insectívoro del tamaño de un ratón, de cuerpo rechoncho, cola corta y pelaje negruzco suave y tupido, que tiene hocico afilado, ojos diminutos y casi ocultos por el pelo, y cinco dedos armados de fuertes uñas que le sirven para socavar y apartar la tierra al abrir las galerías subterráneas donde vive. U. en m. ref. a la especie.
- m. Persona que, infiltrada en una organización, actúa al servicio de otros.
Fin, diría el vocero Manuel Adorni, que por estos días no deja de agrandar su área con nombramientos para los que sí hay plata.
Pero surgen un par de interrogantes: ¿al servicio de quién actúa Javier Milei?
Y, fundamentalmente, ¿que forma va a tomar la paciente resistencia que crece en silencio y, el gran desafío, si este cuerpo social alumbrará una alternativa política?
A esta altura, se trata de un proceso de reducción de daños y de un torniquete político, que sea capaz de detener un proceso que no se desbocó, pero apunta en esa dirección.