Después de dos temporadas cortas durante 2023, «Birdland» volvió a escena el pasado 4 de abril. Este espectáculo teatral lleva la firma de Simon Stephens, el mismo dramaturgo de «El curioso incidente del perro a la media noche». En una versión nacional de Ramiro Méndez Roy, y co-dirigida por Lisandro Fiks y Lucio Bazzalo, la historia se despliega en una puesta muy atractiva que narra la tormentosa vida de un joven cantante aparentemente exitoso pero atrapado en una constante crisis emocional. Se siente amenazado por el poder de la fama y la felicidad ajena. Las funciones son los jueves de abril y mayo, a las 21hs, en el Galpón de Guevara, Guevara 326, CABA.
«Birland» es una representación desgarradora de la caída de un carismático cantante de rock, quien con su encanto manipulador no duda en causar estragos a todos los que los rodean en busca de consuelo. Su trama plantea una reflexión profunda sobre la vulnerabilidad, la soledad y la verdad, que algunos artistas enfrentan en una vida diaria marcada por violentas contradicciones. En una era obsesionada con el éxito y la fama, esta atrapante historia invita al espectador a reflexionar sobre una sociedad obsesionada por las apariencias.
La historia sigue a Paul, el líder de una banda muy popular que está en el pico de la fama. Sin embargo, este joven rockero, rodeado de éxito, vive en ausencia de una vida interna. Se ve acorralado por la constante mirada de los demás y siente que el mundo entero está en su contra. Su amigo y compañero de aventuras musicales, Johnny, el guitarrista de la banda, es su único sostén emocional en momentos cruciales. Pero esta amistad comienza a resquebrajarse cuando Paul cruza una línea de la que ya no puede regresar.
Una vida a merced del caos y la superficialidad
La puesta nacional de esta cruda historia escrita por Simon Stephens, donde todas las relaciones son un caos, es muy llamativa. Presenta un escenario central en el que el público rodea la acción de manera 360°, creando una experiencia inmersiva. El equipo actoral se esfuerza al máximo para armar un espectáculo fluido, donde los propios artistas también son los encargados de rearmar el escenario y rotar en variados personajes.
Ramiro Méndez Roy, responsable de esta interesante adaptación nacional, también interpreta al personaje central de la historia, Paul. Su actuación es precisa y otorga a su personaje ese aura ambivalente, con la cantidad justa de emoción para representar la desesperación de alguien atrapado en las arenas movedizas de sus emociones. Aunque en ocasiones la obra sugiere que Paul es un vampiro emocional, la actuación de Méndez Roy logra ser exacta al descubrir en él un reflejo exagerado de los efectos tóxicos de la masculinidad, la celebridad y el mercado musical global. Paul es un joven con un micrófono, un escenario y, lo más crucial, una audiencia ansiosa por creer en cada una de sus palabras. Un personaje escrito para no ser muy empático, lo suficientemente arrogante como para haber perdido conexión con las personas que lo rodean y que manipula constantemente.
Lisandro Fiks, en el papel de Johnny, logra componer un personaje que crece en vitalidad y drama a lo largo de la obra. El resto del elenco se transforma en múltiples personajes durante la función. Martina Zalazar brilla en todas sus composiciones, aportando un toque de comicidad como la madre de Paul. Sofía González acierta al crear dos personalidades muy distintas: una joven muy liberal que a veces se convierte en la conciencia del protagonista, y luego una madre desolada por la muerte de su hija. Camila Glasserman interpreta a Jenny, aportando frescura al elenco con un personaje ingenuo. Santiago Pita, como el manager de la banda y cómplice de los caprichos del protagonista, sorprende cuando su papel revela su lado más dramático. Heinz K. Krattiger, por su parte, sorprende gratamente al interpretar tres personajes tan distintos, añadiendo momentos tanto hilarantes como dolorosos, especialmente cuando representa al padre que ha perdido a su hija.
En resumen
«Birdland» se presenta como un espectáculo teatral arriesgado y provocador, con un personaje central que vive una vida complicada fuera del escenario, presionado por la prensa y su propia compañía, entre largas sesiones de bebida y drogas después de sus shows. Esta historia, creada por el dramaturgo británico Simon Stephens, no escapa a la larga tradición de relatos sobre rockeros inmorales, perdidos en la fama y el hedonismo del sexo, las drogas y el rock and roll.
Lo atractivo de esta versión nacional radica en su puesta vanguardista y la entrega total del elenco para dar vida a personajes no muy queribles, pero muy bien interpretados. Sin embargo, la historia en sí invita a reflexionar sobre la fugaz fama y los artistas musicales, aunque en general no aporta mucho más allá de lo que ya conocemos.