El pasado 1 de septiembre entró en vigencia en el estado de Texas una normativa que prohíbe el aborto, incluso en casos de violación o incesto, una vez que se detectan los latidos del corazón del embrión; es decir, alrededor de las seis semanas de embarazo.
Esto ha generado una gran polémica, ya que contradice la jurisprudencia de la Corte Suprema de Estados Unidos, que en 1973 reconoció el derecho de la mujer a abortar mientras el feto no sea viable, alrededor de las 22 semanas de gestación.
Contrario a lo establecido por el Estado, el médico y ginecólogo estadounidense Alan Braid confesó haber realizado el pasado 6 de septiembre un aborto que “estaba más allá del nuevo límite establecido por el estado conservador”, según manifestó a Washington Post.
Postura frente a la nueva normativa
El especialista, con 45 años de trayectoria profesional, manifestó haber actuado de acuerdo con su “obligación de cuidar” a su paciente; y por respeto a “su derecho fundamental” a ser atendida.
De este modo, dejó en claro su punto ante la nueva normativa estatal, a la cual considera “descaradamente inconstitucional”. Esta nueva disposición posee un detalle considerado inédito: se le encomienda la vigilancia de su aplicación “exclusivamente” a les ciudadanes. Estes están llamades a presentar una denuncia “contra toda persona sospechosa de haber ayudado a una mujer a abortar después de seis semanas de embarazo”.
Pese a todo, el especialista ha defendido su postura, al saberse “muy consciente de que podría haber consecuencias legales”. Sin embargo, “quería asegurarme de que Texas no se saliera con la suya en su intento de evitar que se revise esta ley descaradamente inconstitucional”.