Este martes, el Congreso empezó a debatir en comisiones el proyecto de Ley “Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos” que el Gobierno de Javier Milei envió con el objetivo de “desregular la economía”. Entre las tantas modificaciones de lo que se conoce como la “Ley Ómnibus”, se propone derogar la Ley N° 25.542 de Defensa de la Actividad Librera, que establece un precio uniforme de venta al público (PVP) de los libros que se editen o importen.
La noticia generó malestar y preocupación en el sector librero independiente porque ataca de forma directa a una medida que desde 2001 protege el ecosistema editorial y garantiza la bibliodiversidad en el país. De hecho, si el precio fijo de libros se suprime, las grandes cadenas encabezarán la competencia al conseguir promociones en editoriales y brindar descuentos al público, mientras que las pequeñas librerías lucharán para subsistir en un contexto de desprotección.
Cabe destacar que esta normativa existe en otros países. Por ejemplo, la Federación de Gremios de Editores de España, país modelo en esta ley, le envío una carta al presidente Milei para advertirle que la desregulación de las librerías y la derogación propuesta “podría tener consecuencias desastrosas para la industria editorial y la diversidad literaria del país”.
En este marco, Nota al Pie dialogó con tres librerías independientes para conocer en profundidad cómo afectaría la medida al mercado literario argentino.
El panorama desalentador de las pequeñas librerías
La librería Tiempos Modernos funciona hace 33 años en el barrio de Belgrano de la Ciudad de Buenos Aires. Su dueña, Mónica, advierte sobre lo difícil que será para las librerías independientes competir contra los supermercados o las grandes cadenas, en caso de que el Gobierno Nacional consiga derogar la Ley de Defensa de la Actividad Librera.
Para ella, lo complejo radica en la posibilidad de que los sectores de más poder saquen ventajas en los precios, mientras que los comercios independientes lucharán por sostenerse ante una baja abrupta e inevitable de las ventas.
“Las pequeñas librerías de barrio seguramente desaparecerán porque no podrán competir con los grandes supermercados o cadenas, que probablemente decidan bajar algún libro de punta para captar clientes”, explicó.
Quien coincide con este futuro es Fernando Pérez Morales, de la librería y editorial Notanpuan. Es por ello que el librero del barrio de San Isidro defiende la normativa que establece el PVP al considerar que homogeneizar los importes hace que las grandes cadenas “no te coman crudo”. “En un país tan empobrecido, si ellos te bajan un 20% del precio lógico, a vos te embocan”, agregó.
En esa línea, resaltó que el tener todes el mismo precio les permite “competir por otra cosa”. “Por la calidad de trabajo, por lo que se genera… Y eso potencia y embellece a las librerías argentinas”, remarcó.
Por su parte, Guadalupe de Cuarto Propio Libros, una de las tantas librerías independientes de la ciudad de La Plata, también manifestó su preocupación por la derogación de la Ley. En ese sentido, adhirió al escenario desolador al que deberán enfrentarse si compiten contra las grandes cadenas y alertó sobre la crecida del “dumping” (competencia desleal) que comenzará a regir.
Además, Guadalupe enfatizó en que la mayoría de las pequeñas librerías también deberán afrontar los impactos de otras medidas que se traducen en aumento de alquileres, servicios y/o del monotributo, como es su caso.
“Lo que estamos viendo es que van por todo y que están jugando 100% a favor del libre mercado. Y como siempre pasa en los gobiernos de extrema derecha, los ganadores son un porcentaje minúsculo”, expresó.
“Con la derogación de la ley perdemos todos”
En cuanto al futuro de las librerías y editoriales “de barrio”, Fernando, que lleva alrededor de 40 años en el rubro, estima que de ahora en más habrá una fuerte dificultad para continuar con la producción, en un contexto que ya tenía inconvenientes debido a la inflación.
“Mi editorial venía a un ritmo lento y la imprenta hoy está el doble que hace un mes. Editar en Argentina va a estar complicado sin ayuda del Estado”, aseguró. “Nadie está en contra de la competencia, pero acá lo que se discute es acerca de lo que rige”, sostuvo.
A su vez, el librero habló sobre el lugar que tienen las ediciones independientes en comparación de aquellas que pertenecen a multinacionales y aseguró que, al menos en su librería, están “muy equilibradas”.
Mientras que Mónica, de Tiempos Modernos, se refirió a los riesgos que correrán dichas editoriales que, por lo general, elaboran material que no suelen comercializar las grandes cadenas. En ese sentido, advirtió que la derogación afectaría directamente a su negocio porque es ese material el que les permite diferenciarse en el mercado.
“Si bien necesito de los best seller o de los libros de más rotación, mi librería se sostiene en gran parte con la diferenciación. Es decir, por tener material que no tienen las grandes cadenas”, explicó.
Por eso, afirmó que “con la derogación de la ley perdemos todos” porque además de les comerciantes, “también pierde el lector al que le interesa una rareza literaria o algún libro de un autor japones editado por una editorial española, por ejemplo”.
En tanto, desde Cuarto Propio ponderaron el rol de las ediciones independientes al opinar que dan lugar a la pluralidad y que “siempre la diversidad de voces otorga riquezas”.
“Estamos hablando de una censura indirecta, porque si no se fomenta e impulsan voces ‘raras’ o de distintos puntos del país, terminamos escuchando a los mismos de siempre”, remarcó.
Una modificación innecesaria
“La reestructuración económica es una mentira porque siempre está orientada a los grandes grupos y nunca apunta para abajo. Y en particular la cultura siempre es entendida como algo que sobra, que es de algunos pocos y que no vale la pena. Pero la realidad es que da mucho trabajo”, respondió Guadalupe al ser consultada por qué cree que el Gobierno incluyó la derogación de la normativa.
Ante la misma pregunta, Fernando de Notanpuan fue contundente y opinó que se trata de una propuesta de la que desde Nación “no tienen ni la más pálida idea” porque “no tienen gente de la cultura que los asesore”.
Sin embargo, lejos de un sentimiento de derrota, el librero vaticinó que ahora “vendrá la resistencia por esto, por el Fondo Nacional de las Artes y un montón de espacios culturales ganados”.
“Hay que ponerle el cuerpo, porque no se puede entregar el patrimonio cultural y no se le puede quitar la ayuda al artista”, reafirmó.
Por su parte, Mónica respondió que todavía no encuentran una explicación al respecto ya que la medida “no favorece a nadie”. “Personalmente creo que como dice precio fijo, entramos en la volteada con las otras leyes”, concluyó.