“Se abre un nuevo capítulo en la historia económica argentina. Hemos dado vuelta una hoja del intervencionismo estatizante y agobiante en la actividad económica para dar paso a la liberación de las fuerzas productivas”.
Fácilmente se podría atribuir estas palabras al presidente de la República Argentina, Javier Milei. En realidad, se trata del primer discurso del Ministro de Finanzas de la última dictadura cívico-militar, José Alfredo Martínez de Hoz, el 2 de abril de 1976.
Esto es porque el gobierno de La Libertad Avanza (LLA) defiende el mismo principio de supremacía del libre mercado e identifica la intervención del estado como causa de los males de la economía.
Incluso, es innegable que el oficialismo mantiene una postura negacionista (y en algunos casos, de reivindicación) del terrorismo de Estado de aquella oscura época.
Agraviando constantemente a “zurdos” y “comunistas”, el gobierno arenga una persecución ideológica inédita desde la recuperación de la democracia.
Pero las similitudes no se limitan a lo discursivo y, en poco más de tres meses de gobierno, el programa económico de Milei coincide a grandes rasgos con el de la Junta Militar.
Milei – Martínez de Hoz: similitudes y diferencias
En primer lugar, ambos gobiernos tuvieron el objetivo principal de “liberar” la economía. En un discurso con los 12 puntos para “analizar la profundidad de la transformación económica”, Martínez de Hoz anunció como primera medida la liberación de los precios.
Coincide con una de las primeras políticas que tomó el Ministro de Economía de Milei, Luis Caputo: la eliminación de los acuerdos de precios, afectando principalmente a alimentos, combustibles y medicamentos.
Por otro lado, el ministro del gobierno de facto decidió desregular los alquileres de viviendas para “contrarrestar la escasez” de la oferta y eliminar los subsidios, que consideraba “privilegios”. Cualquier parecido del programa de Milei, no es coincidencia.
Al retirar el Estado de la actividad económica, ambos gobiernos renunciaron a un plan de desarrollo del país. De esta forma, el modelo productivo dejó atrás sus pretensiones de industrialización para dar paso a la reprimarización de la economía y al rentismo financiero.
Esto sucedió cuando la dictadura eliminó toda restricción a las importaciones, que derivó en un verdadero industricidio, apoyado en una brutal represión al activismo sindical.
Con la implementación de la reforma financiera en 1977, se consolidó el dominio de las finanzas especulativas por sobre la producción. En la actualidad, no se tomaron medidas determinantes sobre este sector, pero el ministro Caputo está allí para representar los intereses del sector financiero.
Las consecuencias tempranas del programa de liberación de la economía son similares en ambos gobiernos: aumento de precios y tarifas, caída de la actividad industrial y pérdida del valor adquisitivo de los salarios. En el año 1976, el salario de les trabajadores cayó un 40%, mientras que en sólo dos meses de gobierno de Milei, cayó un 18%.
Tal vez a esto se refería Milei cuando en cierta ocasión calificó de “gradualista” al ministro de facto. Su plan económico, aunque semejante, es de shock y pretende ejecutar un ajuste en menor tiempo.
A pesar de que hace más de 40 años la sociedad argentina dijo “Nunca Más” al terrorismo de Estado, sus políticas económicas se repiten en un gobierno elegido democráticamente, pero que no tiene compromisos con la defensa de los derechos humanos ni con la libertad real de la ciudadanía.