En Argentina es cada vez más habitual que las personas utilicen la vocal “e” para no marcar género en algunas palabras, borrar la huella del masculino e incluir a las personas que se autoperciben por fuera del binarismo. Sin embargo, el aumento de su uso generó la reacción opositora de quienes, citando a la Real Academia Española (R.A.E.), lo definen como “hablar mal”.
En sintonía con este segundo grupo, la nueva dirección de Diputados TV, el canal que difunde las actividades de dicha Cámara, instaló un manual de estilo para los periodistas y conductores de la señal. Este les prohíbe hablar con “lenguaje inclusivo” e “incomodar” a les diputades en las entrevistas, además de recomendar “no insistir” si el legislador evita un tema.
Esta no es la primera vez, ni será la última, que se arremete contra la utilización de la “e” o el lenguaje no sexista. Ya en 2021 se presentó en nuestro país un proyecto de ley que buscaba prohibirlo. La iniciativa llegó a Diputados redactada por las abogadas Cynthia Ginni y Patricia Paternesi, además de contar con la adhesión del constitucionalista Félix Lonigro.
Qué prohíbe el nuevo manual
El texto ordena “no utilizar el lenguaje inclusivo: todxs, o todas y todos, sino expresar todos”. Tampoco se puede hablar de “infantes, ni infancias, sino niños”. En cuanto a les legisladores, ya no se puede hablar de “diputados y diputadas”, se debe decir “diputados”.
Al respecto, la periodista Florencia Alcaraz, en una nota de la Revista Anfibia, cuestiona: “¿Por qué tanta resistencia a usar la palabra ‘presidenta’ y tan poca a ‘sirvienta’?”. En el artículo, Alcaraz define que “la fuerza heteronormativa está en el lenguaje”.
La periodista afirma que “si la apuesta es a cambiarlo todo: se trata de un esfuerzo mayor que colocar una ‘e’ en el lugar que antes estaba cómoda la ‘o’”. Además, Alcaraz, agrega que “la ‘e’ es el síntoma de una conversación que está abierta a repensar una herencia que no nos pertenece, que impugnamos”.
Por otro lado, la guía no solo atenta contra el lenguaje, sino que indica cómo deben trabajar los periodistas. “Con respecto a las entrevistas a diputados y funcionarios estar atentos a las respuestas: no insistir si evita el tema, no incomodar, no presionar, no adelantar la respuesta ni marcar posturas”, anuncia.
Un lenguaje que represente a todes
Si bien el debate ha tomado popularidad en los últimos años, el uso del pronombre “elle” data de hace más de 50 años. Al respecto, la investigadora Liliana Daviña, afirma que el movimiento por el lenguaje no binario viene desde la década del 70 en España y que es “un llamado de atención para nuestra sociedad”.
Según Teresa Meana, docente y filóloga, todas las lenguas son sexistas porque el patriarcado es universal. En la misma línea, asegura que “que el masculino sea un supuesto genérico es uno de los instrumentos por los que se considera la invisibilización de las mujeres”.
Meana expresa dos características que permiten comprender la relación entre la lengua y la importancia de modificarla. La primera se vincula con que la lengua está viva, es decir, cambia constantemente porque cambia la realidad. La segunda se relaciona con que el lenguaje no es algo biológico; es una adquisición cultural, todo lo cultural es añadido, por lo tanto refleja la realidad y también la crea.
¿Binario, inclusivo, o no sexista?
En una conferencia virtual sobre este tema, le traductore públique Rocio Sileo explicó la diferencia entre lenguaje inclusivo, no sexista y no binario. Lenguaje inclusivo es el término más popular que se le da a este tipo de discursos pero nos encontramos en la obligación de preguntarnos quién incluye a quién y a dónde.
El lenguaje no sexista, en cambio, se refiere a borrar sesgos machistas y sexistas dentro de la lengua. Pasa a ser más profundo, que cambiar una vocal que registra determinado género, más bien apunta contra estereotipos y cuestiones culturales. Por último, se puede hablar de lenguaje no binario, similar a la idea de inclusivo pero sin la connotación de poder. Dentro de este último se pueden mencionar dos opciones, el lenguaje no binario directo y el indirecto.
El primero realiza un cambio visible en la palabra, como puede ser suplantar la vocal “o” por una “e”, “x” o “@”. Por su parte, el indirecto elimina por completo las marcas de género. A modo de ejemplo: en lugar de decir educador, educadora o educadore se podría reemplazar por la frase “persona que educa”.
El rol de la RAE
Al momento de validar el lenguaje argentino a través de una institución española, como es la R.A.E., muches investigadores marcan la importancia de tener en cuenta que se trata de un espacio colonial y de sus relaciones de poder. Para dicha institución, el género gramatical masculino del español es considerado el género no marcado mientras que el femenino es el marcado.
En la práctica esto implica que el género masculino posee un doble valor, específico y genérico, mientras que el femenino sólo puede usarse con un valor específico. Así lo entiende la RAE, para la cual el uso de la ‘e’ “como marcas de género es un recurso ajeno a la morfología del español, además de innecesarios, pues el masculino gramatical funciona ya como forma inclusiva”. Esa fue la respuesta de la #RAEConsultas a través de Twitter.
Ya en 2010, la RAE se había manifestado contra el desdoblamiento indiscriminado del sustantivo en su forma masculina y femenina porque “va contra el principio de economía del lenguaje”. Esta teoría fue contradicha en los años posteriores por el lingüista Ignacio Bosque, miembro de la RAE, quien publicó un informe titulado “Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer”.