Desde fines del mes de abril, el público porteño puede disfrutar de la obra “Ese bow window no es americano”. Una emocional adaptación en escena del inquietante cuento “Nada de todo eso” de la consagrada escritora argentina Samanta Schweblin.
Dirigida por Mariana Obersztern y protagonizada por un elenco de lujo conformado por Mirta Busnelli, María Merlino y Vanesa Maja, la pieza traslada al espectador a un universo perturbador, absurdo y delirante. Las funciones son los sábados desde las 20 y domingos a partir de las 18, en el emblemático teatro DUMONT 4040 (Santos Dumont 4040, CABA).
La trama gira en torno a la enigmática relación entre una madre y su hija, quienes se ven atrapadas en un vínculo casi enfermizo y asfixiante. La progenitora, interpretada magistralmente por Busnelli, arrastra a su retoño, encarnada por la talentosa Merlino, a una obsesión insana: observar compulsivamente las viviendas ajenas a través de las ventanas.
Esta aparente locura, lejos de ser un simple capricho, esconde verdades más profundas y oscuras que van revelándose a medida que avanza la historia. Lo que en un principio podría parecer una premisa simple y cotidiana, rápidamente se transforma en un laberinto de ambigüedades y silencios que invitan al público a sumergirse en un juego de interpretaciones.
Obersztern, con su dirección meticulosa y sensible, logra potenciar cada recoveco de la narrativa, extrayendo lo más significativo de los personajes y dejando que las acciones hablen por sí mismas.
Increíbles interpretaciones, cargadas de pura emoción
Inspirada en la pluma de Samanta Schweblin y bajo la lúcida dirección de Mariana Obersztern, esta obra se erige como un manifiesto de la sutileza y la introspección.
El minimalismo escénico, lejos de ser una elección estética pasajera, se revela como el vehículo perfecto para adentrarnos en las profundidades de la psique humana, donde la ambigüedad y el absurdo se entrelazan en un delicado baile de emociones.
La sala teatral además abandona su tradicional disposición para dar paso a un innovador corredor de butacas que enfrenta a un escenario rectangular. Esta audaz reconfiguración no es un mero capricho arquitectónico; es una declaración de principios que desafía al espectador a adoptar una nueva perspectiva, tanto física como conceptual.
La sensación de desorientación que impregna cada diálogo y movimiento no es casualidad, sino una invitación a sumergirse completamente en la narrativa. La dirección de Obersztern es una coreografía de elementos calculados: luces tenues que danzan con sombras, proyecciones en blanco y negro que flirtean con lo onírico, y actuaciones que rozan lo monocorde, todas convergen para crear una atmósfera que trasciende lo teatral y se adentra en lo abstracto.
Cada sonido, cada silencio, se convierte en un idioma que nos guía por este laberinto de significados velados. Y en este escenario despojado de artificios, el trío protagónico, Mirta Busnelli, María Merlino y Vanesa Maja, brilla con luz propia.
Sus interpretaciones, inmersas en un espacio que desafía la ambientación convencional, son un testimonio de la maestría actoral. Los gestos cargados de intención, los silencios elocuentes, las miradas que hablan más que mil palabras, son el pulso vibrante de esta obra. Nos invitan, casi con una urgencia poética, a desentrañar los misterios que se ocultan tras cada pausa, tras cada suspiro.
Lo absurdo, en resumen
Una experiencia teatral que trasciende lo convencional y se adentra en los territorios más oscuros y perturbadores del alma humana. Con una dirección sólida y actuaciones memorables, es una ventana al absurdo y la locura que no dejará indiferente a ningún espectador.
Ya que “Ese bow-window no es americano” no es solo una obra de teatro; es un espejo donde se reflejan nuestras propias incertidumbres y la eterna búsqueda de sentido. Es un recordatorio de que, en el teatro como en la vida, lo que no se dice a menudo resuena con más fuerza que lo que se grita a los cuatro vientos.