La semana cerró con una promoción de verano, el clásico combo de “el ajuste no cierra sin represión” fue el menú central de la agenda política argentina durante tres días consecutivos. Un triste récord de la democracia, que no se extendió a un cuarto día porque el parate negociador pasó para el martes la votación en particular de lo que queda de la Ley Bases.
El mamotreto legal de 664 artículos enviado a finales de diciembre a la Cámara Baja había superado, con dificultades, resistencias y complacencias, el trámite del debate en comisiones.
Y aunque llegó podado en cantidad, mantuvo intacto su poder destructor de los intereses populares en el articulado que se aprobó el viernes en general, después de tres días de sesiones.
Pero vale la pena hacer, de modo didáctico, un breve punteo de los pasos que se dieron para llegar a esa votación. Un sintético recorrido aleatorio del camino del bochorno, con pocos antecedentes desde la recuperación institucional en 1983.
-El debate que debió haber transitado por al menos 20 comisiones se redujo a un Plenario de solo 3. Pasó por Presupuesto, Legislación General y Asuntos Constitucionales, que actuaron de manera unificada. Pero al haber incluido otras materias, faltó análisis en particular en otros espacios.
–La enorme mayoría de los cerca de 200 expositores se mostró en contra del espíritu y alcances del proyecto. Pero sus posturas no fueron tomadas en cuenta. No la ven, diría el Presidente.
-El lobby, característico de leyes que involucran intereses económicos, estuvo presente. Pero en este caso, ya no en forma de presión sobre los legisladores, sino desde la misma redacción de la propia norma. Como contamos en esta columna días atrás, a nadie escapa que los estudios jurídicos de las grandes corporaciones fueron los verdaderos autores del texto.
-Los dictámenes tuvieron otro elemento inédito. Los de minoría, se dividieron en 4. Pero el de mayoría, dónde La Libertad Avanza tuvo el acompañamiento del PRO, de la UCR, de Hacemos Coalición Federal y de bloques provinciales, salió con mayoría de disidencias de la plenaria de comisiones.
-En torno al dictamen del oficialismo y la oposición dialoguita, se conocieron al menos dos irregularidades, que en circunstancias normales hubieran implicado hasta el debate sobre la nulidad de todo el proyecto.
Por un lado, se firmó a las apuradas una hoja en blanco por parte de los diputados en la madrugada del 24 de enero. Por el otro, las negociaciones siguieron horas después, mientras medio millón de personas protestaban en las inmediaciones del Congreso, en el departamento de un ex dirigente radical, que dio el marco de tranquilidad para seguir rosqueando, no se sabe aún con qué términos de intercambio, entre el Gobierno y los diputados amigables.
La presencia del asesor sin cargo Federico Sturzenegger fue denunciada por el cordobés Oscar Agost Carreño, titular del PRO de esa provincia pero miembro del bloque de Miguel Ángel Pichetto. El espanto ante el atropello motivó a Agost Carreño a irse de la reunión, pero no le impidió votar en general la ley. Primero la Patria, pero antes la mía.
-El manejo de los tiempos de la sesión también es muestra del sinuoso camino del tema. Idas y vueltas con la convocatoria, rumores de todo tipo y una sesión que finalmente duró 3 jornadas donde la especulación fue la norma.
Si se demoró el llamado a sesionar fue porque el Gobierno no tenía los votos. Si se apuró la votación, amenaza mediante de la Oficina del Presidente, es porque el Gobierno temía perder lo que había conseguido o se veía en un escenario de seguir concediendo.
Los tiempos
-Como perlita del desastre se puede anotar la introducción a viva voz, minutos antes de la votación de artículos que en teoría se habían sacado del dictamen volador. Ese que fue firmado en blanco, que se discutió por fuera del ámbito parlamentario, que se escondió en las primeras dos jornadas y que prácticamente se votó a ciegas.
Lo que el proyecto de Ley Bases trajo y lo que quedó
Una primera mirada, apenas instrumental, podría señalar que el Gobierno cedió gran parte de sus pretensiones originales. Pero lo central permanece y lleva en su esencia el poder de daño que puede convertir al Congreso Nacional, de aplicarse, en apenas un edificio decorativo.
Pese a haberse sacado el capítulo fiscal del proyecto original, de permanecer alguna de las facultades delegadas, esa tarea queda a tiro de decreto de Javier Milei y de sus verdaderos ejecutores. No es secreto a esta altura que el Presidente dedica más tiempo al likeo o reposteo en redes de barbaridades de todo tipo que al trabajo de pensar en redactar un decreto o una norma.
Al fin y al cabo, en esto hay que darle la derecha, Milei siempre aborreció lo público y el Estado, lo que configura un caso de estudio para especialistas de diversas áreas. Cómo alguien puede meterse, sin ser un suicida, en un lugar para detonarlo desde adentro.
A las facultades delegadas se le suma el capítulo de las privatizaciones y el de la posibilidad de desguazar el Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la Anses y la Ley de Sostenibilidad de la Deuda, que como si no alcanzara con la Constitución Nacional (léase el artículo 75), ratifica que es el Congreso la autoridad en esa materia.
Las joyas de la abuela se decía hace tres décadas. Ahora esto se da en formato de fondo de inversiones. Porque, que el árbol no nos tape el bosque, lo importante de estos días no fue la “conference call” que Milei tuvo con Sean Read, el fundador de Tinder despedido por denuncias de abuso sexual. Lo central fue el llamado de Larry Fink, el CEO de Blacrock, el fondo de inversiones más grande del mundo que ya tiene intereses en la Argentina, desde papeles de la deuda a participación en decenas de compañías, inclusive en YPF.
Ahí está la clave y el interrogante, abierto para otras columnas. ¿Cómo se van a conjugar los intereses de los capitales nacionales, con los de aquellos especulativos que tienen el foco en lo financiero, pero que ven ahora la posibilidad de hacerse de recursos reales por migajas?
En los noventa esa ecuación se formateó bajo la figura de Unión Transitoria de Empresas donde los extranjeros (hasta los Estados europeos), ponían capital o títulos de la deuda y los locales cierto conocimiento del territorio y su gestión de intereses con los gobiernos de turno.
Luego de la caída de la Convertibilidad y la crisis de 2001/2002, la tensión devaluadores frente a dolarizadores atraviesa otra vez el escenario, aunque eso no se exprese con claridad en el debate público.
La lectura entre líneas es un ejercicio recomendable, más aún cuando lo opaco es la práctica que escapa de la mirada pública. Esos oscuros rincones de la Ciudad, como los departamentos de Recoleta.
El tablero y lo que viene
Por esta horas hay un empate transitorio en la política Argentina. Unos (muchos), no quieren y otros aún no pueden aplicar lo que ordenan los deseos de sus verdaderos mandantes.
Esto no es solamente el reflejo de los votos de la sesión de Diputados, donde 144 a favor, 109 en contra y 4 ausencias fue la foto del viernes. La pequeña victoria, que no contó con celebración alguna. Porque en el fondo, lo dijo Pichetto “no aplaudan que esto no es una fiesta”.
El escenario está tan abierto que se navega entre un eventual rechazo al proyecto o una aprobación sumamente decaída que solo podrá ser levantada con el anabólico del decretazo, si pasan las facultades delegadas.
A propósito, el Decreto de Necesidad y Urgencia 70/2023 sigue vigente casi en su totalidad y es muestra de los intentos que puede llevar a cabo Milei si el Parlamento no se deja atropellar del todo.
Desde el final de la votación en general hasta el martes 6 a las 14 cuando está convocada la sesión para el tratamiento en particular, habrán pasado 91 horas y media. ¿Cómo se mide el tiempo en términos de gestiones reservadas, en llamadas de operadores, en hoteles discretos, en artículos que entran y salen de la letra escrita a espaldas de la sociedad?
Una respuesta puede estar el martes, acaso el miércoles con el número puesto de los votos. La otra es en el desgaste de un Gobierno que construye su fuerza con una fuerza de ocupación, al punto tal que bajaron los oradores de La Libertad Avanza para apurar la votación.
De pasar por Diputados, al proyecto le queda otra etapa y es el Senado. Con una torpeza adicional: las sesiones extraordinarias fueron convocadas hasta el 15 de febrero y, de acuerdo al Reglamento del Senado, debe pasar una semana desde la aprobación en Diputados para que se trate en la otra cámara.
¿Desconocimiento o la comprobación que la ley no les interesaba?
En cualquier caso, la presión continúa y las negociaciones que el Gobierno niega (insisten en que solo aceptaron sugerencias), tiene además de los puntos antes descriptos, la discusión sobre el reparto del incremento del Impuesto PAIS con el que se gravan diferentes operaciones en moneda extranjera. Apenas asumido Milei, se lo llevó del 7,5% al 17,5% y el debate pasa porque las provincias exigen una parte superior de esa coparticipación.
Postdata y una aclaración sobre el título y el orden
En el título de estas líneas se mencionan la ley y el orden: de lo primero hubo detalles en torno al debate parlamentario y su impacto en el tablero general.
Sobre el tema del orden no cabe ninguna duda que el Protocolo Patricia Bullrich, cada día más alejado de la Constitución y los Pactos Internacionales de los que la Argentina es integrante, es la materialización de la frase «el ajuste no cierra sin represión». Decenas de detenidos y heridos, utilización temeraria de elementos represivos como ese nuevo gas pimienta, el salir a «cazar» manifestantes, los ataques directos a los trabajadores de Prensa con el objetivo de silenciar las coberturas indican que no se trata de una política orientada a ordenar el tránsito y hacer que se proteste en la vereda.
El problema no es el recorrido de las líneas de colectivos que pasan por Entre Ríos, cruzan Rivadavia y siguen por Callao, las arterias porteñas que enmarcan la zona del Congreso. El tema central es el factor miedo, para disipar a nuevos manifestantes que claramente se irán incrementando desde diferentes sectores a medida que se concreten más los efectos del brutal ajuste.
El objetivo es seguir esa línea que marcó Javier Milei el 10 de diciembre cuando no solo le dio la espalda a los legisladores nacionales sino al conjunto de la sociedad, con el objetivo de inaugurar la cuarta etapa de las M en la Argentina. Los efectos de las políticas sociales, culturales y económicas de Martínez de Hoz, Menem y Macri son conocidos. Milei está en esa senda y para eso, el apoyo no es popular, sino se basa en los factores del poder real cuya expresión de choque en las calles son, por ahora, las fuerzas de Seguridad.
*La aclaración va en algo que parece un error en el título y es la aparente falta de una letra s en la palabra dialoguita. Es apenas una ironía, sepan disculpar aquellos legisladores que pudieran sentirse ofendidos.