Esta semana, el gobierno de Javier Milei convocó al Consejo del Salario para determinar el aumento del Salario Mínimo, Vital y Móvil (SMVyM). La reunión entre las centrales sindicales y las cámaras empresarias, con la mediación del ministerio de Capital Humano, se realizará de manera virtual el próximo 30 de abril.
El ajuste presente también en el Consejo del Salario
Actualmente, el salario mínimo se ubica en $202.800. Se trata claramente de un monto insuficiente considerando que la Canasta Básica que determina la línea de pobreza tiene un valor de $250 mil para una persona adulta y de casi $800 mil para una familia promedio.
En la última reunión del Consejo la propuesta de les representantes de les trabajadores fue rechazada y el Gobierno terminó por decidir, unilateralmente, un aumento del 30% entre febrero y marzo.
Sin embargo, la cifra de inflación de ese período fue de 51,6%, por lo que el salario mínimo (que sirve principalmente como piso para las remuneraciones del sector informal) también fue víctima de la “licuadora”, una de las herramientas de la gestión actual para garantizar la austeridad fiscal.
Sin dudas, gran mayoría de la población está sufriendo las consecuencias del ajuste de Milei y su ministro de Economía, Luis Caputo. El Presidente parece ignorar esta realidad. Por el contrario, incluso festeja el daño que está provocando con sus medidas económicas a través de publicaciones de índole provocador en sus redes sociales.
Los puntos ocultos en la cadena nacional de Milei
El objetivo central de la cadena nacional del lunes pasado fue desviar la atención del hito que ocurriría al día siguiente, la masiva Marcha Federal Universitaria contra el ajuste a la universidad pública.
En la transmisión se pudo ver a Milei rodeado de su equipo económico, funcionarios a quienes distinguió como “verdaderos patriotas”. El discurso no contenía ningún aviso importante, fue una seguidilla de autoelogios por lograr uno de los pocos propósitos relevantes para los gobiernos neoliberales: el equilibrio de las cuentas públicas.
Casi burlándose de los sectores que sufrieron el ajuste en carne propia, Milei festejó la suspensión de la obra pública, los numerosos despidos estatales y la reducción al mínimo de las transferencias de recursos a las provincias.
En respuesta a los reclamos sociales, como la actualización del presupuesto para las universidades, el Presidente respondió “no esperen la salida de la mano del gasto público”.
Y confirmó que el programa de ajuste fiscal se basa en una determinación ideológica y no una urgencia económica al declarar que “la era del supuesto Estado presente se ha terminado”.
Frente a esto, el presidente del movimiento Libres del Sur, Humberto Tumini, declaró: “La misma sanata de siempre para explicar la catástrofe económica y social adonde lleva el país y a la mayoría de su gente. En síntesis, repitió como Menem ‘estamos mal pero vamos bien’ para justificar el saqueo a los bolsillos del pueblo”.
Otra de las repercusiones notables fue la de la CGT (Confederación General del Trabajo), que publicó un documento titulado “Lo que le falta contar al gobierno nacional”, donde repasaron los principales factores de ajuste que explican el superávit fiscal. A saber:
- Licuación de ingresos
- Deudas con las provincias
- Deudas con empresas de energía y gas
- Desfinanciamiento de la educación pública y deudas con las universidades
- Interrupción de la obra pública
- El supuesto superávit comercial es consecuencia de la brutal recesión y el desplome de las importaciones
- Acumulación de reservas postergando pagos de importaciones