En un acto gubernamental por el Día Internacional del Trabajador, el presidente de Colombia anunció la ruptura diplomática con el Estado de Israel. El planteo de Gustavo Petro se encuadra en una larga serie de contrapuntos entre Bogotá y Tel-Aviv desde que el dirigente progresista asumió al frente del gobierno nacional.
Su argumento consiste en castigar la acción genocida que el presidente israelí, Benjamín Netanyahu, encabeza sobre Gaza. Nota al Pie analiza el anuncio de Petro a la luz de la crisis internacional, su estrategia geopolítica, y la transferencia de tecnología militar israelí al país sudamericano.
Colombia y una ruptura anunciada
“Aquí, delante de ustedes, el Gobierno del Cambio, el presidente de la República informa que mañana se romperán las relaciones diplomáticas con el Estado de Israel por tener un gobierno, por tener un presidente genocida», expresó Petro en su discurso en la Plaza de Bolívar.
Invocando el derecho palestino “a la resistencia”, el mandatario colombiano enfatizó que no pueden volver “las épocas del genocidio, del exterminio de un pueblo entero ante nuestros ojos, antes nuestra pasividad”. Según su punto de vista, “si muere Palestina, muere la humanidad”.
En efecto, desde Tel Aviv llegó rápidamente la reacción. Desde el gobierno israelí aseguran que “la historia recordará que Gustavo Petro decidió ponerse del lado de los monstruos más despreciables conocidos por la humanidad”.
El ministro de Relaciones Exteriores del país hebreo, Israel Katz, escribió en sus redes sociales que el presidente colombiano había prometido premiar a Hamás. “Hoy cumplió su promesa”, determinó el canciller.
No obstante, consideró que “las relaciones entre Israel y Colombia siempre han sido cálidas, y ningún presidente antisemita y lleno de odio podrá cambiar eso”. A finales de marzo, el propio Petro había amenazado con interrumpir el vínculo diplomático.
En aquel entonces, el presidente colombiano puso como condición que Israel cumpliera la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU sobre el cese al fuego, y de hecho convocó “a las naciones del mundo” a imitar su ejemplo.
Además, el 1 de abril anunció que se sumaba a la demanda contra Israel interpuesta por Sudáfrica ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya sobre los actos genocidas cometidos en la Franja de Gaza.
La contribución a la causa palestina en el escenario jurídico internacional forma parte de un recorrido al que el Jefe de Estado brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, también se sumó.
¿Asunto humanitario o intereses geopolíticos?
Si bien Petro lo presentó como una acción de orden política con incentivos humanitarios, algunos analistas encuadran la decisión sobre una cuestión estructural: los acuerdos de política exterior del gobierno.
La hipótesis que circula entre intelectuales liberales plantea que hay acuerdos político-militares y de inteligencia preexistentes entre Colombia y la República Islámica de Irán, por ende la relación diplomática con Israel entorpecería su desarrollo.
Acuerdos con terminales en organizaciones como Hezbollah, el movimiento islamista aliado de los ayatolás con una e las fuerzas militares más potentes en Oriente Medio. Según su perspectiva, el gobierno de Petro ha alineado su política internacional al trinomio multipolar que expresan Irán, Rusia y China, en una coyuntura en la que Estados Unidos atraviesa una crisis al interior de su élite dirigencial.
Sin embargo, Israel representa uno de los principales proveedores de tecnología militar para Colombia. Aviones Kfir, pistolas semiautomática Jericó, rifles X95, fusiles Galil, misiles antitanque Nimrod y Spike o sistemas de artillería como el Atmos, son tan solo algunos recursos de origen israelí que han reforzado las Fuerzas Militares del país caribeño.
La relación estratégica entre Bogotá y Tel Aviv no se agota tampoco en el plano científico-militar. Hay convenios bilaterales y tratados entre ambas naciones que favorecen el libre comercio, e Israel fue el primer socio de Oriente Medio con el que negoció un acuerdo de orden militar.
Pero Irán también tiene un potencial militar exportador con el cual aspira a sustituir la transferencia de tecnología que Colombia realiza a expensas de Israel y la utiliza, entre otras cuestiones, para seguridad interior repeliendo organizaciones paraestatales.
Estos mismos analistas sostienen que romper relaciones con Tel Aviv representa un acuerdo para despejar el terreno a Hezbollah y organizaciones yihadistas que recibirían financiamiento del narcotráfico.
Israel, empantanada
A pesar del sobreactuado tono de la cancillería israelí en derredor de la definición diplomática colombiana, no es el único país sudamericano que rompió relaciones con Tel Aviv. En octubre de 2023 lo hizo Bolivia. Y otros, como Chile, Brasil y Honduras, han retirado a sus embajadores de la nación de Oriente Medio.
Esta situación de debilidad política se profundiza considerando el planteo sudafricano en la CIJ, así como también el posicionamiento de la Asamblea General de la ONU y su Consejo de Seguridad.
A propósito, el anuncio de Turquía de suspender el intercambio comercial con Israel, copó la escena mediática. Y las protestas estudiantiles en las universidades estadounidenses le dan aún mayor alcance.
Por otro lado, el gobierno israelí se encuentra ante un dilema: satisfacer las demandas políticas de su propia población y parte de la comunidad internacional, o sostener su credibilidad estratégica a nivel regional.
En efecto, si cede ante la presión global que insta por un cese al fuego, abandona la misión de recuperar a los rehenes y eliminar a Hamás. En cambio, si continúa y acentúa su campaña militar, se consolidaría, en tiempos de crisis, como una resistencia ante el eje islámico conducido por Teherán.
En cualquier caso, la decisión dependerá de los costos políticos que el premier Benjamín Netanyahu esté dispuesto a pagar.