El presidente de la República Popular China, Xi Jinping, le planteó a su homólogo de Francia, Emmanuel Macron, que su país no reconocerá una eventual Cumbre por la paz en Suiza en la que la Federación de Rusia sea excluida.
El relevo francés ante el retiro estadounidense para conducir el conflicto en Ucrania aceleró diversas posturas en distintos puntos del sistema internacional. Nota al Pie analiza la consideración de Xi a la luz de la disputa geopolítica que se expresa en Europa oriental, la proyección estratégica del Viejo Continente y la visión de Moscú.
Sin Rusia no habrá paz
Ese fue el mensaje entre líneas que Xi le transmitió a Macron. Por medio de una llamada telefónica, el mandatario asiático le expresó que si pretende encaminar una cumbre de paz en Suiza, “deberá ser seria” e “incluir tanto a Ucrania, como a Rusia”.
Según reportó el portal Político, Xi le aclaró que, en caso contrario, China no asistirá a un “show mediático” que no aporte a una solución real al conflicto. La sugerencia se destapó mientras crecen los rumores de una eventual cumbre en Suiza para abordar un proceso diplomático de paz en Ucrania. Por un lado, los europeos se resisten a la presencia de Rusia, mientras que para China es un requisito indispensable.
En tanto, Macron no revierte su ambición militar en Europa oriental. Según declaraciones del director del Servicio de Inteligencia Exterior de Rusia, Serguéi Naryshkin, Francia se está preparando para desplegar alrededor de 2.000 tropas en territorio ucraniano.
Desde la Crisis de los Misiles de 1962 que no se presencia un enfrentamiento militar directo entre potencias nucleares. Los analistas consideran que si se intenta crear una zona de amortiguación en Odessa, el riesgo de escalada será muy alto.
Francia, ¿la última potencia de una Europa en agonía?
Como advirtió en Nota al Pie, el reperfilamiento de Macron y su alta exposición obedecen a una definición al interior del esquema atlantista en relación con Ucrania: sustituir a Estados Unidos por Francia en el liderazgo del conflicto.
Sin embargo, a pesar del reconocimiento de la derrota de la OTAN, el presidente francés se lanza a la ofensiva para detener a Rusia en el este de Europa. Aunque sus declaraciones generaron pánico entre los líderes de la Unión Europea (UE), Macron no retrocede y domina la escena política a nivel internacional.
Con una Alemania resentida en el plano geopolítico y una Francia debilitada por su notable retroceso en el Sahel africano, Macron asume su rol como potencia continental, forja alianzas y moviliza recursos para librar una guerra que él considera perdida.
De hecho, el eventual despliegue militar no pondrá en un dilema estratégico a Moscú, disuadiendo una escalada. Sin embargo, la élite de París sabe que su proyección estratégica tanto en África como en Europa oriental depende de su capacidad para contener a Rusia, una amenaza para sus intereses en ambos frentes.
Contradicciones y descomposición interna
En un continente carente de un proyecto de poder desde el cual competir a nivel internacional, Francia vuelve a hablar de zonas de influencia en un momento en el que la retórica belicista se extiende junto con la profundización de la crisis.
Con una cúpula militar que reniega de la posibilidad de que su plan tenga éxito, el posicionamiento de Macron se enmarca en la antesala de una nueva elección parlamentaria de la Unión Europea.
Las contradicciones entre los globalistas demócratas y los soberanistas conservadores se intensifican, y el partido de Marine Le Pen (RN), su adversaria local, aumenta en las encuestas del Parlamento Europeo. A medida que sus aspiraciones de capitalizar el liderazgo político europeo se desvanecen, el presidente francés eleva su tono belicista y coordina con sus socios.
De hecho, el primer ministro eslovaco, Robert Fico, y su homóloga italiana, Georgia Meloni, no solo descartaron el envío de tropas nacionales a Ucrania, sino que también rechazaron la intención de prolongar el conflicto con Rusia.
Además, en un contexto de escalada, Macron y la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, asistieron este jueves a la Cumbre Nuclear Mundial (NES) organizada por la OIEA.
Negociar, porque la guerra se perdió
El Unipolarismo Financiero y su brazo armado, la Organización del Tratado del Atlántico Norte, están tomando definiciones porque ya evaluaron la situación en Europa del Este. En el ámbito financiero, las sanciones occidentales no asfixiaron a Rusia; de hecho, aceleraron su asociación multipolar con India, China y los estados del Golfo Arábigo.
En el militar, Rusia la superó ampliamente a tal punto que, con la ventaja comparativa, no busca una resolución pacífica con prisa. Sin embargo, los Fondos Financieros de Inversión Global, como BlackRock, reforzaron su control sobre extensas tierras fértiles mediante remates facilitados por el Estado ucraniano.
Quizás el aspecto fundamental sea el comercial y político-estratégico, cuyo éxito radica en haber desconectado a la Europa industrial de su gas competitivo, y con ello, el diálogo político. En concreto, la OTAN no planea revertir la situación bélica en Ucrania porque no está en condiciones de imponer una derrota estratégica a Rusia.
Mientras tanto, Estados Unidos se retira de la conducción del conflicto, y ni Francia en particular ni Europa en general tienen la capacidad para enfrentar a Putin. De hecho, elevar el tono belicista y prever una escalada no parece estar relacionado con la posibilidad concreta de un enfrentamiento armado, sino con ser el impulsor de una mesa de paz.
China, socia de Rusia en diferentes espacios de coordinación internacional a nivel económico, comercial, de defensa y político, insta a Francia a convocar a ambas partes para avanzar en una resolución pacífica. En tanto, el esquema unipolar, consciente de sus limitaciones, administra una escalada para asfixiar la propuesta de paz multipolar según las condiciones de Moscú.
En los delicados límites del lenguaje militar, los grandes actores de escala internacional reorganizan los tiempos y los modos con tal de imponer condiciones en el marco de una confrontación internacional. La cumbre por la paz en Ucrania tiende a ser un escenario irreversible; la resolución de la disputa política dictará quién sienta a sus integrantes y la conduce.