Según un reciente informe de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que tuvo en cuenta el Índice de Desperdicio de Alimentos durante 2022, se desperdiciaron enormes cantidades de comida, alcanzando un total de 1.050 millones de toneladas, lo que equivale a 132 Kg por individuo.
En ese sentido, como diría la canción de “Siglo XX Cambalache”, “El mundo fue y será una porquería ya lo sé, en el 506” y en la actualidad también. Lo más preocupante es que los responsables del 60% de estos desperdicios son los hogares, seguidos por el 28% proveedores de servicios alimentarios. Finalmente, el sector minorista derrochó el 12%.
La magnitud de los desperdicios de alimentos impacta negativamente en lo económico, en recursos y considerablemente en el medio ambiente. En este relevamiento, la ONU aseveró que el desperdicio de alimentos contribuye entre un 8% y un 10% a las emisiones globales de gases de efecto invernadero.
En relación a lo mencionado anteriormente, estos altos porcentajes agravan aún más el problema del cambio climático. Sin embargo, si hablamos de impacto económico mundial, se estima que los desechos alimenticios tienen un costo de 1 billón de dólares.
Entre las frutas y hortalizas que más descartan las personas se encuentran, por un lado, las bananas y las frutillas; y por otro lado, en el caso de las hortalizas, las verduras de hoja como la lechuga y el tomate.
Hábitos sanos y sostenibles
Crear conciencia es un hábito que podemos incorporar como mecanismo de herramientas para contribuir al planeta. Entre estos cambios, se puede adoptar la costumbre de consumir lo justo y lo necesario, fijarse la fecha de vencimiento, aprender a manipular los alimentos correctamente para que no se contaminen.
La magnitud del desperdicio de alimentos destaca la necesidad de reflexionar y trabajar en campañas de concientización sobre estos desperdicios que afectan al planeta.
Es menester remarcar que todos los actores involucrados, desde los hogares hasta las empresas, deben tomar medidas para reducir el desperdicio de alimentos y promover un uso más responsable de los recursos alimentarios.
En ese sentido, los proveedores de servicios alimentarios y el sector minorista también deben asumir su responsabilidad en la reducción del desperdicio de alimentos.
Esto puede incluir la implementación de estrategias de gestión de inventario más eficientes, la donación de alimentos no vendidos a organizaciones benéficas y la educación de los consumidores sobre la importancia de reducir el desperdicio de alimentos.
La Plata, sumada a la concientización de no desperdiciar comida
Una investigación de la Universidad Nacional de La Plata indicó que en Argentina se desperdicia anualmente el 12,5% de la producción agroalimentaria total. Es decir, un equivalente a 16 millones de toneladas de alimentos.
En diálogo con Periferia, la investigadora Rocío Ennis aseguró guiarse por el Cinturón Hortícola Platense (CHP) para ofrecer una respuesta adecuada a la problemática del desperdicio de esos alimentos: “Nuestro objetivo fue identificar las características de las pérdidas de hortalizas en las quintas en función de los canales de comercialización empleados por los productores”.
“Los resultados indicaron que las contingencias climáticas, mecánicas, de infraestructura y de mercado son muchas veces imprevisibles e inmanejables, y las hortalizas son productos vivos, delicados y altamente perecederos”, detalló Ennis”, agregó finalmente la catedrática.