Los jefes de Estado de Brasil e India coincidieron en plantear en la próxima cumbre del G20 una propuesta de reforma del Consejo de Seguridad de la ONU, el órgano cuyo propósito es mantener la paz y la seguridad internacional. Lula y Modi cuentan con el apoyo de Alemania, Japón y Sudáfrica, miembros no permanentes del espacio que conducen las principales potencias militares. Nota al Pie analiza el acuerdo en torno a la crisis internacional de poder y los marcos de alianza dentro de un Consejo de Seguridad que no logra afrontar los desafíos presentes.
Reformar, ampliar, democratizar
Estos son los tres puntos que el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, y su homólogo indio, Narendra Modi, acordaron tratar en la próxima cumbre del G20 que se llevará a cabo en Brasil. Los días 18 y 19 de noviembre se realizará en Río de Janeiro una nueva Cumbre de Líderes en la que participarán todos los estados miembros, junto con la Unión Europea y la Unión Africana. La composición y el funcionamiento del Consejo de Seguridad de la ONU son temas de interés tanto para la potencia sudamericana como para la asiática, y en el G20 están representados los principales polos de poder a nivel internacional, principalmente los cinco miembros permanentes.
El Consejo de Seguridad es uno de los órganos de gobierno de las Naciones Unidas, establecido en 1946 como parte de la reorganización del sistema internacional después de la Segunda Guerra Mundial. Según la Carta de la ONU, su principal responsabilidad es garantizar la paz y la seguridad a nivel internacional, reuniéndose «cada vez que la paz se vea amenazada». El órgano está compuesto por quince miembros: cinco permanentes con poder de veto (Estados Unidos de América, Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, Federación de Rusia, República Popular China y Francia) y diez miembros no permanentes.
El acuerdo entre Brasil e India implica proponer como temario para la próxima cumbre del G20 un proyecto de reforma que incluya una ampliación y revisión del «poder de veto» que disfrutan los cinco miembros permanentes. Cuentan con el respaldo de Alemania, Japón y Sudáfrica, potencias económicas con un notable poderío militar. La reestructuración del Consejo de Seguridad es una propuesta histórica que cuenta con consenso no solo en la mayoría de los estados de la comunidad internacional, sino también especialmente entre los cinco miembros permanentes. Sin embargo, el conflicto radica en las razones y las alternativas para llevar a cabo esta reforma.
Unidos por el Consenso vs Comité de los Diez
En efecto, la reforma del Consejo de Seguridad de la ONU no es un tema nuevo. De hecho, esta cuestión está en la agenda de la Asamblea desde 1979, aunque las solicitudes de reforma han aumentado en un contexto de crisis internacional donde los conflictos se intensifican. Aparte de los cinco miembros permanentes, hay diversos posicionamientos que buscan resolver este problema común.
Por un lado, está el Grupo Unidos por el Consenso, una coalición de estados creada en los años 90 que aboga por una representación más equitativa pero se opone a una posible expansión de los asientos permanentes. Italia lidera este grupo, cuyos miembros incluyen a Argentina, Canadá, Turquía, México, España, Pakistán, Colombia, San Marino y Malta. Estos países comparten la oposición al G4, un grupo conformado por Alemania, Japón, Brasil e India, que aspiran a convertirse en miembros permanentes.
Por otro lado, está el Comité de los Diez, responsable de defender la Posición Africana Común sobre la reforma del Consejo. Sin embargo, este mismo grupo también se opone a que los miembros del G4 sean los beneficiarios de la expansión de los asientos permanentes. Según esta posición, Alemania representaría a Europa occidental, Japón al Asia-Pacífico, Brasil a América del Sur y el Caribe, e India a Asia central.
G4, una alianza que genera contradicciones
El G4 nace en 2004 expresando la comunión de un interés específico: la expansión del CSNU de miembros permanentes y no permanentes para que el espacio represente la realidad geopolítica. No obstante, el punto nodal es el apoyo recíproco entre los cuatro países para apoyar sus candidaturas como miembros permanentes. Sin embargo, los cinco estados con membresía permanente mantienen objeciones al respecto.
Por un lado, Rusia se opone al ingreso de Alemania y Japón por considerar que devendría en una sobrerrepresentación occidental. Por otro, China rechaza la incorporación de India dada los intereses contrapuestos sobre conflictos regionales. En tanto, el presidente estadounidense Josep Biden y el francés Emmanuel Macron coincidieron en limitar el poder de veto a situaciones excepcionales de crímenes masivos. Efectivamente, desde 1989 Francia y el Reino Unidos de Gran Bretaña renunciaron a dicho poder.
Sin embargo, desde el inicio de la Guerra Fría hasta 1971, la ex Unión Soviética había sido quien utilizó con mayor frecuencia el veto. A partir de allí, Estados Unidos y Gran Bretaña la relevaron. Actualmente, el espacio ha sido cuestionado ya que Rusia ha hecho uso del veto cuando se discutió la situación en Ucrania. La legitimidad de origen del CSNU no encuentra continuidad en la legitimidad de ejercicio, y cada vez son más países quienes se atreven a cuestionar el funcionamiento del mismo.
Lula-Modi: expresión de la Autonomía Estratégica
En 2020, Modi expresó sobre su país que cuando fueron “fuertes” e incluso cuando fueron “débiles”, no representaron ni una “amenaza” ni tampoco una “carga” para el mundo. ¿Cuánto tiempo tendría que esperar un país, especialmente cuando los cambios transformadores que están ocurriendo en ese país afectan a una gran parte del mundo?”. En la Asamblea Legislativa de la ONU celebrada en noviembre de 2023, el presidente del espacio, Dennis Francis, declaró que “a falta de una reforma estructural, su actuación y legitimidad seguirán sufriendo inevitablemente, al igual que la credibilidad y relevancia de la propia ONU”.
Son numerosos los líderes que, cuestionando la resistencia de aquellos que argumentan que la eliminación o restricción del poder de veto le quitaría funcionabilidad al CSNU, plantean que la inmovilidad es tan peligrosa como el caos. Las contradicciones principales que se despliegan a partir de la disputa geopolítica a nivel internacional también se conjugan con las secundarias, empantanando la posibilidad de reformar el espacio, un escenario al que todos aspiran. No obstante, el recrudecimiento de conflictos interestatales en Ucrania, Palestina, Taiwán, entre otros, y el cambio en la correlación de fuerzas debido al declive de la unipolaridad, fuerzan una nueva situación.
En ese sentido, India, potencia emergente, y Brasil, hegemón sudamericano, coordinan estrategias y suman aliados para hacer efectiva una propuesta que hace décadas no encuentra una resolución clara. Representación de regiones periféricas para el orden unipolar anglosajón “basado en reglas”, ambos países encabezan una iniciativa que, aún cuando cuestiona el sistema fundado en Bretton Woods, también es resistida por potencias con quienes coordinan espacios en común, por ejemplo China y Rusia.