El ministro de Defensa, Luis Petri, se juntó con su par danés, Troels Lund Poulsen, y firmaron el compromiso de Argentina para comprar 24 aviones F-16 de origen estadounidense.
Pese al contexto de austeridad y ajuste que implementa el gobierno sobre la población, esta decisión implica una inversión por 650 millones de dólares por los aviones caza supersónicos.
La acción significó también descartar la posibilidad de adquirir aeronaves modernas (F17) de China para alinearse geopolíticamente con Estados Unidos en la lucha por influencia entre ambas potencias.
El acuerdo con Dinamarca
En el encuentro de este martes, que tuvo lugar en el edificio Libertador, también estuvieron presentes el jefe de Gabinete, Nicolás Posse, y el embajador de los Estados Unidos, Marc Stanley.
Tras la reunión, el Ministerio de Defensa publicó en X: “La inversión en defensa vuelve a ser una prioridad. Estamos equipando a nuestras Fuerzas y recuperando la capacidad supersónica del país”.
En este marco, se prevé que Petri viaje en abril hacia Copenhague, desde donde pondrá la firma definitiva para la compra de los 24 aviones F-16. El fabricante de las unidades es la empresa estadounidense Lockheed Martin y llegarían al país en diciembre de este año.
Las aeronaves estaban fuera de servicio en Dinamarca, por lo que serán entregadas sin equipamiento ni armamento. En su lugar, Estados Unidos proporcionará 40 millones de dólares para su mantenimiento básico.
Como si fuese poco, durante el encuentro la jefa del Comando Sur de Estados Unidos, Laura Richardson, anunció que visitará la Argentina el 2 de abril, fecha simbólica que coincide con el Día del Veterano y de los Caídos en la guerra de Malvinas.
La generala Richardson tendrá una agenda cargada en el país. Primero, mantendrá reuniones con el ministro de Seguridad y la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. Luego visitará a los gobernadores de Neuquén, Rolando Figueroa, y al de Tierra del Fuego, Gustavo Melella.
El posicionamiento de Argentina y su relación con China
Aunque era una deuda pendiente, la decisión de reforzar la Fuerza Aérea Argentina parece responder a segundas intenciones.
Durante la gestión de Alberto Fernández, la negociación por los J-17 provenientes de China quedó a mitad de camino. Estas unidades no solo cumplían con los requisitos, sino que también eran nuevos.
El cambio de mando presidencial con Javier Milei al frente modificó todos los planes, y el Gobierno de la Nación descartó las aeronaves chinas y se inclinó por las de origen estadounidense.
De esta manera, el posicionamiento geopolítico argentino quedó del lado de Estados Unidos y se tensa al máximo la relación diplomática entre el país y China, con interrogantes sobre qué pasará con el swap chino.
El swap se trata de un mecanismo de intercambio de divisas por el cual China le aportó yuanes a la Argentina. Se trata de un préstamo que el país utilizó vitalmente en los últimos tiempos para hacer frente a la deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Ante el posicionamiento que adoptó Milei, sumado a sus reiteradas declaraciones públicas en contra del gigante asiático, este último podría cancelar la totalidad del swap e incluso exigir el pago de los 5 mil millones que Argentina usó durante el 2023.
En caso de que eso ocurriese, la Argentina no tendría forma de responder al monto y entraría en default con China mientras se avecinan nuevos vencimientos de deuda con el FMI.
A esta situación podría sumarse la decisión tomada por China de abandonar la construcción de las dos represas hidroeléctricas en Santa Cruz. La firma asiática Gezhouba, que tiene a cargo dichas obras, se retiró ante la pasividad del gobierno de Milei en no firmar los contratos.
En consonancia con la política del gobierno por paralizar toda obra pública, la construcción de las centrales hidroeléctricas que fueron adjudicadas a ENARSA está detenida desde diciembre.
El gobierno de Milei continúa debilitando así los lazos existentes con la potencia asiática mientras juega a favor de Estados Unidos, maniobra que podría perjudicar de forma severa al país.